Invictus, la última película de Clint Eastwood, gira en torno a uno de los personajes más fascinantes de la historia del siglo XX: Nelson Mandela. La vida de este político sudafricano que optó por estudiar leyes, que rechazó asumir el liderazgo de las tribus de los xhosas para convertirse en una de las figuras más señeras de la lucha por los derechos humanos de la era contemporánea es uno de los testimonios más reveladores de la fuerza de la razón. Madiba, como es conocido Nelson Mandela en Sudáfrica, soportó uno de los regímenes más monstruosos de la historia política del siglo pasado, cuando después de la Segunda Guerra Mundial se implantó el régimen del apartheid que tenía a los habitantes de raza negra de ese país viviendo en condiciones de sumisión y segregación en momentos en que se pensaba que ya no se volverían a ver atrocidades de este tipo luego del genocidio judío acaecido hacía apenas pocos años. Sin embargo, los descendientes de los colonos de raza blanca se enseñorearon a tal punto del poder y de la imagen exterior de Sudáfrica que pudieron mantener un sistema político antidemocrático a vista y paciencia de todo el orbe hasta que comenzó la de los noventa y, finalmente, Mandela fue liberado después de soportar 27 años de cárcel. Luego, se convertiría en el primer presidente de Sudáfrica elegido democráticamente mediante sufragio universal.
En la película, Eastwood no profundiza tanto en el Mandela encarcelado y sus múltiples sufrimientos, como en el hombre de Estado que ya puesto en el imperativo de ser el líder de una nueva Sudáfrica, decide gobernar para unir y no para separar. Así es como para sorpresa de sus correligionarios y millones de seguidores, Mandela decide tomar al rugby como un ícono de unión de toda una nación que ansiaba una reconciliación hasta lograr que en la Copa Mundial de 1995, Sudáfrica se coronara como ganadora.
Las primeras palabras de una entrevista dominical del Presidente Sebastián Piñera aludieron al hecho de querer ver a Chile convertido en el Campeón Mundial de Fútbol en Sudáfrica 2010. Recordé de inmediato a Mandela y pensé en la racha futbolera que se nos viene y de qué manera su ejemplo podría haber inspirado a nuestro actual mandatario.
Las diferencias entre uno y otro son tan enormes que es una torpeza hacer un paralelismo. Pero estoy segura que la receta salida de algún libro de ejemplos exitosos de liderazgo tiene mucho que ver en todo esto.
Mis pregunta son, ¿cuánto dinero se invertirá en las campañas publicitarias en el marco del Mundial de fútbol en Chile? ¿Cuántas empresas que se negaron a participar en la reconstrucción post terremoto no dudarán en estar presentes en esta justa deportiva con enormes avisos? ¿Podrá nuestro presidente y socio de un importante club de fútbol mantener al margen sus intereses accionarios?¿Podrá el Presidente Piñera sostener sus promesas de reconstrucción ante tanto griterío ensordecedor pidiendo un gol?