Miguel Otero, otra decisión de Piñera “en el límite”

Si antes se le imputó al Presidente Piñera la delgada línea entre los negocios y el conflicto de intereses al ocupar un cargo público, ahora el Gobierno nuevamente se enfrenta a cuestionamientos por los difusos límites de las autoridades. Esta vez es por Miguel Otero, acérrimo pinochetista, nombrado embajador en Argentina, quien desató un escándalo al defender el régimen en una entrevista en el país vecino.

Si antes se le imputó al Presidente Piñera la delgada línea entre los negocios y el conflicto de intereses al ocupar un cargo público, ahora el Gobierno nuevamente se enfrenta a cuestionamientos por los difusos límites de las autoridades. Esta vez es por Miguel Otero, acérrimo pinochetista, nombrado embajador en Argentina, quien desató un escándalo al defender el régimen en una entrevista en el país vecino.

Las declaraciones del embajador en Argentina, Miguel Otero, al diario El Clarín de Buenos Aires encendieron la mecha esta vez. En la entrevista, el diplomático señaló que “la mayor parte de Chile no sintió la dictadura. Al contrario, se sintió aliviada” y defendió el golpe de Estado, llamándolo “pronunciamiento militar”, término que no se escuchaba hace años en el país, al tiempo que desconoció la influencia de Estados Unidos en el quiebre institucional chileno, un hecho que desde Washington han reconocido.

Un discurso anacrónico para el Chile actual que inmediatamente generó reacciones. El presidente del Senado, Jorge Pizarro, manifestó que “el Presidente Piñera tiene que pedirle la renuncia, porque si no se puede prestar para que se piense que esa es la política del Gobierno en materia de política exterior, y eso es nocivo para los intereses del país”, solicitud a la que se plegaron los líderes de los partidos de la Concertación.

Sin embargo, desde la Cancillería descartaron pedir la dimisión al embajador y consideraron que sus declaraciones “forman parte del juego político natural y se realizaron a título personal”, según dijo el canciller subrogante, Fernando Schmidt.

Precisamente de visita en el país, Otero tenía agendada una reunión en La Moneda, a que asistió, pero la que probablemente sufrió un importante cambio de temario debido al escándalo que suscitó su entrevista.

El cuestionamiento a la posibilidad de los embajadores de realizar declaraciones “a título personal”, sobre todo el representante chileno en Argentina, país vecino donde radica una importante comunidad de connacionales, finalmente llevó al ex senador RN a pedir disculpas públicas.

“Pueden haber distintas opiniones y son todas respetables, yo no quiero mirar atrás (…) Por eso, disculpas a todas aquellas personas que han sufrido en cualquier dictadura, tienen toda la razón de reaccionar como han reaccionado, yo hubiese reaccionado de la misma forma”, señaló.

El diplomático indicó que quiere “reiterar que comparto el dolor de todos, quiero de todas maneras, que en el mundo brille la defensa de los derechos humanos, siempre he sido defensor de los derechos humanos y siempre los defenderé”.

Pero más allá de las controversias por los desafortunados dichos del representante nacional allende Los Andes, el episodio sacó a la palestra la presencia de pinochetistas en el gobierno de Piñera.

En el público intercambio epistolar que sostuvo el entonces candidato a la presidencia, Sebastián Piñera, con el analista político Patricio Navia, en diciembre de 2009, el actual mandatario aseguró que no gobernaría con ex colaboradores de la dictadura. Aseveración que Rodrigo Hinzpeter, actual ministro del Interior, llevó más allá diciendo que no estaría convocada “gente que participó o tuvo cargos de primera importancia y probablemente de segunda y tercera” entre 1973 y 1989.

“Si tú ganas, no quisiera ver a personajes identificados con la dictadura en puestos clave de gobierno. No le haría bien a la democracia chilena. Nada contra ti y tu grupo cercano, que tienes credenciales democráticas incuestionables. Pero vaya que me dolería llamar a votar por Piñera para ver después notorious (célebres) pinochetistas acompañándote en puestos clave”, le planteaba en diciembre Navia a Piñera, quien le respondió: “Leí tus tres aprensiones y te puedo garantizar que no debes temer a ninguna”.

Y si bien Miguel Otero no ostentó ningún cargo público durante la dictadura, sí se trata de “célebre pinochetista”, quien ahora ocupa la más importante delegación diplomática del país y cuyo nombramiento despertó suspicacias, pues es el encargado de generar vínculos con el gobierno de Cristina Fernández, más cercana a la izquierda.

Quién es el embajador Otero

Miguel Otero Lathrop realizó sus estudios secundarios en la Escuela Militar, donde egresó como Oficial del Ejército. Luego estudió derecho en la Universidad de Chile, donde formó parte de la dirigencia estudiantil en representación del Partido Nacional, del que fue secretario general, entre 1964 y 1966. Posteriormente, ingresó al Partido Renovación Nacional, siendo su vicepresidente entre los años 1988 y 1992. En 2001, integró la Comisión Política de RN.

Luego del golpe de Estado, en 1973 asumió como Contralor de la Universidad de Chile donde, según un artículo de la periodista Mónica González, “realizó una razzia que dejó fuera de sus aulas a todo profesor y alumno con ideas de izquierda”, afirmación que el abogado también desmintió en su reciente entrevista a El Clarín.

“De la Universidad de Chile, Otero pasó a las comisiones legislativas, cuatro grupos encabezados por cada comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Una parodia de Parlamento en el que se dictaron leyes que cubrieron todos los ámbitos, desde las privatizaciones hasta la eliminación de la negociación sindical colectiva”, cuenta además Mónica González.

Una vez en democracia, el abogado se postuló al Senado, pero no ganó. Sin embargo, llegó a la Cámara Alta para ocupar el lugar dejado por su compañero de lista, el asesinado senador UDI Jaime Guzmán. Desde ahí se opondría a revocar las leyes de amarre dejadas por la dictadura, entre ellas, la institución de los senadores designados.

A él se le debe también la llamada Ley Otero, creada después del escándalo conocido como “Piñera Gate” en 1992, cuando se transmitió por televisión una grabación donde Sebastián Piñera denostaba a Evelyn Matthei. Esta normativa establece reclusión y multas a quienes reproduzcan conversaciones o imágenes privadas. Ley ampliamente criticada por sus restricciones a la libertad de expresión, y que condenó a presidio remitido en 2003 a los periodistas de Chilevisión Alejandro Guillier, Patricio Caldichoury y Fernando Reyes, luego de revelar las imágenes del “Caso Calvo”.

18 años transcurrieron del episodio con la radio Kyoto que sacó de carrera al entonces precandidato a la presidencia, Sebastián Piñera. Y ahora, ya instalado en La Moneda, decidió nombrar a Miguel Otero en la embajada más importante para la política exterior de Chile. Efectivamente, el Presidente cumplió con su palabra: el abogado no fue funcionario de la dictadura, aunque sí un acérrimo defensor del régimen hasta estos días, como quedó nuevamente en evidencia.

Así como en la relación entre los negocios y la política, a Sebastián Piñera nuevamente se le acusa de rayar una delgada línea entre lo legítimo y lo incorrecto.





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