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Desafíos para organizarse en la ciudad

Columna de opinión por Julio Hurtado
Lunes 17 de mayo 2010 19:01 hrs.


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Nuestro país está en una situación en que muchas de las conquistas y derechos adquiridos corren el peligro de ser revertidos. Por lo tanto, esta puede ser la hora de la sociedad civil, independiente y organizada para enarbolar banderas democratizadoras. Sin duda que en este contexto la defensa de la ciudad puede constituir una gran instancia de participación ciudadana.

Actualmente hay algunos hitos relevantes en Santiago que ameritan y justifican la preocupación de la sociedad civil organizada para buscar una ciudad mejor, lo cual podría garantizar una más profunda democracia.

En primer lugar, está el tema del transporte público. El Transantiago, pese a todos sus errores, significó una quema de naves, ya no se puede volver atrás. Este sistema constituye el piso para la exigencia de un transporte público de calidad, rápido, regular, limpio, seguro, inclusivo y democrático.

Un transporte público con estas características  podría constituir uno de los pocos elementos integradores que tenga nuestra ciudad. Es por ello que las políticas urbanas tienen que darle preeminencia a la locomoción colectiva y no al negocio de la importación y uso indiscriminado de automóviles. En definitiva, debemos reconocer de una vez por todas que el transporte público es incompatible con las autopistas urbanas y el uso indiscriminado del automóvil. La situación es tan grave que es dable plantear la oposición excluyente entre un sistema colectivo de calidad e igualitario y el caos urbano.

Un segundo tema de gran relevancia es el peligro de desaparición del barrio de Avenida Matta al sur, lugar que tiene extraordinarias características urbanas, arquitectónicas y culturales, similar a como fue otrora el barrio Bellavista, claro que diez veces mas grande.

Este barrio vive el peligro inminente de ser arrasado por la acción de las inmobiliarias, cuyos edificios, todos iguales, desproporcionados, feos y de mala calidad, avanzan, cual fantasmas, arrasando todo cuanto de valor arquitectónico, cultural y de tejido social encuentran a su paso.

Un tercer hito, es la permanente depredación, por parte de las autoridades, de las escasas áreas verdes que tiene nuestra ciudad. Los organismos internacionales recomiendan 9 m2 de áreas verde por habitante. Santiago tiene como promedio sólo 3 m2, la mayoría concentrados en los sectores altos ingresos de la ciudad (quienes casi no las usan, ya que tienen sus propios jardines).

No obstante este evidente déficit, las autoridades municipales y nacionales permanentemente cercenan las pocas áreas verdes de la ciudad para construir nuevas pistas para los automóviles

Por último, ya que el listado puede ser interminable, en este comentario sugerimos la defensa del Río Mapocho como una bandera de lucha.  Pese a lo maltratado que ha sido por los santiaguinos, el río se debería constituir en un parque integrador (social y geográficamente) de la ciudad. Que fuera desde Lo Barnechea hasta El Monte. Debemos defender al río de aquellos que lo están convirtiendo en un horroroso borde de carreteras urbanas (costaneras norte y sur) y de aquellos otros que lo quieren desnaturalizar en su carácter de torrente, y pretenden hacerlo navegable. Este río es un torrente y debería albergar un parque inundable que sirva a toda la ciudad.

He ahí algunos interesantes desafíos para la sociedad civil organizada y defensora de nuestra hermosa y maltratada ciudad.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.