Con la mafia siciliana en el espíritu, el senador Alberto Espina aludió erróneamente a la camorra napolitana, para denostar la defensa por la Concertación del desempeño de Michelle Bachelet el 27-F.Pero el verdadero referente planetario del oficialismo está en Nueva York, donde reside la ex Mandataria. Así lo demostró el propio Presidente Piñera, al terminar con la frágil tregua del 21 de mayo, que incluyó su pedido de perdón por los errores de gestión.
Gestión que se puso a prueba ahora por la “chanchada” de Freirina. La renuncia de la intendenta de Atacama, Ximena Matas, se sumó a fallas como las del Maule. En muchos casos es el conjunto del Estado el que yerra, a menudo que concomitancia incestuosa con empresas del sector privado.
Es notable: un Jefe de gobierno puede y debe someterse al escrutinio público, pero en el caso de Bachelet el ataque y defensa con afán electoral pervierten el ejercicio.
La gran pregunta es si los cuestionamientos a la ex Presidenta –que la semana pasada rompió su silencio de los últimos meses- afectarán su opción electoral. Aquella empezó a ser respondida en algunos sondeos. Según el Centro de Encuestas de la Tercera, la ex gobernante sube un punto en el apoyo obtenido en la medición anterior (42 %) y redujo de 29 a 24% su tasa de rechazo, manteniendo su supremacía frente a los tres presidenciables oficialistas.
Este flashback del terremoto y tsunami de hace dos años tuvo un correlato aún más lejano en el tiempo cuando Patricio Aylwin decidió evocar el sábado, en entrevista para El País de España, el régimen de la Unidad Popular, algo que el jefe actual de la DC, el senador Ignacio Walker, admite como quizás inoportuno.
Es cierto que los democratacristianos fueron siempre adversarios del gobierno de Salvador Allende, pero no es cierto que sus dirigentes no justificaran el golpe. No Aylwin, sino el ex Presidente Eduardo Frei Montalva, nos dio una razón para ello:
“Con la UP-nos dijo textualmente en su casa en 1975- pude ver lo que pasaría como en una película. Con el régimen militar no fuimos capaces de hacer lo mismo.”
Sumados en una gran culpa colectiva, decés y upés lograron el compromiso histórico que significó la Concertación. Pero ahora ese proyecto puede terminar porque la DC no quiere sumarse a una alianza con el partido Comunista, como lo propugnan los radicales y el PPD, partido este último conformado también con muchos post comunistas.
Tal vez recordando que la DC fue capaz de unirse con la Derecha en la CODE, para oponerse a la UP, Renovación Nacional persiste en su empeño de lograr un acuerdo con aquella para modificar el sistema político y así conseguir varias reformas en este ámbito.
Con la UDI molesta con su socio por estos acercamientos, las aguas transcurren turbulentas tanto en el oficialismo y la oposición como debajo de los puentes que se procura levantar entre ambos.