Estas elecciones serán el primer laboratorio electoral de la Primavera Arabe. Tras ser los primeros en levantarse, ahora serán también los pioneros en el ejercicio del voto democrático. Unos siete millones de electores tienen cita con las urnas, nueve meses después de la caída del dictador Ben Alí, quien dirigió el país con mano de hierro durante 24 años.
Esta votación permitirá designar los 217 miembros de la Asamblea constituyente que deberá redactar la nueva constitución del país. Pero en medio del optimismo y el entusiasmo que suscitan estos comicios por ser los primeros verdaderamente democráticos y libres que se organizan en este país magrebí, los votantes deberán escoger entre una gran cantidad de listas y candidatos. Según los medios locales hay en todo el país unas 1522 listas y más de 10.000 candidatos.
Tras la caída y éxodo de Ben Alí, ahora exilado en Arabia Saudita, proliferaron las formaciones políticas de toda índole. Algunas de ellas, surgieron de las filas del antiguo partido del derrocado presidente. Otros se proclaman a favor del Islam. Otros candidatos se postulan bajo la etiqueta de independientes.
Según los sondeos, el gran partido islamista moderado Ennahda se perfila como el favorito de estas elecciones en donde la gran incógnita será la tasa de participación. Pero la perspectiva de una victoria de los islamistas, incluso los más moderados, hace temblar a los defensores del laicismo en este país, uno de los más avanzados del mundo árabe, con una población preparada y profesional, y donde la mujer goza de libertades que muchas musulmanas de todo el mundo anhelan.
De su lado, los tunecinos que habitan en el exterior, comenzaron a votar desde el jueves pasado. En el extranjero, el 40% de los votantes ejerció su derecho al sufragio.