"No podía vivir un día de su vida sin pensar en la película que venía"

Más de un centenar de trabajos audiovisuales dejó Raúl Ruiz, fallecido este viernes a los 70 en Francia. "Retratos de lo que la sociedad chilena ha sido", dicen los especialistas. "Es inimitable, se cierra una etapa del cine mundial", añaden. Ciclos de homenaje se multiplican en Santiago.

Más de un centenar de trabajos audiovisuales dejó Raúl Ruiz, fallecido este viernes a los 70 en Francia. "Retratos de lo que la sociedad chilena ha sido", dicen los especialistas. "Es inimitable, se cierra una etapa del cine mundial", añaden. Ciclos de homenaje se multiplican en Santiago.

Este martes a las 10:30 horas local en la Iglesia Saint-Paul de París se realizará la ceremonia fúnebre del cineasta chileno Raúl Ruiz, cuyos restos luego serán repatriados.

Radicado en Francia desde 1973, adonde se marchó exiliado luego del golpe militar, el premiado director deja más de un centenar de películas, series para televisión, documentales y todo tipo de trabajos audiovisuales.

Raúl Ruiz decía no saber ni él mismo cuántas películas había hecho. ¿Cómo lo hacía? En una áspera entrevista de 2003 en el Festival de Rotterdam, respondía que simplemente “trabajando como se puede, trabajando normalmente todos los días”.

“Uno huele las películas, uno dice: acá se va a hacer una película. La película ya está ahí, uno llega y filma. Si no piensas que las películas cuestan plata. Si empiezas a pensar que cuestan caro, ahí cambia todo. Todo el tiempo (tengo la limitación de fondos), pero no le hago caso”, señalaba.

Al menos dos proyectos elaboraba Raúl Ruiz cuando encontró la muerte. La noche de enfrente, película basada en historias del escritor chileno Hernán del Solar, se había rodado en marzo entre Santiago y Antofagasta y se encontraba en etapa de montaje.

Terminada esa grabación, en  Portugal se preparaba para grabar As linhas de Torres, cuyo estreno estaba programado para 2012.

Para el crítico Pablo Marín, su extensa filmografía, cuyo último título fue Los misterios de Lisboa (2010), se convirtió en seña de identidad: “Es un golpe, aun cuando sabíamos que estaba delicado de salud. Estaba claro para todo el mundo, pero como es un hombre que además siempre estaba haciendo cosas, hasta el final, uno decía ‘cómo cortar la continuidad del asunto, de qué manera’. Bueno, de golpe y porrazo”, dijo.

En el programa Semáforo de Radio Universidad de Chile, Pablo Marín aseguró que en las películas de Raúl Ruiz, “de alguna forma uno se ve al espejo, es un tipo que atacó el punto, que fue a ver de qué estábamos hechos. Eso es impagable”.

Pablo Marín recordó como ejemplo los rencores que provocó Diálogos de exiliados (1974), película “muy graciosa y cruel”. “Tiene que ver con cómo se planteaba el cine, cómo podía insertarse en el ojo de la tormenta. En el período chileno (hasta el exilio) él no se sitúa en un lugar específico. Hace un amasijo de elementos, se instala en las contradicciones del proceso y dice ‘quiero registrar, no quiero mitificar, no quiero falsear’. En esa suma de elementos, nadie quedaba muy bien parado, pero por otro lado, son tan definitorios y se mantienen tan vivos como retratos de lo que el país o la sociedad chilena es y ha sido”, explica.

“Es uno de los grandes creadores del cine moderno”, aseguró por su parte el cineasta Cristián Sánchez, ex alumno de Raúl Ruiz y autor del libro La aventura del cuerpo. El pensamiento cinematográfico de Raúl Ruiz (2011). “Su inmensa obra tiene un lugar preminente en el cine chileno, y diría que en el cine mundial”, afirmó, situándolo a la altura de directores como Jean-Luc Godard, Eric Rohmer y Robert Bresson, entre otros.

El autor de El zapato chino (1980) admitió que su ex profesor en la Universidad Católica tenía una relación “difícil y conflictiva” con Chile. “En las últimas obras que pudo hacer acá, como La recta provincia, Litoral, Días de campo, se fue reconciliando de a poco. Él decía que es como asumir la cara que le tocó a uno, no queda otra. Asumió a Chile”, dijo.

“Y hay otro Chile que sí le fascinaba. El del mundo popular, del humor. La idea de tomadura de pelo, de chiste, de talla, está presente en todas sus grandes películas. Eso siempre está destronando a la solemnidad posible de las imágenes o situaciones. Siempre está la risotada como posibilidad. Él siempre decía: hago muchos chistes, pero me los tomo muy en serio”, añadió.

Cristián Sánchez consideró además que “es difícil hablar de legado” en el caso de Raúl Ruiz. “Es inimitable. Se cierra una etapa del cine mundial con él. Porque su paso era complejo, iba en un sentido y en otro. Cambiante y caprichoso, como el clima: no se sabe hacia dónde va”, indicó.

Por eso, prefirió tomar la figura de Raúl Ruiz desde otro ángulo: “El ejemplo de amor por el cine. Era una persona que no podía vivir un día de su vida sin estar pensando en la película que venía, en el guión que estaba haciendo o pensando en su cabeza y en todas las otras cosas que se estaba proyectando. Siempre estaba pensando en el futuro”, concluyó.

Gratis en Santiago

El pasado 25 de julio Raúl Ruiz había cumplido 70 años, efeméride que había motivado varios ciclos que ahora se convertirán en homenajes.

La Cineteca de la Universidad de Chile exhibirá cada martes en la Biblioteca Nacional, hasta fines de septiembre, películas como Cofralandes (2002), El realismo socialista (1973) y Klimt (2006), entre otras.

En tanto, la Cineteca del Centro Cultural Palacio de La Moneda proyectará una decena de cintas durante el fin de semana, programa que se inicia a las 18 horas de este viernes con Palomita Blanca (1973) y sigue con títulos como Tres tristes tigres (1968), El tiempo recobrado (1998) y Días de campo (2004).

Asimismo, el Centro Cultural Matucana 100 inició en julio la exhibición de las series que Raúl Ruiz hizo para TVN, recta provincia y LaLitoral. El ciclo finaliza este sábado a las 19:30 horas. Todas las actividades tienen entrada liberada.





Presione Escape para Salir o haga clic en la X