Discriminación racial en Chile

  • 04-01-2018

El último informe de Derechos Humanos del Instituto Nacional de Derechos Humanos inicia con un apartado que aborda las manifestaciones de discriminación racial en el país, especialmente contra la población afrodescendiente y nuestros pueblos originarios. El Informe señala en sus páginas que el aumento de la inmigración es innegable; incrementándose durante los últimos diez años de manera sostenida y estadísticamente significativa. Hoy tenemos medio millón de personas migrantes, 150 mil arribados en los últimos dos años. Esta realidad nos impone desafíos importantes, en especial considerando que aún no contamos con una nueva ley de migraciones y que existe una percepción de discriminación elevada en el país, centrada en grupos históricamente marginados (Informe Anual Derechos Humanos 2017 INDH) . Tal como señala la académica e investigadora en racismo y migración, María Emilia Tijoux, la migración no es un problema, sino un fenómeno social que ocurre en todo el mundo. “Hay que preguntarse por qué se trata como problema en nuestro país”, explica la profesora Tijoux (Fuente prensa Radio Universidad de Chile).

Entenderemos la discriminación racial de acuerdo a la Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación Racial, como” toda distinción, exclusión, restricción o preferencia basada en motivos de raza, color, linaje u origen nacional o étnico que tenga por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento, goce o ejercicio, en condiciones de igualdad, de los derechos humanos y libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural o en cualquier otra esfera de la vida pública”. Esta Convención obliga a los Estados firmantes a “no incurrir en ningún acto o práctica de discriminación racial contra personas, grupos de personas o instituciones”.

El órgano de esta Convención, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, en su informe a Chile 2013, reiteró “su preocupación por los y las migrantes de origen latinoamericano, quienes continúan enfrentándose a la discriminación y a obstáculos en el ejercicio de sus derechos. Además, nota con preocupación que ciertos medios de comunicación califican a los migrantes con prejuicios y estereotipos” (Fuente Informe DDHH 2017 INDH).  A su vez, ha sostenido en sus observaciones generales que la categoría de “raza” tiene una connotación negativa, que ha sido usada para fijar diferencias y jerarquías entre grupos o personas. El término, afirman, no tiene validez científica.

No solamente la mentada Convención respalda el derecho a la no discriminación por etnia. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) establece que los Estados parte deben comprometerse a garantizar a todos los individuos que se encuentren en su jurisdicción los derechos reconocidos en dicho tratado, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, credos, posición política, económica o cualquier otra condición social.  Lo mismo queda establecido bajo el Sistema Interamericano de Protección de los Derechos Humanos (SIDH), en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH), que establece que “todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen derecho, sin discriminación, a igual protección ante la ley”.

Por su parte, la Convención Interamericana contra el Racismo, la Discriminación Racial y Formas Conexas de Intolerancia, señala que “todo ser humano es igual ante la ley y tiene derecho a igual protección contra el racismo, la discriminación racial y formas conexas de intolerancia en cualquier ámbito de la vida pública o privada”. Es importante destacar que todos estos tratados establecen obligaciones vinculantes para los Estados que los suscriben.

El primer apartado del reciente Informe de DDHH del INDH nos invita a remontarnos al pasado para comprender el desafortunado impacto de la noción de raza. Anclada en la teoría de la evolución de las especies, de Charles Darwin, se aplicó la interpretación del evolucionismo social, “con una clasificación jerárquica para una escala de la genealogía humana, en que salvajes y civilizados se organizaban asimilando a negros y aborígenes con gorilas (razas salvajes) que debían separarse de las razas civilizadas. Así, los europeos blancos eran más avanzados que otras “razas” humanas pues aquellas con mayor desarrollo serían las superiores”. Posteriormente, estas clasificaciones fueron muy criticadas; tanto por considerar que existen pueblos y comunidades superiores e inferiores, como por su repercusión en prácticas genocidas, como la de la Alemania nazi contra los judíos.

Chile ha tenido una política histórica de ratificar gran parte de los tratados internacionales en Derechos Humanos, pero hay una brecha muy grande respecto de su cumplimiento, señala José Aylwin, Consejero del Instituto Nacional de Derechos Humanos y director del Observatorio Ciudadano (Fuente prensa Radio Universidad de Chile). No es la excepción en materia de discriminación y derechos de los migrantes. Recién a fines de agosto, la Presidenta firmó el nuevo proyecto de Ley de Migraciones; el que, además de no avanzar en su tramitación en el Congreso, fue realizado a espaldas de las organizaciones sociales y académicas comprometidas en la lucha por la reivindicación de los derechos de los migrantes y haciendo caso omiso de las recomendaciones formuladas. Por su parte, Piñera ya anunció que va a reponer el proyecto de migraciones  presentado el año 2013 durante su mandato anterior, proyecto que no se hace cargo de asumir la migración como un derecho, señala el presidente del Consejo Nacional de Migrantes, Eduardo Thayer (Fuente entrevista CNN).

El racismo siempre ha estado presente en nuestra historia nacional, a pesar de que la discriminación que han sufrido por su pertenencia comunitaria nuestros pueblos indígenas e inmigrantes afrodescendientes no tenga ningún sustento racional. La mayoría de los que habitamos este mundo tenemos ascendencias diversas, provenientes de distintas culturas y regiones; si la Tierra es nuestra casa común, debemos poder convivir respetando la diversidad. Una diversidad que, además de ser enriquecedora, nos constituye como seres

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