En solo tres años Juan Barros fue nombrado por el Vaticano como obispo de Osorno, fue recibido con globos negros, vio interrumpida su misa de bienvenida en la ciudad, fue abucheado por una parte de la comunidad y defendido por otra, sintió el respaldo del Papa Francisco y luego sintió su carencia. En tres años Juan Barros, cómplice de los delitos de abusos de Fernando Karadima vivió un sube y baja de experiencias que terminó, hoy 11 de junio, con la aceptación de su renuncia por parte del Sumo Pontífice.