Diario y Radio Universidad Chile

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Escritorio

Molestia en Pelotillehue

Columna de opinión por Vivian Lavín A.
Domingo 25 de marzo 2012 10:46 hrs.


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De manera discreta, hasta ahora, se ha venido incubando una molestia cada vez más importante con las actuales autoridades culturales. Actores, escritores, editores, artistas, gestores culturales, académicos, entre muchísimos otros, no han encontrado una respuesta plausible que explique la manera cómo se han asignado este año los Fondos Concursables de Cultura. Una modalidad que encierra desde un comienzo profundas recriminaciones cuando se ha convertido casi en la única manera en que el Estado establece los recursos para el fomento y desarrollo de la cultura y las artes en Chile.

No habiendo otra posibilidad, no existiendo otro camino cuando la mayoría de las empresas chilenas están en la lógica de invertir millonarias cifras en escasos minutos en televisión en los programas de más altas audiencias, no importando su calidad, es que miles de personas terminan sometiéndose al sistema que impone el Estado. Para ello, debieron trabajar durante meses dándole cuerpo a proyectos de las más diversas áreas y temáticas pero que quedaron sólo en eso: en una idea. El Consejo de la Cultura, en tanto, licitaba de manera pública e inédita la posibilidad de convertirse en “evaluador de proyectos”, fórmula que permitió que personas de escasa experiencia y casi nulo conocimiento, como ha quedado establecido, tuvieran la potestad de ponderar y aceptar o rechazar los trabajos presentados.

Desde la misma suscripción se vulneraron de manera grosera las mismas reglas que el propio sistema se autoimpone, como que la “postulación en línea o vía internet” colapsó de manera tan rotunda que, en el Fondo del Libro, por ejemplo, terminaron aceptando solicitudes escritas o como fueran, y extendiendo el plazo a última hora, cuando ya muchos habían perdido valioso tiempo o se habían dado por vencidos.

Fue a principios de febrero, cuando medio Chile se encontraba dormitando sus vacaciones que aparecieron los resultados y se pudo constatar que los “evaluadores”, no sólo desconocían de plano el currículum de prestigiosos académicos a quienes asignaron puntajes de principiantes, por ejemplo, sino que además, tuvieron la tupé de justificar esos puntajes y rechazos, con un texto tipo que el mismo Fondo les entrega a ellos a modo de guía. Es decir, en lugar de rechazar un proyecto explicitando debidamente sus debilidades, como había sido hasta ahora, se limitaron al desacreditado y manido recurso del “copiar/pegar” un argumento que se les entrega a los mismos evaluadores con los aspectos que deben tener en consideración a la hora de asignar un puntaje determinado. Los casos son por cientos y la temperatura de los rechazados ha ido subiendo. Pero como estamos en Chile o en Pelotillehue, que a estas alturas es lo mismo, donde un Presidente de derecha se permite mencionar con cariño la causa “del tío Ho Chi Minh” o aplaude al movimiento estudiantil en foros internacionales mientras lo ataca con fuerzas especiales, los impugnados hicieron uso del “recurso de reclamación” que les asistía. El gran Plop! es que para el caso del Fondo del Libro, por ejemplo, cuando la carta de impugnación del reclamante establece la falta de prolijidad al momento de justificar el rechazo de un proyecto, sin exhibir argumentos pertinentes ni alusivos,  la carta de respuesta de la Secretaria Ejecutiva del Consejo Nacional del Libro y la Lectura no es sino una del tipo “copiar/pegar”, a la que sólo se le ha adherido de manera computacional los datos del requirente.

Las actuales autoridades parecieran divertirse de manera temeraria con la paciencia de los ciudadanos. Un juego tremendamente adrenalínico, que los tiene todo el día en la cresta de la ola pero que les ha hecho perder de manera dramática el respeto por el trabajo de quienes no son otros que sus pares. Olvidan que en este pañuelo llamado Chile y, particularmente, en los afanes culturales, son siempre los mismos que se están viendo las caras y que cuando se trata de faltas de consideración y de respeto que lindan con la desidia, la memoria no es tan frágil como se suele decir ni la paciencia tan laxa como para continuar silenciados.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.