Crecimiento vs Desarrollo

  • 12-07-2012

Chile ocupa el puesto Nº 49 dentro de 140 naciones del mundo y el Nº 1 en Latinoamérica en la versión 2012 del Global Innovation Index (GII) de la escuela de negocios francesa, Insead y de The World Intellectual Property Organization (WIPO), una medición cuyo objetivo es mostrarnos las tendencias y estructuras nacionales que facilitan o dificultan la innovación. Como se sabe, ésta última es crucial para el crecimiento sostenible, aunque muchos de los factores que la promueven son tareas de largo plazo.

El GII se basa en siete pilares (institucionalidad, capital humano e investigación, infraestructura, amplitud de mercado, ambiente de negocios, nivel de ciencia y tecnología y creatividad), cada uno dividido en tres categorías y aquellas, compuestas de entre tres y seis indicadores, por lo que para llegar al índice final se evalúan 84 coeficientes, de los cuales 62 son cuantitativos, 16 son compuestos y seis son cualitativos formados por encuestas.

Pero si bien en innovación ocupamos el Nº 1 de América latina, el llamado Índice Planeta Feliz (IPF) de la New Economics Foundation, nos ubica en el segmento medio bajo de la región, superados por Costa Rica, Colombia, Belice, El Salvador, Jamaica, Panamá, Nicaragua, Venezuela, Guatemala, Cuba, Argentina y Honduras. El IPF mide la felicidad, longevidad y sustentabilidad de la vida de quienes habitan en ellos, utilizando datos globales sobre esperanza de vida, extraídos del Informe sobre Desarrollo Humano; de bienestar, de la Encuesta Mundial Gallup sobre el tema, y la Huella Ecológica de la ONG WWF, como medida de consumo de recursos (cantidad de tierra necesaria para mantener los patrones de consumo del país).

Para medir el bienestar de las personas, Gallup le pregunta a los encuestados por una “escalera de vida” en la que se les pide imaginar una escala donde 0 representa la vida peor posible y 10 la mejor y reportar el peldaño en que se sienten que en la actualidad. En Chile, el promedio respondió entre el 6 y 7 (6.6). En materia de esperanza de vida también ocupamos buen lugar con 79,1 años. Pero nuestra huella ecológica hace caer la posición del país a un IPF de 53,9 puntos, pues cada persona requiere de 3.2 hectáreas globales (hectárea de tierra productiva con bio-capacidad media) para mantener el actual estándar de consumo.

Mirados en perspectiva, ambos índices podrían estar mostrándonos que si bien estamos haciendo bien la tarea del crecimiento, en materia de desarrollo sustentable, es dudoso, puesto que ciudadanos de países más pobres, pero cuya actividad económica impacta menos la naturaleza, se declaran más felices. ¿No habría, entonces, que parar la máquina del consumo irracional en la búsqueda alienada del modo de vida insostenible de países con sobre US$ 40 mil per cápita? Porque buena parte de las potencias tampoco lo hacen muy bien en este plano. Inglaterra tiene un IPF de 47,9; Japón, de 47,5; Alemania, 47.2; Francia, 46.5; Italia, 46,4; China 44,7; y España, 44.1, todos inferiores a Chile y con sobre 4 hs. globales para mantener el consumo de una persona. Y EE.UU. con un IPF de sólo 37,3, supera las 7 has. Es decir, si todos viviéramos como los norteamericanos, necesitaríamos 2,8 Tierras.

En Chile, con un per cápita de US$ 16 mil, distribuir mejor ese ingreso podría contribuir a morigerar la presión sobre el medioambiente y la ansiedad por un consumo imitativo de naciones cuya sustentabilidad –como hemos visto – es aún peor que la nuestra. Es cierto que la redistribución ocasiona cambios en los patrones de consumo (más alimentación, salud, educación o artículos del hogar para los más pobres, lo que impulsa cierta inflación de precios por alza de la demanda). Esto, a su turno, causa ajustes en materia de producción, inversión, empleo y distribución de los bienes y servicios. De allí que, la redistribución –vía reformas tributarias, sueldos mínimos o bonos-, junto con buscar mayor equidad, debe cuidar también la libertad, la que, aunque origina desigualdades, es crucial para un progreso material y espiritual sustentable.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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