La paradoja misma: la cumbre de Glasgow ha levantado ácidas críticas y suscitado indignadas condenas de los observadores y de la prensa internacional debido a los medios de transporte empleados para llegar a un evento de carácter mundial del más alto nivel que -se supone- tiene como finalidad encontrar mancomunadamente las formas más adecuadas para combatir el inminente cambio climático derivado de las emisiones de CO2, el uso indiscriminado de los combustibles fósiles y el calentamiento de la tropósfera.