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Los lobos al acecho

Columna de opinión por Pablo Jofré
Miércoles 14 de marzo 2012 10:14 hrs.


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Finalizados ya los ecos por los carnavales de febrero en gran parte de los países cristianos y que marcan el inicio de la cuaresma, se ha intensificado, en el seno de la curia romana, la lucha por la sucesión del Papa Benedicto XVI.

Dicha conducta, que refleja la pugna por el poder en el Estado más pequeño del mundo, manifiesta también los afanes protagónicos de aquellos cardenales -principalmente italianos- que han sentido que sus “derechos” a la silla de Pedro han sido postergados, primero por la elección de un papa polaco y en los últimos siete años con la presencia de un cardenal Alemán, que se ha encargado de favorecer una apertura considerada inapropiada en el seno del críptico núcleo de poder que rige los destinos religiosos, políticos y financieros y mueve sus hilos con destreza en la denominada Santa Sede.

Apertura que ha sido necesaria, con todos su bemoles, vistos los escándalos por acusaciones de abusos sexuales de centenares de sacerdotes, como también denuncias de corrupción, vínculos con la mafia  y lavado de dinero que hacen recordar el escándalo del Banco Ambrosiano en la década de los ‘80 y que tuvo su expresión cinematográfica en la taquillera película de Francis Ford Coppola, “El padrino”.

Ese cerrado círculo religioso, conformado, principalmente, por octogenarios cardenales que suelen dedicarse a las intrigas palaciegas, está dirimiendo la lucha por el poder en forma “inédita y dolorosa”, según  señala el analista Pablo Ordaz, por vías que no solían utilizarse, como las páginas de medios de comunicación, filtración de cartas y denuncias de altos funcionarios del Vaticano, lo que refleja que la pugna por suceder al anciano Ratzinger está lanzada a tambor batiente. La Santa Sede está viviendo su propio Vatileaks, según palabras del portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi.

Como pruebas de esta conducta se presenta, primero, la divulgación de una carta del arzobispo Carlo María Vignaro -actual nuncio en Estados Unidos- donde denunciaba casos de corrupción en el seno del llamado Governatorato, departamento de licitaciones y compras del Vaticano. Segundo, trascendió y fue publicada en el diario Il Fatto Quotidiano, la misiva hecha llegar a Ratzinger por parte del cardenal colombiano Darío Castrillón Hoyos, donde éste consignaba que el actual arzobispo de Palermo, Paolo Romeo, en un viaje realizado a China, habría comentado proféticamente “el Papa morirá en 12 meses”, además de otras infidencias que daban a conocer la preferencia papal de ser sucedido por el arzobispo de Milán, cardenal Angelo Scola.

La cabeza de la Iglesia en Palermo se ha encargado de promocionar su propia candidatura señalando que la pelea por suceder a Ratzinger está entre él y el número dos de El Vaticano, el secretario de Estado Tarcisio Bertone, quien no es santo de devoción del pontífice romano. Según trascendió, el pasado viernes 24 de febrero, el Papa Benedicto XVI habría recibido en audiencia privada al siciliano, quien le habría expresado su “fidelidad” y habría desmentido las palabras que le atribuyeron. El tirón de orejas se habría sentido hasta en el Coliseo, refirieron humorísticamente medios italianos.

Como sea, estas filtraciones, las declaraciones de altos cargos eclesiásticos, la debilitada salud del Papa y las intrigas palaciegas demuestran que el próximo cumpleaños número 85 de Ratzinger podría significar la renuncia de éste al cargo que lo ha tenido a la cabeza de la Iglesia católica en los últimos siete años y por ello la jauría ambiciosa de poder ha estado tan activa. L´Osservatore Romano, periódico oficial de la Santa Sede, tituló su reportaje sobre esta serie de escándalos que han sacudido los cimientos de El Vaticano: “Un pastor rodeado por lobos”.

Ratzinger ha sido criticado sotto voce, por permitir que temas tabús como los abusos sexuales y acciones de corrupción ligadas a los vínculos entre religiosos, banqueros y mafia, salgan a la luz pública, se discutan y logre abrirse caminos de depuración al interior de una institución que suele lavar sus “trapos sucios” entre cuatro paredes.

Previendo el duro camino de intrigas, acuerdos bajo cuerda y alianzas cardenalicias previo a su posible dimisión, Ratzinger comenzó su propia estrategia para generar una sucesión favorable a lo que él cree debe ser el próximo camino de la Iglesia católica. El pasado 18 de febrero, Benedicto XVI ordenó a 22 nuevos cardenales, dieciséis de ellos europeos, entre los cuales la mitad son italianos, debilitando la opción africana o latinoamericana a elegir un Papa que salga de los muros europeos. A la fecha de la renuncia o la ya anunciada muerte de Ratzinger, existirán 125 cardenales menores a los 80 años que podrían definir la sucesión papal. Parte de esa estrategia es no detener tampoco sus periplos evangelizadores, como sucederá en este mes de marzo en sus anunciados viajes a México y  Cuba.

Para el editor internacional de Crítica Digital, el argentino Alfredo Grieco y Bavio, “el trasfondo de la nueva intriga vaticana parece tener que ver con la elección del próximo Papa, o más bien con a quién algunos no quieren ver en la silla de San Pedro después de Joseph Ratzinger”. Y en esas acciones, aquellos que suelen actuar en la sombra han criticado con fuerza  el que documentos de la curia, por ejemplo sobre el supuesto complot, hayan trascendido “de manera desleal” a la prensa.

La preocupación final parece estar, tal como lo ha señalado el periódico milanés Il Corriere della Sera y como también lo expresaron varios cardenales durante el último consistorio, por la posibilidad que un “estilo de gobierno” débil en la curia romana pudiera repercutir negativamente sobre toda la Iglesia universal. Y en esa opinión se impone la nomenklatura religiosa italiana y el dominio que ejercen en las distintas congregaciones, tribunales, consejos pontificios, sínodos, oficinas vaticanas, academias pontificias y en general todo el aparato de poder del Vaticano. Ese grupo de hombres que detentan el poder real están decididos a reconquistar lo que han considerado como su sillón propio desde hace dos mil años a la fecha. Alea jacta est en versión eclesiástica y los dados de esta suerte ya en curso los está manejando una jauría de lobos.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.