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Los zurditos


Lunes 22 de octubre 2012 11:29 hrs.


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Últimamente a cierta gente de derecha le ha dado por pronunciar la palabra zurdos, zurdas, zurditos, con un dejo de algo parecido al asquito, algo así como que la gente que no piensa o despiensa como ellos no tienen cabida en esta sociedad. Obviamente que esto dicho en nombre de la libertad, la tolerancia y el desarrollo.

Probablemente, la gente más joven no debe saber lo que fueron las campañas del terror en los tiempos de Maricastaña, en la prehistoria, cuando aún no había tele en colores y, mucho menos, que el internet y los celulares se hubieran apropiado de nuestras vidas. Las campañas del terror no tenían ningún otro objetivo que evitar, por la vía del miedo más absurdo e irracional, que alguien de izquierda pudiera llegar al poder, entendiendo por izquierda cualquier partido o persona que no adscribiera a sus conceptos decimonónicos de sociedad, cosa que, por lo demás, no ha cambiado mucho hasta nuestros días.

Las campañas eran impresionantemente estúpidas, pero como eran dichas por personas que se habían auto erigidos como beneméritos hijos de la patria profunda y contaban, muchas veces, con el beneplácito y el apoyo de algunos curas ligados a las mismas familias de siempre, lo que le daba un toque de veracidad al cuento, ya que el púlpito tiene esa aureola de sagrado y quien está ahí predicando no miente, ni es perverso, ni mucho menos pedófilo.

De las cosas más notables que recuerdo, fue que homologaron el concepto izquierda a los comunistas, a los comunistas con los ateos, a los ateos con los asesinos de curas, pero, como si eso fuera poco, estos comunistas-ateos-asesinos, tenían macabros ritos de iniciación, que contemplaban violarse una monja y comerse una guagua, aunque en realidad podría haber sido al revés, total el orden de los factores no alteraba el producto.

La historia nunca consignó si esos comunistas de entonces se violaban a las puras monjas bonitas y hacían vista gorda con las feas o si las guaguas eran raptadas o cultivadas en viveros especiales de engorda. Tampoco se contaba si las guaguas eran comidas crudas o cocidas, en croquetas o en hamburguesas o si a las monjas las devolvían al convento después de mancillarlas.

La verdad es que dicho así suena absurdo y risible, pero, en el oscurantismo informativo de la época, mucha gente creía estas patrañas a pies juntillas y si alguien mencionaba que era de izquierda o, peor aún, que era directamente comunista, muchos se santiguaban y apretaban el paso para no sentir el nauseabundo olor a azufre que salía del cuerpo de ese ateo come guaguas.

Lo que podría pasar por una simple anécdota y una fábula sobre la inmensa tontera humana, no era tal, ya que detrás de las mentes marketeras , estaban los que convertían estos cuentos en una brutal realidad, habitualmente a punta de balazos, relegaciones, torturas, asesinatos, campos de concentración, que, también como parte de la prehistoria, ya habían sido utilizados por Gabriel Gonzáles Videla antes que por Pinochet, aunque este último quiso llevar esa práctica a la perfección y amplió la categoría de los comunistas a todos los que no estaban a su lado, se dejó guiar por la más simple de las consignas: si no estás conmigo eres marxista-leninista-perverso-humanoide , estás en contra mía y balazos contigo.

Como hoy por hoy, gracias a las redes, en general, nadie se traga el cuento de las monjitas violadas y los ateos alimentados con guaguas sabrosas y bajas en colesterol, la misma gente de antaño, aunque sean los hijos o nietos de los anteriores, decide que hay que adscribirse a la modernidad, ya que el cuco comunista no le quita el sueño a nadie, así que mejor  amplían el concepto, le dan una connotación más extensa, la cual parte casi en la DC y termina en los encapuchados anarcos y les llaman zurditos. Suena casi hasta más cariñoso, más amable, casi como un trato gratamente deferente del patrón al peón de fundo, pero en el subentendido que estos zurditos no son de la misma categoría y clase que ellos, a no ser que sean de aquellos zurdos que hablan con la mano izquierda y se llenan el bolsillo con la mano derecha, como varios exes de los gobiernos de la Concertación, que están de lo más entronizados en las empresas de sus otrora adversarios políticos.

Vale decir, los zurditos pueden coexistir con ellos en Chile, mientras no se metan en los grandes temas país, mientras no traten de echar abajo el sacrosanto modelo político-económico y que no traten de generar libertades personales más parecidas al libertinaje y la total decadencia moral, como son las pretensiones del matrimonio unisexual, el aborto terapéutico, la educación sexual en los colegios, todas cosas que atentan contra el orden ético y religioso que debe existir en un país que se precie de serio y trabajador.

Lo que sí les está permitido a estos zurditos aberrantes es comprar y gastar mucho, ojalá que también se puedan endeudar con los bancos, las universidades  y las casas comerciales, ya que eso no es un acto de consumo, sino que es un acto de misericordia divina que les permite acercarse a la categoría de ciudadanos.

Lo terrible de este asquito que le produce a cierta gente de derecha el concepto de ser de izquierda y el trato despectivo y burdo de zurdito, es el mismo que ha dado inicio a tantas persecuciones y brutalidades en nombre del orden establecido por el más grande y poderoso de los dioses, el dios dinero, en cuyas aras se queman los inciensos de la inmoralidad y el desprecio por el resto de los humanos, a sabiendas que una vez que estos adoradores vehementes y angustiados del capital se mueran, con suerte les pondrán un terno de marca cara y elegante en el cajón, ropa que también será comida con particular fruición por los mismos gusanos que se zamparon a un zurdo en otro cementerio para zurdos .