Diario y Radio Universidad Chile

Año XVI, 19 de abril de 2024


Escritorio

¡SALE!

Columna de opinión por Wilson Tapia
Miércoles 11 de agosto 2010 13:01 hrs.


Compartir en

Fue una verdadera liquidación.  Pero no es por eso que ha levantado tanta polvareda la venta de Canal 13 de TV.  El precio en que la Pontificia Universidad Católica (PUC) enajenó el 67% del canal -US55 millones-, es un detalle, no menor, pero detalle.  Hay otras cosas en juego.  Y casi todas políticas.

Cuando se supo que la PUC vendía su televisora al grupo Luksic, hubo quienes se sintieron afectados. Uno de los primeros fue el senador Hernán Larraín.  Lo hizo a través del diario El Mercurio.  Su protesta lleva el título “¡El Trece no!”.  El contenido de la nota puede resumirse en una de sus frases: “Vender su canal de televisión es algo que ni la PUC ni la Iglesia pueden hacer. Legalmente, tal vez, pero éticamente, no”. Larraín es senador por la Unión Demócrata Independiente (UDI), católico de férrea militancia, ex alumno, vicerrector académico y profesor titular de la PUC. Para llegar a esta conclusión, Larraín recuerda la misión de su Iglesia y de su Universidad. Y deja establecido un rechazo categórico a la actitud que privilegia los negocios por sobre el compromiso valórico. No condena a Luksic.  Su problema no son los empresarios en general, por el contrario. La condena va dirigida al enredo de intereses que pareciera ver en esta liquidación de temporada neoliberal.

La nota del senador UDI tuvo respuesta.  Los códigos funcionaron a la perfección.  No se le dio la jerarquía de un documento que pudiera ser asumido por el Rector en ejercicio, el médico Ignacio Sánchez.  El encargado de poner en su lugar a Larraín, porque hablaba de ética, fue el Rector Emérito Juan de Dios Vial Correa. En resumen, Vial se defiende enarbolando la aprobación que provocó la venta en la Iglesia, en el Consejo Superior de la Universidad y la positiva recepción que ha tenido en la comunidad universitaria. Desde allí justifica la venta de un mal activo para la PUC, ya que el canal tenía una deuda de US$55 millones.  Los mismos que Luksic paga.  O sea, se supone que van a los acreedores. En cuanto a la condena de Larraín por la supuesta trastada ética que significa la enajenación, Vial responde: “Tan atrevida afirmación no es sustentada por su autor en ningún argumento de peso”.

Efectivamente, quien habla de pesos, de deudas, de negocios es Vial, no Larraín.  Este último menciona la ética. Y es allí donde puede encontrarse la punta de esta madeja. El senador es un conservador que no se resigna a ver como su Universidad, su Iglesia, caen víctima de los intereses económico. En realidad no debería extrañarse. La rectoría anterior, que encabezara Pedro Pablo Rosso, impuso un modelo empresarial que ha resultado muy satisfactorio. El negocio de la Universidad Católica tiene hoy muchas cabezas. Ellas sobrepasan limpiamente el ámbito de la educación de pre y postgrado. Hoy, existe Salud UC, Dictuc, Educa UC, Mide UC, Solidaria UC. Estos holdings copan casi todos los mercados y se relacionan con el Estado a través del organismo denominado Políticas Públicas UC.

Por lo tanto, deshacerse de Canal 13 obedece a una decisión comercial en que la ética está ausente. Ahora si se mira desde otra perspectiva, alguien podría pensar que la venta no fue un buen negocio. Por lo menos, no tan bueno como lo pintan.  Si bien la PUC se deshace de una deuda gigantesca, la venta del canal -se lo cotiza en alrededor de US$82 millones- no podría llamarse un acierto.  En estos días se ha sabido que Chilevisión, el canal del presidente Piñera, está a punto de ser vendido.  Aunque esta es una noticia repetida, ahora tiene visos de definitiva.  Y los compradores están ofreciendo entre US$120 millones y US$150 millones. Lo que aún resta por determinar es si el nuevo dueño será la norteamericana Time Wagner -propietaria de CNN, TNT y HBO- o el grupo chileno Bethia.

La venta del 13 tiene muchas aristas. La pugna política entre seres que conviven en un mismo escenario ideológico, es una.  Podría esperarse que hubiera otra que naciera desde un árbol ideológico distinto.  Pero al menos la Concertación no puede hacerlo. Chilevisión era el canal de la Universidad de Chile y fue cedido, en 1993, en comodato por 25 años al grupo venezolano Cisneros.  Eso ocurrió en el gobierno de Patricio Aylwin.  En la misma administración en que se acuñó la frase: “No hay mejor política de comunicaciones que no tener política de comunicaciones” (Eugenio Tironi).

Otra arista es la que aparece cuando uno se centra en la importancia de los medios. No es ningún descubrimiento el peso decisivo que ejercen en la sociedad casi desde su nacimiento. Lo que sí ha cambiado es la condición. Cuando el brillante intelectual austriaco Karl Graus denostaba a la prensa -y en especial a los periodistas- por el papel que jugó en la Primera Guerra Mundial, mostraba un entramado de relaciones que ya no existe.  En aquel tiempo la prensa era un poder por si sola.  Hoy, en cambio, los medios son una parte más de los grupos económicos.  Por eso a nadie puede llamar la atención que Luksic, un banquero, inversionista minero, magnate alimentario, entre a la propiedad de un canal de TV.

Kraus denunciaba que “los poderosos le hacen el juego a la prensa”.  Hoy tal denuncia no tendría sentido. Poderosos y prensa son uno.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.