Mujeres de sectores más vulnerables son más propensas a la depresión postparto

Un estudio reveló que la mayoría de las pacientes con depresión postparto no contaba con trabajo remunerado, sólo poseía estudios básicos, tenían embarazos no planificados y no poseía una pareja estable.

Un estudio reveló que la mayoría de las pacientes con depresión postparto no contaba con trabajo remunerado, sólo poseía estudios básicos, tenían embarazos no planificados y no poseía una pareja estable.

La depresión posparto puede afectar hasta el 30 por ciento de las mujeres. Sin embargo, la prevalencia dependerá de algunos factores de riesgo como, por ejemplo un  nivel socioeconómico bajo, las edades extremas de las madres, el embarazo no deseado, las dificultades conyugales, la mayor paridad (número de hijos), los problemas con los padres, las patologías gineco-obstétricas, el parto por cesárea, las complicaciones relacionadas con la lactancia y la enfermedad del recién nacido, entre otros.

En Chile los factores psicosociales, al igual que en otras partes del mundo, juegan un rol preponderante en esta patología. Así, por ejemplo, hay una relación inversamente proporcional entre el nivel socioeconómico y la prevalencia de depresión posparto. “Esto se debe a que en los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad hay, en mayor medida, una suma de casos de depresión postnatal y casos de trastornos depresivos preexistentes”, explica el doctor Enrique Jadresic, académico del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Oriente de la Facultad de Medicina de la U. de Chile.

Con el fin de describir las características de las mujeres que acuden a consultorios de atención primaria y que son diagnosticadas como portadoras de cuadros depresivos puerperales, se llevó a cabo un estudio financiado con un proyecto Fondecyt liderado por la doctora Graciela Rojas, directora de la Clínica Psiquiátrica del Hospital Clínico de la U. de Chile.

La investigación, efectuada en 440 mujeres que se atendían en cinco consultorios de la Región Metropolitana, incluyó a puérperas de 1 a 11 meses posparto. En una primera etapa a estas madres se les aplicó la Escala de Depresión Posparto de Edimburgo con el fin de determinar quiénes estaban padeciendo la patología. En los casos en que el resultado fue positivo se las evaluó con el mismo instrumento dos semanas después. Si  el indicador permanecía alto se las invitaba a participar en un estudio basal en que se les aplicó un cuestionario estructurado para explorar datos sociodemográficos, su historia laboral, los antecedentes perinatales y psiquiátricos, información de soporte social y una serie de preguntas que permitieron confirmar el diagnóstico de depresión y descartar a las pacientes con criterios de exclusión.

Perfil de las pacientes

Después de analizar los datos, los investigadores concluyeron que la mayoría de las pacientes con depresión posparto que se controlan en la atención primaria no cuentan con un trabajo remunerado, sólo poseen estudios básicos, carecen de un apoyo social adecuado, tienen embarazos no planificados y no poseen una pareja estable. Además, la generalidad de estas mujeres debía cuidar sola a su hijo y, en los casos que recibía ayuda, ésta provenía de su propia madre.

“Estas características psicosociales que han sido señaladas en estudios nacionales y extranjeros como factores de riesgo para este tipo de depresión, habrían condicionado la enfermedad de las mujeres estudiadas”, explica la doctora Rojas.

En cuanto a las complicaciones obstétricas, se halló que la prematuridad de los niños, es decir, el hecho de que las guaguas nacieran antes de las 38 semanas, potenciaba la depresión posparto. De hecho, el 18% de las mujeres deprimidas había tenido niños prematuros, indicador que es tres veces más alto que el registrado en la población general.

Desde el punto de vista clínico la investigación arrojó que la mayoría de las mujeres afectadas tenía antecedentes familiares de depresión y, además, había sufrido la patología previamente. “Las mujeres con trastornos anímicos puerperales tienen un riesgo sustantivo de presentar nuevos episodios de depresión en pospartos futuros. Dependiendo del estudio la recidiva o recurrencia puede llegar hasta el 40%”, señala el doctor Jadresic.

En estas mujeres se detectó ánimo bajo, anhedonia (incapacidad para experimentar placer) y fatiga o falta de energía. Esto es particularmente importante si se considera que una mujer con un niño recién nacido tiene una alta demanda, sobre todo si está sola.

“Las mujeres deprimidas en el posparto constituyen un grupo que requiere de una mayor atención clínica por su vulnerabilidad biológica, riesgo psicosocial y la presencia de sintomatología depresiva activa. Cuando no se interviene para recuperar a la madre se corre el riesgo de que se vea afectada no sólo ella sino también su familia, específicamente los hijos”, añade el doctor Jadresic.

Los psiquiatras recalcan que en los servicios de salud es necesario establecer protocolos que permitan detectar la depresión posparto, algo que actualmente no se hace. Asimismo, es prioritario crear las instancias para que las mujeres afectadas accedan a intervenciones especializadas que, incluso, podrían ser tempranas en caso de que se embarazaran nuevamente, ello porque un porcentaje significativo podría recaer.

“Esperamos que los datos que hemos recogido y analizado sean de utilidad para la implementación de un programa de tratamiento de la depresión posparto, patología que en Chile afectaría hasta el 20,5 por ciento de las madres. Si bien el país cuenta desde el año 2000 con un programa nacional para la detección, diagnóstico y tratamiento integral de la depresión, la patología psíquica puerperal suele estar subtratada, de ahí que sea necesario capacitar al equipo de salud en este ámbito de manera que podamos mejorar la salud mental familiar y la del binomio madre-hijo”, acota la doctora Rojas.





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