Resiliencia: caer y saber levantarse

  • 26-01-2010

Muchas veces la vida nos da golpes fuertes y caemos dentro de abismo, sin mediar tiempo ni consecuencias que esto puede ocasionar. Caemos y el golpe es tan doloroso que en momentos se hace agradable quedarse tumbado en esa oscuridad, quizás por miedo o por comodidad.  Otras veces salimos, pero volvemos pronto a las profundidades. Y otros casos, todo sale bien y aprendemos de esta etapa, resultando fortalecidos y renovados. Para este último tipo de situaciones existe la palabra resiliencia.

La resiliencia es un término que viene de la ingeniería, significa la cantidad de energía que un material elástico puede devolver sin absorberla. En los años ’80, la psicología tomó el concepto y se lo apropió para clasificar el proceso donde un persona es capaz de salir delante de una forma socialmente satisfactoria, a pesar de haber vivido en una condición adversa.

Quizás, quienes nacimos con una discapacidad pasamos varias veces por ese tipo de momentos, donde debemos afrontar grandes problemas y decisiones importantes –de esas que muchos algunos no vivirán nunca-, y salimos adelante, sacando fuerzas de donde sea, nuestra familia, nuestros amigos, nuestras experiencias previas, etc. Sin embargo, muchas veces pienso en personas que de repente se ven afrontados a una situación difícil, en este caso puede ser una discapacidad de un hijo o una enfermedad invalidante.

Ellos también pueden salir adelante. Porque si bien el término resiliencia fue adecuado para los niños que nacen en un ambiente sociocultural negativo (padres alcohólicos, abandono, orfandad, separación de los padres, etc.) y que tienen la habilidad de desarrollar una vida normal a medida que van creciendo, también se puede usar en casos donde personas viven momentos trágicos y salen de ellos fortalecidos.

A fin de cuentas se trata de una adaptación positiva, “renacer cual fénix de las cenizas”, tras haber vivido un trauma. A diario veo cómo a mi alrededor las personas se derrumban por problemas pequeños, no los afrontan y les afecta de sobremanera u otras que antes grandes problemas se ven abrumados, prefiriendo quedarse sin hacer nada. En cierta manera, es molesto ver que eso suceda, porque teniendo todas sus capacidades al 100% hay algo que no les permite avanzar.

Es cierto que cada persona vive sus procesos de forma particular, pero no por ello se quedarán estancados en algo negativo. También se necesita ayuda y un soporte emocional de personas cercanas, pues salir nunca es fácil, menos si se está solo. Pero nada de ellos impide dar una vuelta de tuercas y avanzar.

Tampoco nadie nos garantiza que si volvemos a caer, volveremos a salir porque fuimos resilientes alguna vez. Según la psicología, ello no conlleva a un resultado positivo, pero haber sabido salir adelante previamente ayuda. Algo de esto sí puedo asegurar: es posible pararse y fortalecerse, si uno se da el tiempo de afrontar cuan mal está y proponerse salir caminando nuevamente, se logra.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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