Ya no son acompañantes o simples adornos en los compromisos protocolares de sus maridos. Activas, profesionales y de opiniones fuertes, son estas mujeres que, en la actualidad, abandonan la casa presidencial y se dedican a trabajar directamente con la gente. Radio Universidad de Chile entrevistó a las candidatas a próximas Primeras Damas, quienes se enfrentaron en temas tan controversiales como la píldora del día después y el matrimonio homosexual.
La historia nos cuenta que el país pionero en utilizar el titulo de Primera Dama fue Estados Unidos,, cuando se funda la nación norteamericana y el Presidente se encuentra sin un titulo adecuado para su esposa.
El equivalente hasta ese entonces en las monarquías europeas sería la Reina Consorte, pero en el caso de Estados Unidos, ninguno de los títulos usuales correspondía a la posición de la esposa de un Presidente Electo. Así se encontró el titulo de Primera Dama. Luego, debido probablemente a la influencia política y cultural de esa nación, el calificativo se ha extendido a casi todas las repúblicas del mundo, incluyendo a Chile.
Pero con la llegada a la presidencia de la primera mujer en Chile, Michelle Bachelet, quien además no tiene esposo, se impuso un desafío al protocolo. Y aunque el título de Primera Dama se volvió anacrónico y, en este caso, simplemente no correspondía, las anteriores señoras de los Presidentes habían ocupado un rol social, principalmente a cargo de fundaciones y políticas públicas, que hacían imposible volver atrás.
Se optó, entonces, por crear el Área Sociocultural de la Presidencia, compuesta por siete fundaciones y una corporación cultural, y nombrar a una directora sociocultural, cargo que desde 2007 ocupa María Eugenia Hirmas, quien preside organizaciones como Prodemu, Integra, el MIM, y otras.
Sin embargo, con el regreso de un hombre a La Moneda, es posible que el cargo de Primera Dama se restablezca, al menos en lo que a actividades diplomáticas se refiere, y será Marta Larraechea o Cecilia Morel quien a partir del 11 de marzo ocupe ese rol.
La mujer del Presidente
Cecilia Morel Montes es orientadora familiar y juvenil del Instituto Carlos Casanueva y licenciada en Familia y Relaciones Humanas de la Universidad Mayor. Está casada con el candidato de la Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera, desde 1973.
Hasta antes de la campaña había estado bajo la mirada pública y aunque confieza que tiene “ganas de enfrentarse a lo nuevo” para ella, “el rol de primera dama está cada vez más anacrónico a través del tiempo, porque no quisiera dedicarme netamente a lo protocolar de acompañar a Sebastián en los actos públicos. En el fondo, tengo la suerte de que mi vocación, profesión y mi experiencia ha sido trabajar siempre con los sectores más empobrecidos”, dijo Morel.
Marta Larraechea Bolívar, también es orientadora social y fue concejal por la comuna de Santiago entre los años 2000 y 2004. Esposa del candidato oficialista, Eduardo Frei Ruiz-Tagle desde 1967, es una cara conocida en la política chilena, pues ya fue Primera Dama.
“Hay que vivir con las personalidades de la gente. Todas hemos hecho un trabajo gigantesco y yo soy un poco más dicharachera que las demás. Yo creo que voy a seguir siendo igual”, señaló “Martita.
Pero el cargo no implica dedicarse sólo a las labores protocolares, su posición también las obliga a tener posiciones en los diversos temas de la actualidad.
Y es en este punto donde se manifiestan las mayores diferencias. Respecto del matrimonio homosexual, Cecilia Morel, se muestra en desacuerdo e indica que “hay un premio Nobel que hizo un estudio longitudinal de la importancia del matrimonio hombre- mujer. Sebastián propone regular los aspectos patrimoniales de las parejas de hecho, sean del mismo sexo o heterosexuales, pero no el matrimonio. Tengo la teoría de que uno no puede promover los cambios culturales a la fuerza de acuerdo a lo que uno cree”.
Por su parte, Marta Larraechea comenta que “para mí, es vivir en la época de las cavernas criticar ese tipo de cosas. Todos somos iguales. La gente que es del mismo sexo y que se quieren, sienten que sus derechos no son respetados porque se les estigmatiza. Tenemos que ser todos porque vivimos en una sociedad absolutamente diversa”.
En relación a la píldora del día después Morel señaló: “Estoy de acuerdo en que exista la píldora después de informarme y ver todas las investigaciones científicas porque me doy cuenta que no es abortiva. Por eso, tiene que estar en todos los lugares públicos y farmacias y al alcance de las personas no por sus ingresos económicos. Al mismo tiempo, hay que tener mucho cuidado con que muchas personas queden embarazadas por lo de la píldora del día después”.
Larraechea coincide con esta visión y agrega que “en Chile no se sabe el número de abortos que hay porque están ocultos. Así mueren muchas mujeres o quedan enfermas o mutiladas. Hay que hacer campañas que prevengan eso y dar alternativas como la píldora del día después, que no se tiene que entregar sólo en las farmacias pagadas sino en todos los consultorios del país”.
Si bien, ninguna quiere opacar la labor de su marido, insisten en que harán grandes labores cuando en Chile nuevamente haya una Primera Dama.