La recientemente fallecida ex premier británica, Margaret Thatcher, no pasó inadvertida por Downing Street 10, como otros primeros ministros de su país y, al contrario, su temperamento, personalidad y convicciones le generaron amores y odios, partidarios y detractores en todo el espectro político, pero jamás indiferencia.
Fuertemente criticada por una temprana adopción del ideario neoliberal, pocos saben, sin embargo, que Thatcher se hizo no pocos enemigos en el mundo financiero, simplemente por aplicar de modo riguroso sus ideas de libertad con responsabilidad. Lejos de reaccionar ante las crisis, con hacendosa ayuda a los bancos para salvarlos de la quiebra –como lo hicieron políticos de todos los colores frente el griterío de un sistema financiero que llegó a tal condición por su excesivo apalancamiento, especulación y crédito blando- Thatcher no transó en su ideario cuando debió enfrentar, como Premier, la anterior crisis.
En efecto, el 19 de octubre de 1987, llamado “Lunes Negro” -como el 15 de septiembre de 2009, tras la quiebra de Lehmann Brothers- los mercados financieros y bolsas del mundo se desplomaron en niveles de entre el 22% y hasta el 60%, haciendo desaparecer miles de millones de dólares de inversionistas en menos de 24 horas. En la oportunidad, como en el 2009 se pronosticó el fin del capitalismo, mientras la noche anterior el Reino Unido sufría una tormenta que dio pábulo a visiones que auguraban el fin del mundo.
Unos meses antes, en marzo, el gobierno de Thatcher había anunciado la venta de otro porcentaje de su participación en la petrolera estatal, British Petroleum (BP), siguiendo con el plan de privatizaciones de empresas públicas que llevaba adelante su administración. El valor de venta por acción fue fijado en 333 peniques, un descuento de cerca del 6% sobre el precio del mercado de ese entonces. A tal precio, el total de las acciones en venta tenían un valor de 7.200 millones de libras.
El 15 de octubre se emitió el boletín informativo de la Oferta Pública de Acciones (OPA) que reiteraba dicho valor total garantizado por un grupo de bancos que recibiría jugosas comisiones por participar en la operación. Pero con el “lunes negro”, el precio de las acciones de BP cayó muy por debajo de los 333 peniques garantizado por los bancos. Como consecuencia, dichas entidades no podían vender las acciones en la bolsa al antiguo precio y solo un despistado llegó a comprar acciones de la OPA, no obstante que se podían adquirir las mismas BP en bolsa, a un precio muy inferior.
Los bancos iniciaron una dura campaña que se extendió por varios meses para conseguir que el gobierno de Thatcher los liberara de sus compromisos y así ahorrarse miles de millones de libras que producía la citada diferencia de precios. Pero la Thatcher les recordó que el compromiso de precio seguía en pie y que debían pagar el valor garantizado al gobierno. La venta se efectuó y los bancos vendieron las acciones en bolsa a precios más bajos, realizando la pérdida, en vez de generar utilidades por comisiones que habían esperado.
La controvertida Primera Ministra tuvo la opción de ayudar a los bancos, de aceptar su petición de cambiar el precio acordado y ahorrarles millones de libras, a costo del Estado y los contribuyentes, pero no lo hizo. Los líderes políticos que rescataron a los bancos al estallar la actual crisis y los que lo siguen haciendo, no han mostrado igual entereza. Margaret Thatcher rindió examen sobre sus convicciones, asumiendo las consecuencias de aquellas. ¿Cuántos pueden decir lo mismo?