El tifón Bopha entró en Filipinas el martes por la noche por el este de Mindanao, con vientos de hasta 210 km/h y fuertes lluvias, que provocaron avalanchas e inundaciones en un frente de 700 km. El tifón afectó una región montañosa con muchas minas de oro propicia a las avalanchas, indicó el general Bernardo Ariel, que coordina los servicios de socorro.
El jueves la prioridad del gobierno era la búsqueda de las 379 personas desaparecidas y construir alojamientos precarios para los 179.000 filipinos que vieron sus viviendas destruidas, declaró el jefe de la seguridad civil Benito Ramos.
Los sobrevivientes de las zonas más afectadas seguían extrayendo del barro o de las casas derrumbadas los cuerpos de las víctimas. El gobierno filipino solicitó la ayuda de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), con sede en Suiza, para la construcción de refugios temporales para los damnificados, declaró la ministra de Asuntos Sociales Corazón Soliman.
La presidencia filipina envió dos navíos cargados de alimentos y equipos de urgencia para las 150.000 personas que viven en la costa este de Mindanao, donde tres ciudades seguían aisladas del mundo. La mayoría de las víctimas del tifón en Mindanao eran migrantes muy pobres atraídos por la fiebre del oro en las ciudades de New Bataan y Monkayo.