A los 69 años murió este jueves el derrocado líder libio Muamar Gadafi en circunstancias que aún no han sido del todo aclaradas, a ocho meses de que se iniciara un levantamiento popular que contó con la ayuda militar de la OTAN y a dos meses de la caída de la capital, Trípoli.
El hecho se produjo en su ciudad natal, Sirte, que fue tomada durante esta jornada por el Consejo Nacional de Transición (CNT).
No existe claridad respecto a si Gadafi murió herido por un bombardeo de la OTAN, que se produjo a las 8:30 horas locales (3:30 en Chile), o ultimado por los rebeldes que lo encontraron.
Según Abdel Majid Mlegta, dirigente del CNT citado por el canal qatarí Al Jazira, falleció en medio de un tiroteo contra su grupo. Así también lo dijo el ministro de Información del CNT, Mahmud Shammam.
Junto a Gadafi murió su quinto hijo Mutasem; el jefe de las Fuerzas Armadas Abu Bakr Yunus Jabr, su portavoz de Gobierno, Moussa Ibrahim, mientras que otros personeros del régimen fueron detenidos. El segundo hijo de Gadafi, Saif al Islam, habría escapado de la ciudad.
El cadáver de Gadafi fue transportado a la ciudad de Misrata, afirmó la cadena satelital Al Arabia., aunque existen versiones contradictorias sobre su destino exacto.
Durante la jornada, canales de televisión y medios gráficos han difundido crudas imágenes del cádaver de Gadafi ensangrentado y maltratado por los rebeldes.
Apenas comenzó a difundirse información sobre los hechos, los libios salieron a celebrar a las calles de ciudades como Trípoli y Bengasi, gritando y haciendo disparos al aire.
Diferentes líderes, como el ruso Dimitri Medvedev, el británico David Cameron y el italiano Silvio Berlusconi, reaccionaron señalando que de este modo la guerra ha terminado y que Libia debe construir un Estado democrático moderno.
En cambio, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton no quiso ratificar la muerte de Gadafi y afirmó que “no garantiza el fin del conflicto”.
El fin de un ciclo
Se trata del tercer líder que cae desde el inicio de la llamada “primavera árabe”, luego de los derrocamientos de Hosni Mubarak en Egipto y Ben Alí en Túnez. Gadafi, sin embargo, es el primero que pierde la vida, luego de 42 años en el poder.
El investigador del Centro de Estudios Árabes de la Universidad de Chile, Eugenio Chahuán, explicó que la caída del régimen de Gadafi es el fin de un período que en el mundo árabe también supo de líderes como Gamal Abdel Nasser en Egipto, el rey Hussein de Jordania o el rey Hassan de Marruecos, entre otros.
“Libia representó dentro de la estructura política árabe una generación de líderes que asumieron el control del país en la década de los 60 y que gobernaron bajo una realidad absolutamente dinamizada por la Guerra Fría. Sin lugar a dudas, estamos frente a la caída de los últimos símbolos de ese período de cambio político, que significó la caída de las monarquías y la instauración de regímenes teóricamente democráticos en la zona, que lamentablemente después se convirtieron en dictaduras. Da pie para plantearse el cierre de un ciclo”, indicó.
El especialista del Centro de Estudios Árabes indicó además que Gadafi logró reinsertarse en la comunidad internacional gracias a sus vínculos comerciales con la Comunidad Europea y buenas relaciones políticas con EE.UU., basadas principalmente en los intereses energéticos de los países occidentales en el petróleo y gas natural de la región.
Además, el régimen de Gadafi funcionó como centro de control de procesos migratorios desde África a Europa y colaboró en la llamada “guerra contra el terrorismo”, impulsada por EE.UU.
“Estamos frente a una actitud de doble estándar muy frecuente en la política internacional por parte de las potencias occidentales en la región”, dijo Chahuán. “La caída de Gadafi no hubiese sido posible sin la participación militar directa de la OTAN. Han intervenido profundamente la realidad libia y lo esperable es que sigan interviniendo, porque los intereses que tienen en la región son bastante importantes, fundamentalmente en el petróleo”, advirtió.
Eugenio Chauán señaló finalmente que la caída de una dictadura es importante en relación al respeto a los DD.HH. y la democracia. “Es un logro histórico para la sociedad libia -dijo- siempre y cuando no conduzca a una nueva dictadura”.