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El oscurantismo pre-democrático de las ciudades chilenas


Lunes 21 de noviembre 2011 11:35 hrs.


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Mientras la sociedad chilena, liderada por los estudiantes, se despierta, cuestionando y removiendo elementos de nuestra conformación social, corriendo el límite de lo posible, las ciudades chilenas siguen en el oscurantismo, heredado de la dictadura. Sin exagerar, creo que nuestras ciudades transitan ese oscuro y pedregoso camino entre la dictadura, de la cual le quedan sus trazas fundamentales, a la democracia, de la cual aún no adquiere su definitiva conformación.

Es así que un alcalde, con oscuro pasado pero destacado gestor urbano y eficiente gerente de su parte de la ciudad, invita, como autoridad, a hacerle un homenaje a un torturador, condenado a ciento cuarenta años de cárcel. Esto sucede en el mismo momento en que, 32 años después, se exhuma el cadáver de un niño asesinado y torturado por los colegas del mismo torturador, quienes botaron su cadáver en un sitio eriazo de la ciudad.

En esa misma comuna, aún hay una importante calle que se llama 11 de septiembre, en homenaje al sangriento golpe de Estado. Oprobio para miles de chilenos. Oprobio que se extiende en la ciudad, porque en otra comuna de la capital  hay un ostentoso monumento al ideólogo de la dictadura y de la Constitución autoritaria que aún nos rige, con enclaves que impiden el pleno ejercicio de la democracia.

Poco tiempo duró la controversia acerca de la vergonzosa decisión, decidida por autoridades políticas y deportivas, de no dejar entrar a ciudadanos a ver un partido de fútbol en un estadio ubicado en un exclusivo sector de la ciudad. Desvergonzada demostración de segregación pura y neta.

Algunas universidades privadas (muchas de las cuales, ilegalmente, obtienen lucro), pese a que conservan la estructura física de un sector histórico de la ciudad, en su afán de maximizar sus ganancias, no consideran en su diseño espacios de contención, lanzando a los estudiantes a la calle, deteriorando y tugurizando de esta manera parte importante del centro histórico de la ciudad.

Mientras que autoridades han decidido construir un mall en el Muelle Barón, en Valparaíso se lleva a cabo un encuentro cultural: Puerto Ideas, que recuerda los grandes eventos de Concepción en la década del 50 y 60. Pero la televisión no se hace eco de ello. Solo se informa de crímenes y farándula.

Pese a que afortunadamente mantienen un rango de opinión ideológica mayor que la prensa escrita y la televisión, las radios (cada vez mas concentradas en su propiedad) uniformizan peligrosamente su oferta cultural y musical. Llegaremos solo al reggaeton?

Los cines viven un pavoroso proceso de concentración en su propiedad, en su localización dentro de la ciudad y en su oferta de películas. Estamos en presencia de una concentración monopólica del negocio, verdaderos enclaves de maíz confitado y  de mega producciones. En este contexto, hemos vivido con indiferencia el cierre del  cine Tobalaba, y sentimos pavor por la suerte de los cines Normandie y el Biógrafo.

Las empresas constructoras, día a día, afean la ciudad, destruyendo patrimonio arquitectónico, barrios históricos y redes sociales. Un alto costo que pagamos todos los chilenos, habitantes de las ciudades, para sostener un extraordinario negocio inmobiliario. Por otro lado, el uso indiscriminado del automóvil, en detrimento del transporte público y de la calidad del espacio público, provoca congestión, contaminación, irracionalidad en el gasto y perjudica a los sectores más pobres

Reiteramos que mientras la sociedad se despierta, la ciudad sigue en el oscurantismo heredado desde la dictadura.