Entre el mito y el tabú: Sexualidad y discapacidad

  • 22-04-2013

Bajo la consigna de lo ‘moralmente aceptable’ se han desatado, a través de la historia, una cantidad innumerable de conductas represivas. Las religiones, en cualquiera de sus denominaciones, condenan de manera inhumana muchos de los actos que los seres humanos realizamos por naturaleza.

La Declaración Universal de los Derechos Humanos en su artículo numero 1 reza que ‘Todos los seres humanos nacen libres en igualdad y derechos y, dotados como están de razón y consciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros’. Sin embargo, todas las iglesias son en parte responsables de actos de discriminación, negación y falta de libertad. Se ha derramado sangre por esto y probablemente se siga haciendo.

A través de estos ocho años y medio que llevo en este mundo de la discapacidad me he topado con cientos de personas las cuales me dan a conocer que no se pueden imaginar la palabra sexualidad dentro de la discapacidad.

La falta de cultura y vivir en una sociedad segregadora nos condena a ser excluidos de este acto sólo por el hecho de ser personas con discapacidad.

¿No tenemos derecho a tenerla? ¿Cuál es la fantasía? ¿Cuál es el morbo? No puedo imaginar las conversaciones que existen respecto a este tema, ya que no existen.

El miedo ha sido mi peor enemigo y mi gran aliado durante todo este proceso. Gracias a su compañía incondicional y a un tremendo trabajo de autoconocimiento, he logrado observar, ver y reconocer que la seducción o el acto de seducir no va relacionado ni a mi falta de movilidad, ni a mi silla de ruedas, sino que a mi actitud.

Si dejáramos en algún minuto la genitalización de lado, veríamos la sexualidad en plenitud. El tacto, el olfato, el escuchar, el ‘ver’ realmente convierte al ser humano y su relación con la sexualidad en un acto de consciencia, entrega y amor genuino.

La discapacidad motora, visual, visceral, cognitiva, auditiva, permite dejar de lado uno de los sentidos y la falsa sensación de ‘control’ que tenemos sobre nosotros mismos.

El contacto que no es físico, lo que observamos que no es visible, lo que oímos estando en silencio, se refiere a una palabra hermosa, transcendente y transmutadora: conexión.

Es muy difícil tener una conexión con el otro sino la tengo conmigo, por lo tanto la comunicación se convierte en un elemento vital para sostener este barco desconocido y maravilloso que es el autoconocimiento.

Hoy, estamos bombardeados de información de los horribles actos de violación de parte de curas y sacerdotes, profesores y muchos otros. Pedofilia y miedo por doquier y seguimos parchando heridas que en cuerpos sutiles nunca van a sanar jamás. Pero a la vez también permiten programas de televisión de alto calibre, teleseries nocturnas donde el protagonismo es el desnudo, programas juveniles donde los ‘jóvenes’ casi niños, compiten por menos ropa, mientras más pechugas mejor y el plástico al mejor postor…

La Educación Sexual es un ramo tan importante como los que actualmente considera el Ministerio de Educación. Ojalá que 8 horas en una sala de clases durante 12 años valgan la pena y para que alumnos y alumnas tengan un mínimo de conocimiento respecto a lo que pasa con ellos mismos emocionalmente.

¡Dejemos de genitalizar! La vida sexual es una etapa vital y maravillosa en todos los seres vivos. Conectémonos, enseñemos, traspasemos nuestras experiencias, ocupemos nuestro mejor sistema de comunicación con el otro… nuestro cuerpo. Expresémonos a través de él y con él. Saquémonos la venda de los ojos y de nuestro corazón. Es en ese preciso minuto en que el miedo se retira.

Uno de los grandes miedos de una persona con discapacidad es a quedarse sola.  Lo curioso es que es que esta parte de la población es la que  tiene más relaciones felices, se siente sexualmente plena,  tanto ellos como sus parejas,  y se reconocen como genuinas y verdaderas. Mi pregunta es ¿Por qué?

Las personas con discapacidad, no somos ‘angelitos’, somos seres humanos. Tenemos trabajo, vida sexual, derecho a voto y somos capaces de escribir estas columnas.

¿Cuántos de los que están leyendo este artículo sin ser discapacitados carga una silla de ruedas emocional en su espalda sin verla? Esa es la discapacidad.

¿Se sintió identificado con la última pregunta? Mírese desnudo al espejo y vea lo que ese espejo es capaz de reproducir…

*Carolina Pérez. Experta en Neurociencias para la Educación. Dicta la cátedra  “Integración del Universo de la Discapacidad en la Sociedad Actual” en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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