Intolerancia política, fanatismo religioso

  • 10-09-2010

Apertura política e intolerancia religiosa. Son los dos signos que han dado la vuelta al mundo en las últimas horas. Por un lado, el anónimo pastor de una minúscula iglesia evangélica del estado de Florida llama a una quema masiva de ejemplares del Corán para conmemorar el 11 de septiembre de 2001; por otro lado, Fidel Castro contradice el fanatismo islamista, al afirmar que, contrariamente a lo que sostiene oficialmente el gobierno de Irán, ”el holocausto sí existió” y reconoce el derecho a la existencia del estado de Israel, al tiempo que admite que el modelo cubano ya “no funciona ni siquiera para nosotros”.

No resultan extrañas estas afirmaciones a quienes tuvimos la oportunidad de conversar una vez con Fidel Castro y calibrar su extraordinaria capacidad intelectual y espíritu polémico, atributos suyos que continúan –según vemos- aún más vigentes, y que en las últimas semanas lo llevaron a admitir errores en la conducción de la crisis  de los misiles en 1962 y en la persecución de los homosexuales en la isla en aquellos años de “Fresa y Chocolate”, como se llamó la película cubana que abordó esta que fue una muestra de intolerancia de la Revolución.

No es raro que los medios internacionales se hagan eco de cada uno de los dichos del líder latinoamericano acaso más notable del siglo XX, como, por lo demás, ha ocurrido siempre con el carismático comandante. Más sorpresa causó que un pastor desconocido, de nombre Terry Jones, haya concitado tanta atención con su amenaza, a última hora retirada, de lanzar el libro sagrado de los musulmanes a la hoguera.

Pero si el Presidente Obama se refirió  sombríamente al asunto, afirmando que las leyes sólo permitían una multa por provocar fuego, y si el comandante de las fuerzas de la Otan en Afganistán advirtió sobre los peligros para la seguridad que el anuncio podía traer no quedó más que atender las consecuencias de esta manifestación de odio racial y religioso.

Con la Interpol alertando sobre una seguidilla de actos violentos, el pequeño pastor suspendió la quema de libros, pero aprovechó su minuto de fama para saltar de su perdida localidad al corazón de Nueva York, exigiendo reunirse con quienes promueven la construcción de una mezquita a dos cuadras de la zona 0, allí donde las Torres Gemelas volaron.

En el telón de fondo de este escenario se encuentra la ofensiva israelí-estadounidense en contra de la posesión por Irán de capacidad nuclear, un explosivo factor en el cual justamente ha centrado su atención Fidel Castro en todas sus últimas intervenciones públicas.

Este sería el efecto más pernicioso de la “guerra de civilizaciones” que se intentó declarar el 11 de septiembre hace nueve años. Una guerra en que la intolerancia política y social nace del fanatismo religioso y los prejuicios culturales, con muestras  que se han multiplicado desde aquella fecha hasta las últimas horas.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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