Desesperados ante la violencia y la pobreza en sus países de origen y por su actual falta de dinero y medios económicos que les afecta, en medio de la carencia de documentos que legalicen su permanencia o paso por territorio mexicano, incluso aguantando las inclemencias climáticas, los migrantes siguen porfiadamente intentando avanzar siempre hacia el norte, en una penosa marcha que también incluye a niños y mujeres embarazadas. Porque el gobierno de México no los quiere y mucho menos el de Estados Unidos.