UDI y el PS: cada oveja busca su pareja

  • 20-05-2013

Mientras la UDI restauró su unidad interna eludiendo la realización primarias en la circunscripción de Santiago Oriente, el PS se reconcilió con su abanderada presidencial, imponiendo ese mecanismo en la Región de Los Lagos. Ambos hechos expresaron de un modo elocuente el contraste de los ethos políticos de cada partido y el peso que éstos tienen, incluso a pesar de la incapacidad de algunos de sus dirigentes para canalizar las fuerzas culturales de sus electores.

Después de meses de tensiones intestinas en el seno del gremialismo, el candidato presidencial de la UDI, Pablo Longueira, asestó un golpe de timón enviando a los dos aspirantes al Senado por Santiago Oriente a disputar cupos en las Regiones de Los Lagos y Los Ríos, para instalar en su reemplazo al líder del ala más conservadora del partido, Juan Antonio Kast, quien, lejos de la capital, buscaba un escaño de la cámara alta en PuertoVaras.

En la vereda de al frente, la abanderada Michelle Bachelet causó el quiebre de su originaria corriente interna en el PS, la Nueva izquierda, forzando al Presidente del partido, Osvaldo Andrade, a proponer primarias para dirimir el incordio trabado en Los Lagos, entre el patriarca de su sector, Camilo Escalona, y el ex alcalde Rabindranath Quinteros.

Es claro que los candidatos removidos en la UDI, Ena Von Baer e Ivan Moreira, carecen del peso político que ostenta en el PS el senador Escalona. El verdadero denominador común que tuvieron las contiendas de la UDI y el PS fue el reestablecimiento de sus tradiciones y el fortalecimiento de sus respectivos candidatos presidenciales. Longueira lució sus dotes de liderazgo, realzando valores apreciados en su sector, como el orden, la disciplina y la eficiencia electoral. Bachelet hizo lo propio, reclamando democracia interna, participación ciudadana y renovación.

Desde la perspectiva de los vencidos, en la UDI fracasó el estilo más liberal de su presidente, Patricio Melero, y perdió el método democrático como mecanismo de distribución del poder; todo lo cual no es más que el retorno a las prácticas tradicionales del gremialismo, aquellas que lo han hecho próspero y políticamente eficiente.

En tanto, en el PS fue abatida y seriamente dividida la mayoría interna aferrada al poder sin contrapesos que, paradójicamente, se jactaba de poseer las “llaves del reino” por su cercanía con Bachelet. Es decir, también se reestableció una tradición partidaria basada en la convivencia de múltiples corrientes internas que se reparten o alternan el poder.

El orden jerárquico como base de gobernabilidad es a la UDI lo que para el PS es el debate y la participación popular.

Los desenlaces acontecidos tanto en la UDI como en el PS respondieron a las expectativas de sus respectivos electores y permitieron retomar la senda de tradiciones culturales que constituyen la base de sus ideologías.

Heridos y derrotados quedaron Escalona y Moreira, pero la peor de las derrotas la sufrió la Ley de Primarias, cuyo debut y despedida tuvo un solo acto. Es el resultado de una norma con la que el Gobierno y los parlamentarios pretendieron aparentar voluntad democratizadora y blanquear su incapacidad corporativa de remover el verdadero escollo democrático, radicado en el sistema electoral binominal.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

Presione Escape para Salir o haga clic en la X