Vengo de la cordillera al mar: Las nuevas zonas vitivinícolas

Hoy ya no basta con reconocer un vino por su valle, la diversidad de clima y geografía a lo ancho de nuestro territorio obliga a instalar también las ideas de costa, entre cordilleras y andes. Acá algunas pistas de cuáles son esas zonas y como se traducen esas particularidades territoriales en los vinos.

Hoy ya no basta con reconocer un vino por su valle, la diversidad de clima y geografía a lo ancho de nuestro territorio obliga a instalar también las ideas de costa, entre cordilleras y andes. Acá algunas pistas de cuáles son esas zonas y como se traducen esas particularidades territoriales en los vinos.

Cuando decimos los tomates de Limache o las papayas de La Serena lo que estamos haciendo es reconocer que hay territorios cuyas particularidades geográficas y climáticas generan productos con definidas características y que son esos productos los que le dan renombre a ese territorio. Esta Denominación de Origen es central en el mundo del vino ya que permite anticipar el tipo de vino que produce determinada zona. En Europa esto está ampliamente regulado e inserto en la cultura del vino a tal extremo que en muchos lugares los vinos no se nombran por su cepa, sino por el valle del que se originan.

En Chile, la zona central fue tradicionalmente el terreno en que reinaron las viñas, con los años –y especialmente en las últimas décadas- se ha ido descubriendo y redefiniendo los valles y sus características de producción. Desde el Elqui a Malleco es emocionante ver como Chile se llena de parras que producen vinos que nos cuentan de su lugar de origen.

Recientemente a la identificación por valle se han sumado las zonas vitivinícolas de cordillera, centro y costa, para reconocer y celebrar las particularidades que la diversa geografía de nuestro territorio le aporta a los vinos. Hoy la legislación que rige a los vinos chilenos permite usar estas definiciones siempre y cuando el 85% de la uva que se utilice provenga de la zona especificada.

Costa:

Oficialmente las zonas de Ovalle (Limarí);  San Juan  y Valle del Marga Marga (San Antonio);  Lolol (Colchagua);  Portezuelo y Coelemu (Itata) pueden anunciarse como zonas de costa, lo que significaría que sus parras estarían influenciadas por la brisa marina y por un clima más frío traduciéndose en vinos con mayor frescura y mucha mineralidad, lo que luce especialmente en los vinos blancos.

Entre Cordilleras:

La zona central del país está delimitada al este y oeste por altura, Los Andes a un lado y la cordillera de la Costa al otro. Esta belleza imponente que nos tiene a los santiaguinos sufriendo en invierno por la falta de ventilación es la misma responsable de algunos de los vinos más elegantes y premiados de nuestro país. Un clima en general cálido, protegido por los cerros de las extremas temperaturas y que incluye en su denominación las zonas de  Punitaqui (Limarí);  Panquehue (Aconcagua); Isla de Maipo, Talagante, Melipilla, Alhué y María Pinto (Maipo); Rancagua y Peumo (Cachaopal), Santa Cruz, Palmilla, Peralillo y  Marchigue (Colchagua), Rauco y Sagrada Familia (Curicó); Talca, Pencahue, San Rafael, San Javier, Villa Alegre, Parral, Linares y Cauquenes (Maule); Chillán y Quillón (Itata); Yumbel, Mulchén (Bíobío) y Traiguén (Malleco).

Andes:

Empinándose en las alturas de los Andes también hay viñas.  Las heladas que en estos terrenos podrían hacer temblar las parras son aminoradas por las masas de aire matutinas proveyendo de buena ventilación y protección ante el imponente sol a estos viñedos que, por ejemplo, en el Elqui y el Limarí alcanzan los 2.000 metros sobre el nivel del mar. Bien trabajadas estas uvas pueden dar vinos muy frutales e intensos como los que vienen de Vicuña y Paiguano (del  Valle del Elqui);  Monte Patria y Río Hurtado (del  Valle del Limarí); Salamanca e Illapel (del  Valle de Choapa);  Santiago, Pirque, Puente Alto y Buin (del Valle del Maipo); Requinua y Rengo (del valle del Cachapoal);  San Fernando y  Chimbarongo (del Valle de Colchagua);  Romeral y Molina (del Valle de Curicó); y  San Clemente (del Valle del Maule).

Así que ya lo sabe, la próxima vez que tome un buen vino nacional no se conforme con preguntar por el valle, intente reconocer también la zona de ese valle en que se originaron esas uvas y disfrute de la diversidad que nos ofrece Chile a lo largo y ancho de su territorio.

 





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