De las 116 personas que perdieron la vida en 2014 luchando por el medioambiente, 87 fallecieron en Latinoamérica, la región más peligrosa para estos activistas, según un reporte de Global Witness. Analistas y figuras de los movimientos sociales afirmaron que esto responde a una estrategia de criminalización por parte de los Estados y las elites locales, lo que tiene vínculos directos con las grandes empresas y grupos económicos, que realizan simultáneamente el saqueo de los recursos naturales y el atropello en el plano social.