Como la carrera electoral ya está desatada, aunque, verbigracia el chilean buey, siga de lo más amarrada con el binominal, las frases rimbombantes tipo “yo me la puedo”, “yo me arranqué de Maipú” o la célebre “hablamos en marzo” con las que nos bombardean para demostrarnos sus increíbles y súper poderosas habilidades políticas y sus impresionantes capacidades de conectar con las necesidades reales de la ciudadanía, están haciendo nata en cuanto medio exista.
Todo el mundo tiene claro que son frases hueras, carentes de ideas, armadas entre las paredes de los marqueteros, sin substancia alguna, sólo humo de colores para que los inocentes piquen en ese mar que tranquilo te baña. Pero por lejos, la más insólita, más mentirosa y más descarada es la de la renovación. No hay palabra más de moda entre los políticos actuales para demostrarnos que cada uno de ellos, a diferencia de sus adversarios del mismo signo o del contrario, encarna la esperada renovación de ideas, caras e ímpetus de cambios que el país viene pidiendo a gritos hace rato.
El único problemilla del uso indiscriminado de este concepto nace de quienes lo utilizan, ya que son exactamente las antípodas de cualquier cosa que suene a renovación, más bien son el conservadurismo más puro y desfachatado que vive en nuestro país, tratando de hacernos creer que una sonrisita hueca o una mirada perdida en las nubes, que dé la impresión de profundidad basta y sobra para que aparezcan completamente renovadas sus viejas y anquilosadas ideas.
Veamos a los y las renovadas de la ¿¿oposición??
El primer lugar, por las encuestas, es de la señora Michelle Bachelet:
Inolvidable su eslogan de “nadie se repetirá el plato” con el que quiso partir su gobierno. La mentira tenía las patas cortitas, cortitas y al poco andar, estaban casi todos los platos repetidos, pero lo peor estaba por venir ya que sólo se dedicó a dar cositas, bonos de todas las especies mientras su gobierno se aferraba con dientes y muelas al modelo dejado por Pinochet y sus adláteres. Lo más divertido es que ella misma se va a repetir el plato que tanto despreciaba y lo hará, sin lugar a dudas, con los mismos que estuvieron en el poder veinte años, plato que seguirá dando más bonos de invierno, verano, primavera y otoño, mientras idean nuevos trucos para mantener las AFP´s, las Isapres, el lucro en las universidades y una larga lista de etcéteras. O sea, de renovación, ni el olor.
En segundo lugar Claudio Orrego, el participante DC:
Aparece como una cara joven, algo es algo y se ganó legítimamente su derecho a la competencia en una primaria interna, lo que tampoco es menospreciable, muy por el contrario. El problema es cuando empieza a dar rasgos de sus pensamientos y es un tipo decimonónico frente a la vida, se autodefine representado por los valores de Aylwin, lo que indicaría que ese es su modelo a seguir, vale decir él actuaría en la medida de lo posible frente al modelo, tema ya ultra conocido por la ciudadanía y en lo valórico representaría lo contrario de lo que la sociedad chilena quiere en los ámbitos de la libertad personal, o sea, nuevamente de renovación ni la sombra, sólo una cara nueva con ideas muy viejas.
En tercer lugar Andrés Velasco:
Este es el candidato que más asombro me causa en lo personal. Asombro más bien parecido a un recurrente malestar estomacal, que a la admiración. Este es el candidato “IM”: IMpresentable, IMperdonable, IMpávido, que se presenta como la alternativa renovada y progresista frente a Bachelet, cuando está fresco en la memoria su deplorable actuación como ministro de Hacienda de la misma señora, donde fue incapaz (lástima que no exista la palabra IMcapaz) de tener gestos de mínima decencia social como la supresión del 7% a los jubilados o la extensión del posnatal, con tal de satisfacer su verdadero yo profundamente neoliberal. Vale decir, este candidato representa a la perfección la anti renovación.
José Antonio Gómez:
La verdad es que no sé qué podría representar, fuera de ser más de lo mismo de los que ya estuvieron veinte años administrando el país, sin contar con que sus posibilidades son iguales a menos cero, aunque su gran gracia es no vender la pomada de renovado, lo que no deja de tener valor.
Ahora los y las renovadas de la ¿¿alianza??
El primer lugar, por las encuestas, es Laurence Golborne:
Era un desconocido en la política, hasta que, por arte y magia de la chimbiricoca, en esa extraña obsesión de Piñera por dejar fuera a los políticos de su gabinete, aparece como ministro. Si no es porque se apropió de manera unilateral del rescate de los 33 mineros (Ojalá no haya ningún malpensado que relacione lo de unilateral con la subida de los cargos a los usuarios de las tarjetas de Jumbo) lo más probable es que ya sería un ex ministro. Hoy se presenta como el candidato de la renovación derechista, como una rareza de la capacidad meritocrática, como un independiente que se arrancó a perder de las oscuras calles de Maipú para ser quien es hoy, alguien que se codea con las élites y vive en casas caras. Hasta acá todo bien, el problema es que va bajo la sombra del árbol de la UDI, por antonomasia el partido más conservador y anquilosado del espectro político chileno, que hará moverse a su candidato al ritmo de la música que le pongan. O sea, de renovación, este candidato tiene tanto como los jerarcas de su partido, la nada misma.
Andrés Allamand:
Este es el otro candidato de la Alianza, claro que por RN, partido más desparramado en lo liberal , lo que le podría haber dado un aire más renovado, pero que él, amarrado por su pasado y su actual esposa UDI, se encarga de desmentir en cada palabra que expresa, en cada gesto que tiene o en cada alocución que hace. Es un tipo con cara meridianamente joven, pero con ideas absolutamente retrógradas. Llega a dar la sensación que en la Alianza están cambiadas las cartas y que Allamand debería ir por la UDI y Golborne por RN.
Por último los ¿¿independientes??
En esta categoría está MEO:
Candidato curioso este, llegó a un 20 % en las elecciones pasadas con un discurso rupturista, pero hasta ahí le llegaron los impulsos, hoy, al igual que el resto, busca sus cuotas de poder armando tinglados con sus ex amigos de la Concertación y adaptándose al sistema, cosa que lo va haciendo parecerse cada vez más a un político de los antiguos, así que por este lado, hay tanta renovación como en la concertación, sólo una cara joven y un discurso con matices, pero actuando muy a lo tradicional. Ahora bien, hay gente que cree que algún día se va a destetar y ser capaz de dar un paso verdadero. Vaya a saber uno si le da el cuero.
Franco Parisi:
Más de lo mismo, pero corriendo por la derecha con pocas posibilidades,
Marcel Claude:
Aparece rupturista, pero con cero posibilidades.
En resumen, lo que nos prometen es lo más parecido a esa renovación de votos nupciales en parejas que llevan muchos años casados, lo único nuevo es el cura, porque el que los casó ya pasó a mejor vida, pero todo el resto es lo mismo, sólo que más viejo.