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Yo digo no a la Teletón

Columna de opinión por Carolina Pérez
Lunes 10 de noviembre 2014 13:34 hrs.


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Como ya es costumbre nos vemos bombardeados en televisión, prensa escrita, Internet, las calles se llenan de letreros, los autos pintan su vidrio trasero, y de un minuto a otro todo Chile se coloca la camiseta que dice: yo soy solidario.

Se acerca en las próximas semanas el show televisivo y la vulneración de derechos de las personas en situación de discapacidad más grande que se ha conocido los medios de comunicación, la famosa Teletón.

Hace un par de semanas atrás la Organización de las Naciones Unidas hizo un llamado que muchas de las personas en situación de discapacidad, familias, parejas y amigos estábamos esperando. El llamado de la ONU fue claro, preciso y al hueso: “Promueve estereotipos de las personas con discapacidad como objetos de caridad y no como sujetos de derecho”…

El mensaje está claro, y lo he mencionado en reiteradas ocasiones:

Dejo en claro que me refiero al show televisivo, el Instituto de Rehabilitación es otra cosa.

El show televisivo de estas 27 horas de amor es la visualización más asistencialista, dramática, compasiva e irrespetuosa que puede existir hacia las personas en situación de discapacidad.

Todo el mundo se llena la boca con la palabra inclusión, que, por supuesto, ya está de moda. Analicemos la campaña televisiva antes mencionada:

En ninguna parte de las 27 horas existe la interpretación de la lengua de señas, que bajo la Ley 20.422 está escrito como: el lenguaje universal de la comunidad sorda.

Tampoco tiene parámetro educativo, me refiero a mostrar en pantalla a un profesional de la institución ya sea kinesiólogo, terapeuta ocupacional, fisiatra, que enseñe a esta población de 17 millones de personas de qué manera pueden ellos apoyar a una persona que esté en silla de ruedas en su traspaso ya sea a un auto, un sillón, o alguna necesidad especial que ésta requiera.

¿En qué parte de la campaña televisiva se ve a un testimonio conversando que las personas en situación de discapacidad tenemos vida sexual activa como cualquier otra persona? No somos seres asexuados.

Desde hace 20 años Doris Gildemeister trabaja de manera constante por el deporte chileno Paralímpico, y con su dedicación ha sacado grandes deportistas adelante. Deportistas que han sido rehabilitados en esta institución, por sólo mencionar algunos de ellos, grandes amigos como lo son Robinson Méndez, Francisco Cayulef. Ellos son parte de la elite del deporte nacional, mojando la camiseta por Chile, orgullosos por sus muy merecidas medallas y Doris Gildemeister ha trabajado con ellos siempre y jamás ha sido reconocida dentro de estas 27 horas. Lo digo con propiedad porque fue mi entrenadora durante más de tres años y es la persona que trajo el tenis en silla de ruedas a Chile.

La inclusión tiene muchas áreas y una de ellas, sin duda, es la inclusión laboral. En este país sólo el 1% de las personas en situación de discapacidad tiene contrato laboral, según la última encuesta desarrollada en el año 2004 ENDISC, el 78% de las personas con discapacidad NO trabaja.

Los empresarios ven la inclusión laboral “como un favor”. Si desde el año 1978 somos vistos como seres compasivos, en las cuales el país entero llora, aplaude, nos consideran “angelitos” y lo que es peor aún, piden, a través de la pantalla, que la gente “se coloque la mano en el corazón”. ¿Cómo los empresarios van a abrir puestos de trabajo si somos vistos como seres de caridad que prácticamente dependemos de la voluntad ajena?

Señoras y señores, para ustedes que están leyendo esta columna les cuento que yo soy persona en situación de discapacidad física, pasé por un período de rehabilitación durante más de un año y medio, por lo tanto, tengo toda la autoridad y el conocimiento para decir: La rehabilitación bajo la ley 20.422 que entró en vigencia el 10 de febrero del año 2010 que establece normas de igualdad e inclusión social para personas con discapacidad, dice en su párrafo dedicado a la rehabilitación: “La prevención y la rehabilitación es un deber del Estado”. Por lo tanto, este show televisivo, dramático y asistencialista no debería existir.

Que el Estado se haga cargo de la rehabilitación no es un favor, es un deber.

Chile ratificó ante la ONU, en el año 2008, la Convención Internacional de los Derechos de las Personas en situación de Discapacidad, y también existe la ley 20.422 y antes de la ley anteriormente mencionada está la ley 19.284, todo lo mencionado  está a disposición de los chilenos para que estén en conocimiento de los derechos y deberes que tenemos como personas en situación de discapacidad y, también, la obligación que compromete al Estado en este ejercicio.

Por favor, si tienen tiempo para revisar los diarios, Facebook, Twitter, ver televisión, también entérense de la manipulación emocional tremenda que se gesta a través de este espectáculo televisivo, el lavado de imagen de parte de las empresas es lo mejor que le puede suceder en estas 27 horas, me pregunto: ¿Qué porcentaje de personas en situación de discapacidad trabajan en todas las empresas que están asociadas a la Teletón? ¿Por qué no realizan las donaciones al Instituto de rehabilitación de manera anónima una vez al año y evitan este show farandulero?

Continuaré educando respecto de nuestros derechos y deberes como docente de la Facultad de Medicina en la Universidad de Chile, continuaré dando a conocer a nivel público a través de mi programa “Saliendo a Flote” todo lo que concierne a los principales actores de esta película, que somos las personas en situación de discapacidad, dignificando por sobre todo nuestra vida y cada una de las instituciones, corporaciones, asociaciones y fundaciones que trabajan por esto. Y por sobre todo soy una detractora acérrima al show televisivo de la Teletón y mientras pueda continuar alzando mi voz lo haré hasta que nuestros derechos y deberes sean respetados y fiscalizados a cabalidad.

Porque somos sujetos de derecho, dignos, y por sobre todo seres humanos… Yo digo NO a la Teletón.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.