El antiguo jefe de Estado, que compareció acostado en una camilla con gafas oscuras y acogió impasible la sentencia, apelará la decisión, anunció uno de sus letrados.
“Apelaremos la sentencia. El veredicto está lleno de errores jurídicos”, indicó a AFP Yaser Bahr.
Mubarak, que se encontraba antes de la sentencia en detención preventiva en un hospital militar, fue trasladado inmediatamente después del fallo al ala médica de la prisión de Tora, en la periferia de El Cairo, para cumplir condena, según los servicios de seguridad.
Primer dirigente derrocado por la “primavera árabe” en comparecer ante un juez en persona, Mubarak se declaró inocente al inicio del juicio, que se abrió el 3 de agosto de 2011.
Mubarak escapó a la pena de muerte, que había pedido la Fiscalía, y también fue absuelto en uno de los casos de corrupción.
Su ex ministro del Interior, Habib El Adli, también juzgado por la muerte de unas 850 personas durante la revuelta popular de enero y febrero de 2011, recibió la misma sentencia, mientras que seis jerarcas de los servicios de seguridad resultaron absueltos.
El tribunal sin embargo no condenó a los dos hijos de Mubarak, Alaa y Gamal, juzgados al mismo tiempo por corrupción, al considerar que los hechos prescribieron, según el presidente del tribunal, el juez Ahmed Rifaat.
Alaa y Gamal Mubarak, vestidos con el traje blanco de los prisioneros, tenían semblante serio y los ojos marcados por las ojeras. A los dos se les humedecieron los ojos tras la lectura del veredicto.
Sin embargo, se enfrentan a otro juicio, que debería abrirse próximamente, por un caso de corrupción bursátil.
Tras la sentencia, estallaron breves enfrentamientos en la sala del tribunal, en las afueras de El Cairo. “¡El pueblo quiere que se limpie la justicia!” gritaron algunos abogados, furiosos tras la absolución de seis responsables de la seguridad y del anuncio de la prescripción de los cargos contra Alaa y Gamal Mubarak.
La televisión estatal, que retransmitió la audiencia en directo, mostró imágenes de un joven con el cuello ensangrentado mientras que otros hombres se pegaban.
Algunos abogados dentro de la sala dijeron a AFP que temían que Mubarak y Adli fueran declarados inocentes en apelación.
El juez Rifaat dijo haber tomado su decisión con “la conciencia tranquila”. Tuvo palabras muy duras para la situación de Egipto durante los treinta años de reino de Mubarak, al hacer referencia a la pobreza de la población.
También rindió homenaje a los manifestantes que se sublevaron contra el régimen a principios del año pasado. “Se dirigían hacia la plaza Tahrir pacíficos, sólo pedían justicia, libertad, democracia”, afirmó.
La audiencia se desarrolló entre medio de importantes medidas de seguridad.
Cientos de policías antidisturbios y vehículos blindados del ejército rodeaban el edificio para evitar la repetición de los enfrentamientos que tuvieron lugar en otras ocasiones ante el edificio entre partidarios y opositores a Mubarak.
Ante el tribunal, una veintena de familiares de víctimas, venidos de Alejandría, agitaban retratos de sus “mártires”. “¡Ejecución para el hijo de perra!” o “Treinta años de tortura y de asesinato de la juventud, el caído debe ser ejecutado”, gritaban.
El veredicto fue comunicado en plenas elecciones para designar al sucesor del presidente caído, en unos comicios pluralistas que contrastan con las votaciones jugadas de antemano que permitieron al ex mandatario mantenerse en el poder durante tres décadas.
En la segunda vuelta, los 16 y 17 de junio, se enfrentaran Mohamed Mursi, de los Hermanos Musulmanes, y el último primer ministro de Mubarak, Ahmed Shafiq.
Antiguo jefe del ejército del aire egipcio y luego vicepresidente de Anuar Al Sadat, Mubarak tomó las riendas del país más poblado del mundo árabe -82 millones de habitantes- tras el asesinato de Sadat en 1981.
Su estado de salud ha sido objeto de numerosas especulaciones: sufriría de problemas cardiacos pero el ministerio de Sanidad desmintió que sufriera cáncer, a diferencia de lo que aseguró su abogado.