El 4 de agosto el gobierno giró y aceleró su aislamiento

  • 19-08-2011

El 4 de agosto el Gobierno hizo un giro político y aceleró la crisis al prohibir las manifestaciones por la Alameda, intentando limitar y cambiar la visibilidad pública del movimiento estudiantil. Ahora tenemos anuncios y confirmaciones de mayores y más amplias movilizaciones. El giro fue impulsado por el Alcalde de Santiago y  los nuevos ministros de la Udi. El supuesto es tan básico como lo fue el de Pinochet en su época. En ambas ocasiones la derecha buscó la disgregación de la protesta y cambiar la visibilidad de los manifestantes, reemplazándola por lo que necesitaba mostrar su gobierno, caos, agresiones a carabineros y a la propiedad. Prohibir las marchas es parte del plan de comunicaciones, al provocar generan resistencia: esta es vista como conflicto y desorden en la Tele. El 4 de Agosto la intervención policial transformó las grandes marchas en piquetes, estos sin organización ni masividad, son  fáciles de reprimir y provocar. De esa forma la televisión puede registrar y magnificar la violencia  de los encapuchados. Todo ocurrió como en el 83, y como entonces, las manifestaciones prohibidas se transformaron en protestas. Las cuales son un reclamo que involucra a los barrios de las ciudades del país.

El 4 de agosto del 2011  el movimiento estudiantil consiguió aunar un cambio en el estado de ánimo de gente muy diversa, molesta con las desigualdades y los abusos de una economía  desregulada que deja la mesa puesta, a merced de la ambición sin limites.  Cientos de miles de chilenos se expresaron con cacerolas y  miles acompañaron  las movilizaciones siguientes. La política del desgaste del Gobierno hacia el movimiento estudiantil sufrió su primer revés. El movimiento se fortaleció y entendió que no era necesario sentarse a conversar por conversar. Exigió garantías al Gobierno,   no confiaron en el cambio de gabinete como para armar comisiones a tontas y a locas. Sentarse a conversar atarantadamente podía  disgregarlos en mesas y submesas, algo similar al intento  del gobierno para desbaratar las marchas.

Hasta ahora el gobierno tiene  una confianza absoluta acerca de la eficacia del control mediático en la política. La debilidad de esa creencia es notoria. En Chile, salvo notables y heroicas excepciones en base a una política mediática no habríamos terminado nunca con la Dictadura. El Plebiscito del 88 fue el resultado de cientos de miles de actividades anteriores que lo hicieron posible.

En la actualidad las audiencias televisivas disminuyen sin que la tv pierda la primacía de  ser el medio  masivo por definición. Sin embargo, en los menores de cincuenta hay otras nuevas formas de informar y comunicarse, los medios electrónicos, diarios, revistas, blog, radios, canales de tv, junto a las redes sociales, la mensajería celular e Internet juegan un papel cada vez mas importante en  la circulación y debate de la información. Este cambio es vertiginoso, él contribuye a potenciar una conciencia independiente, o menos dependiente del control editorial conservador y oficialista. Los planos de libertad individual en la actualidad crecen por varias razones las más material y objetiva es el cambio que vivimos en las plataformas que usan la Web para informar, comunicarse personalmente, interactuar, responder, increpar. Hasta ahora ese poder no existía de manera masiva. Ese fenómeno mundial se instaló en Chile hace un par de años y los movimientos actuales  masifican sus usos. Es una parte irremplazable de la vida contemporánea no tiene ideología es una base material.  El Gobierno y las elites, como hasta hace poco, no tienen el campo despejado para instalar opiniones e informaciones, aunque tengan la masividad, hoy los medios están expuestos a un mayor interlocución de la población.

Otra vía por donde el Gobierno y sus partidarios buscan desgastar al movimiento  estudiantil es el escalonamiento de las soluciones. La Confech replicó que lo parcial se resuelve cuando tengan una oferta sobre de lo sustantivo. El gobierno y parte de la oposición tienen dificultades doctrinarias para entender porque se amplía el movimiento y se funde con otras organizaciones. Hasta ahora, parecía y ellos lo creían así, que la sociedad los seguía y compartía su argumento en cuanto a que la sociedad moderna es, más menos: consumo y finanzas. Los más entusiastas exponían con lujuria que vivíamos en una sociedad de consumidores, la realidad muestra una sociedad de personas con diversos intereses, con fuertes cuestionamientos al consumo y a las ambiciones desmedidas originadas por el dinero.

La situación creada por el movimiento estudiantil requiere reformas políticas. Las alternativas de plebiscito y asamblea constituyente a su vez requieren un movimiento que incluya al movimiento social para impulsarlas. La elite política cuya legitimidad de origen no se duda ha perdido representatividad. Se necesitan   nuevos instrumentos de alianza política y movilización para impulsar las reformas. La situación cambió tanto que la elite económica, política y mediática se aísla y paraliza con el resurgimiento del movimiento social. Lo que pensaron como el único mundo posible se debilita. Los conservadores de oposición ya no son la solución al problema. Como en otros países buena parte de la población se  liberó del influjo de informaciones pauteadas desde el gobierno y editores informativos más conservadores. Hay más espacio de libertad. Los estudiantes despertaron al movimiento social. La sociedad no era de las peores pero nos acercábamos a esos estándares. El chorreo es un chiste la deuda una tragedia. El 4 de agosto se hundió la democracia restringida.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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