Chile, sin cobre en los bolsillos

  • 18-01-2012

La OCDE, convertida en ese espejo franco que nos recuerda que no somos los más bonitos, ha emitido un nuevo informe donde le quita a Chile su disfraz de jaguar para mostrarlo en su cruda desnudez. Esta vez, junto con afirmar que las políticas sociales y la educación son los grandes pendientes del país, afirma que hay un amplio espacio para avanzar en la tributación a las empresas mineras.

Los antecedentes de contexto que entrega son desconocidos para la mayoría de los chilenos. Perú y Colombia por ejemplo, vecinos nuestros, cobran más que nuestro país a quienes extraen riquezas mineras de su suelo. Y en el caso de Australia, el cobro es de más del doble que Chile, en un contexto en el cual el país muestra una de las tasas tributarias más bajas de quienes integran la OCDE. Es por estas razones que se afirma que hay bastante trecho para subir los impuestos, sin que por ello se vea en absoluto amenazada la inversión.

Rara paradoja. Chile ha renunciado a convertir la minería en general, y el cobre, en particular, en una fuente de riqueza para el país, a pesar de encabezar la lista de naciones con reservas mineras a nivel mundial. Esta capitulación coincide con la aparición de nuevas potencias mundiales basadas en la explotación de sus recursos, con casos como el de Canadá, que incluso modificó su consolidada economía industrial para volcarse hacia las invaluables riquezas que existen en su territorio. Este país, junto a Australia, Rusia, Brasil y Sudáfrica, han dado origen a los Carbs, acrónimo de los nombres de estas naciones que además significa carbohidratos en inglés, lo cual redobla de significado el concepto.

Gracias al éxito de estas economías, el mundo habla del boom de las materias primas. Las naciones desarrolladas y las multinacionales trabajan en planes estratégicos para ser exitosos en el nuevo contexto mientras Chile, que podría ser potencia minera, se sienta a esperar que sus entrañas sean vaciadas sin pedir (casi) nada a cambio.

La nacionalización del cobre, propuesta durante el 2011 por los estudiantes, fue desechada porque “no tiene nada que ver con la educación” ¿cómo que no? La propia OCDE nos muestra cómo los dos temas están conectados: uno es el problema principal de Chile y el otro la mejor fórmula de financiamiento para resolverlo. Y lo dice la OCDE, a quien nadie podría acusar de ser una organización anticapitalista.

El gran desafío, junto con abrir la puerta a una política realmente nacional y de largo plazo de aprovechamiento de los recursos naturales, es hacerlo con respeto al medioambiente y a las comunidades locales. Muchas explotaciones simultáneas, de recursos y de pulmones, se cometieron en el pasado en el continente para favorecer a elites y multinacionales, como lo registra con erudición “Las Venas Abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano. Vivir encima de una fuente de riqueza ha sido una maldición histórica para los habitantes del continente.

El desafío del siglo XXI es cambiar ese rumbo trágico. Las condiciones de mercado están, pues en las últimas décadas ha subido el precio de los minerales y han aumentado las exportaciones, Y en lo que tiene que ver con América Latina, en 2000, Brasil, Chile, México y Perú concentraban el 26% de la inversión minera mundial. En la actualidad, el 40%.

Nuestro país tiene una historia con hitos soberanos en minería. La nacionalización del cobre, durante el gobierno del presidente Allende, se aprobó por la unanimidad de las fuerzas políticas y Codelco es la única gran empresa estatal minera del mundo. No hay motivo entonces, salvo el que seamos gobernados por el entreguismo, para que Chile se quede sin un cobre en los bolsillos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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