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Año XVI, 25 de abril de 2024


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El encuentro de Hinzpeter con Giuliani

El ex alcalde de Nueva York, quien acuñó el término “tolerancia cero” para extirpar la delincuencia de su ciudad, cobra entre cien mil y cuatro millones de dólares por asesoría. El ministro del Interior se reunió con él y no dudó en elogiar el sistema, que tiene muchas semejanzas con las propuestas del Gobierno en seguridad pública. Lo que no dijo Hinzpeter fue que la estrategia de Rudy es ampliamente criticada porque es, en definitiva, una política que usa “policías contras los pobres”.

Hugo Guzmán R

  Martes 22 de junio 2010 13:06 hrs. 
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No se informó de la posibilidad de que la empresa “Giuliani Partners LLC”, del ex alcalde de Nueva York y ex candidato a senador por el Partido Republicano, Rudolph Giuliani, asesore en materia de seguridad pública al gobierno chileno, después de que el ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, se reuniera con el personero estadounidense el jueves 17 de junio.

El grupo Giuliani ha cobrado entre cien mil y cuatro millones de dólares por asesorías en seguridad a gobiernos nacionales y locales que la han pedido o la han cotizado (Republicana Dominicana, México, Sudáfrica y Venezuela, entre otros). El comunicado del Ministerio del Interior chileno reportó el encuentro de Hinzpeter con Giuliani, pero no se clarificó si se acercaron a posibilidades de negocio, asesoría o acuerdo o si sólo se trató de un encuentro informal.

El jefe de Interior chileno puso como prioridad en su agenda de visita a Nueva York entrevistarse con Rudolph Giuliani (Rudy) al considerarlo un ejemplo en el combate a la delincuencia, lo que contrasta con cifras, informes y análisis que cuestionan severamente la política policíaca del conservador ex alcalde que hizo crecer en un 45% la fuerza policial neoyorquina, tres veces más que la media nacional (el gobierno chileno tiene trazado elevar considerablemente el contingente policial), y bajó las violaciones en un 40%, los asaltos en 72% y los asesinatos en un 70%.

Hinzpeter, al igual que muchos funcionarios latinoamericanos, llegó hasta Giuliani encantado, entre otras cosas, por ser el líder del proyecto “tolerancia cero” en el combate al delito, aunque el ex alcalde republicano prefiere hablar del “broken windows” (ventanas rotas) y el esquema “Compstat”, combinando la lucha “contra el crimen menor” con el uso de la informática y la gestión empresarial en la policía.

La influencia que Rudy Giuliani puede llegar a tener en el gobierno de Sebastián Piñera y sus planes de seguridad podría quedar explicaba en las elogiosas y elocuentes palabras del Ministro del Interior después del encuentro en Nueva York. “Estamos muy contentos con la reunión que hemos sostenido –dijo Hinzpeter- con el ex alcalde Giuliani. Él es un hombre de gran experiencia en materia de delincuencia, tuvo la valentía y el coraje de enfrentarse a ella y devolver a esta ciudad, Nueva York, a la gente que la quiere disfrutar en paz, y nosotros estamos buscando en todo el mundo las mejores experiencias, las mejores prácticas”. Añadió el personero que “queremos que el pueblo chileno viva tranquilo, en paz, sea feliz, disfrute las calles, como se hizo en Nueva York, que era una ciudad literalmente tomada por los delincuentes y un alcalde con decisión, con energía, cambió las cosas. Nosotros vamos a cambiar las cosas en Chile también”.

No quedó claro si, dada la confianza en esas políticas, el gobierno de Piñera está pensando en contratar los servicios de “Giuliani Partners LLC”. Tampoco si el Ministerio del Interior o la División de Seguridad Pública estarían pensando, por ejemplo, en tomar las 146 “propuestas” que el republicano trabajó para el gobierno del Distrito Federal en México o hacer un programa análogo al “Compstat” para ser usado por Carabineros o Policía de Investigaciones.

Lo que sí quedó claro en las palabras de Rodrigo Hinzpeter, es que el gobierno chileno no cree o no da crédito a los cuestionamientos, denuncias y análisis sobre la experiencia, prácticas, energía y decisiones de Rudy Giuliani.

De partida, algunos analistas indican que “tolerancia cero” debería denominarse “policías contras los pobres”, porque la centralidad de los operativos aplicados en Nueva York se concentraron en “los sin techo”, limpiaparabrisas, pintores ambulantes o artistas callejeros, vendedores ambulantes, mendigos, sex café, homosexuales, personas de raza negra, latinos y “delitos menores”. La “ley y el orden” como limpieza de la ciudad, donde se parte de la tesis de que los sectores pobres y marginales son la base del delito, son los que rompen las ventanas. Las analogías que se podrían hacer con Chile son evidentes.

Allan Arbulora Valverde, licenciado en criminología y Derecho, escribió que con la “tolerancia cero” se dio “a las fuerzas del orden carta blanca para perseguir agresivamente a la pequeña delincuencia y expulsar a los enemigos a los barrios desheredados. Se partió de la teoría de la “ventana rota” formulada en 1982 por James Q. Wilson y George Kelling (que) sostiene que si se lucha paso a paso contra los pequeños desórdenes cotidianos se logra hacer retroceder las grandes patologías criminales”.

El especialista indicó que “el objetivo de ésta reorganización es calmar el temor de las clases medias y altas…mediante el hostigamiento permanente a los pobres en los espacios públicos (calles, plazas, estaciones, ómnibus y subterráneos, etcétera). Para ello se emplean tres medios: la multiplicación de los efectivos y equipamientos de las brigadas, la reasignación de las responsabilidades operativas a los comisarios del barrio con la obligación de obtener resultados en términos cuantitativos y un relevamiento informatizado ( con un archivo central señalético y cartográfico que puede consultarse en las microcomputadoras instaladas en los patrulleros) que permite el despliegue constante y la intervención casi instantánea de las fuerzas del orden y redunda en una aplicación inflexible de la ley contra infracciones menores como la ebriedad, la mendicidad, los atentados contra las costumbres, las meras amenazas y otros comportamientos antisociales”.

La experta Florencia Fontan, master en Derecho de la Universidad de Harvard manifestó que el formato Giuliani “parte de la premisa de que cualquier violación a la ley, sea grave o no, como orinar en la calle o atravesar fuera de los pasos de peatón, permite al policía parar al sospechoso, revisarlo e interrogarlo”. Agregó en tono cuestionador que “eso sería imposible en la mayoría de los países latinoamericanos. Es inconcebible criminalizar conductas aprendidas culturalmente”. Por cierto, el gobierno de la Ciudad de México le pagó hace varios años, 4 millones 300 mil dólares a Giuliani para un plan antidelincuencia…y cualquier persona medianamente informada sabe cómo anda la delincuencia en esa capital.

Esa manera de ver el combate al delito, llevó a que en Nueva York se creara la Unidad de Lucha Contra los Crímenes de la Calle, es decir, el “delito menor” y la represión contra los protagonistas de la calle. En dos años hubo 45 mil personas arrestadas como “sospechosos”, 37 mil personas detenidas “sin motivo justificable” y hubo 4 mil casos abandonados por falta de pruebas. El 80% de los jóvenes negros y latinos de Nueva York fueron arrestados o cacheados al menos una vez.

Marina Lemle, de la ONG Comunidad Segura, escribió que esas políticas tienen un alto costo en derechos civiles y humanos porque “al intentar ‘cortar el mal de raíz’, reprimiendo hasta los ‘actos incívicos” que molestan a los ‘buenos ciudadanos’, surge un sistema represor policial-penal que criminaliza la miseria, abriendo espacio para los prejuicios y el uso excesivo de la fuerza”.

Mucho de lo anterior se constata, haciendo alguna analogía, con medidas tomadas por autoridades comunales, nacionales y policiales en Chile que llevan a limpiar de pobres grandes zonas urbanas, estigmatizar y reprimir “núcleos de peruanos”, efectuar operativos donde caen “sospechosos” como el realizado en el Barrio Bellavista y en Viña del Mar (y que se repetirá en otros lados), el objetivo de aumentar la dotación policial, castigar y reprimir todo tipo de ambulantaje, aumentar las penas por “maltrato de obra a carabineros”, combatir el comercio y las actividades informales de todo tipo, etc.

En esta línea, el Premio Nacional de Periodismo de México y especialista en temas de la derecha política, planteó que “perseguir a los desposeídos, agredir a quienes tienen hambre y carecen de techo, es uno de los peores crímenes que se pueden cometer. Es también la fórmula que resume la trayectoria de Rudolph Giuliani, quien por esa labor ha sabido cobrar millones de dólares a gobiernos latinoamericanos”.

Habrá que ver si será el caso de Chile. O si se seguirá la línea opcional planteada por juristas, penalistas, criminólogos, sociólogos, en el sentido de ver el tema de la delincuencia cotidiana como producto de las carencias económicas, sociales y educativas del país, y de factores específicos multicasuales (familia, entorno comunitario, etc.) y multidisciplinarios, inversión en prevención y orientación, coordinación a nivel país y de entidades. Claro, sin olvidar que en Nueva York como en otros lados, los triunfos frente a los carteles de narcotraficantes, tráfico de drogas, crimen organizado y mafias delictivas, son escasos los resultados.

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