La posibilidad de que los miembros de la Unión Europea (UE) lleguen a un consenso para adoptar el presupuesto plurianual para los próximos siete años parece cada vez más lejana en Bruselas.
“Creo que no ha habido suficientes avances hasta el momento”, constató el jueves el primer ministro británico, David Cameron, a su llegada a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la UE.
“Hay realmente un problema porque no ha habido progresos en las propuestas para hacer recortes adicionales”, insistió Cameron, quien llegó bajo la presión del Parlamento, incluyendo de los laboristas, para rebajar el presupuesto de la UE y mantener el descuento llamado “cheque británico”, que compensa al Reino Unido por las subvenciones agrarias que reciben otros países de la UE.
“No es el momento de hacer pequeños ajustes. No es el momento de mover dinero de una parte del presupuesto a otra. Necesitamos un recorte de un gasto que no nos podemos permitir. Esto es lo que está pasando en nuestros países y es lo que debe pasar aquí”, agregó.
El presidente de la Unión Europea, Herman Van Rompuy, propuso un plan de unos 972.000 millones de dólares, equivalente tan sólo al 1% del PIB de la UE, para los próximos 7 años, muy por debajo de lo que pidió la Comisión.
Este proyecto mantiene en la práctica los mismos recortes globales de unos 80.000 euros que ya había planteado la semana pasada, aunque los reparte de manera distinta: reduce la tajada en las partidas destinadas a la cohesión y a la Política Agraria Común, como pedía Francia.
Pero Cameron espera recortes adicionales de entre 40.000 y 50.000 millones de euros, elevando la suma global a 120.000 a 130.000 millones de euros.
Francia y Alemania, los dos principales contribuyentes del presupuesto, admiten que un acuerdo aún está lejos por la división entre quienes tienen que llevarse la mano al bolsillo y las principales víctimas de la crisis económica, que no quieren renunciar a las ayudas.
Alemania también aboga por el recorte, aduciendo que la misma austeridad que se pide en las cuentas nacionales debe aplicarse en los gastos europeos. Sus intereses se contraponen a los “amigos de la cohesión”, entre ellos España e Italia, que piden que se tenga en cuenta la situación de los países más afectados por la crisis.
Ante la falta de acuerdo, se perfila la idea de volver a abordar el tema todo el fin de semana y, por qué no, dejarlo para las próximas cumbres de una Unión cada vez más desunida.