Elites, ciudad y protesta social

  • 19-06-2013

Turquía y Brasil están viviendo profundas y masivas protestas sociales que tienen acorralados y perplejos a ambos gobiernos. Estas protestas comenzaron por problemas relacionados con la ciudad, por un proyecto gubernamental para construir viviendas en un parque de Estambul, en el caso de Turquía, y en el caso de Brasil, por un reclamo respecto a las tarifas del transporte público urbano y por la expulsión de pobres que habitaban cerca de los estadios de futbol que se construyen para el próximo mundial.

En ambos casos las multitudinarias y sorpresivas protestas comenzaron por reclamos por los atentados a la calidad de vida de los habitantes de la ciudad. En el caso de Chile es evidente la similitud en el tema del transporte público (el caso del Transantiago es paradigmático) y también vemos que en las ciudades chilenas tenemos un serio déficit respecto a las áreas verdes, y al espacio público en general. Es así que la Organización Mundial de la Salud, OMS, sugiere 9 m2 de áreas verdes por habitante y en Santiago, apenas llegamos a 3 m2. Además estas pocas áreas verdes están concentradas, ya que hay comunas que superan los 20 m2, mientras que otras apenas alcanzan a 1 m2 de área verde por habitante, lo cual es un decir, ya que en realidad se trata de terrenos baldíos.

Sin embargo, no son la escasez de áreas verdes, ni la calidad y el precio del transporte público los únicos problemas que afectan a las ciudades chilenas y sus habitantes, ni Santiago es la única ciudad afectada. Así vemos serios problemas en Punta Arenas con el tratamiento de un rio; en Puerto Montt, producto de un crecimiento acelerado, sin planificación, se están incubando problemas sociales muy profundos; en Temuco estos últimos días se ha hecho evidente una de los múltiples problemas que sufre la ciudad, el de la contaminación.

Por otro lado, Talca en el futuro se verá enfrentado a un problema de segregación inédito en esa ciudad, la cual era una de las ciudades más integradas y democráticas del país, ya que en el centro de la misma vivían sectores de bajos ingresos, conviviendo con los más afortunados. Sin embargo, terremoto, especulación inmobiliaria e irresponsabilidad de las autoridades mediante, estos sectores fueron expulsados a la periferia de la ciudad. Situaciones similares, potencialmente problemáticas, vemos en la mayoría de las ciudades del país.

Al respecto, resulta curiosa la ceguera de las elites, ya que las ciudades chilenas, especialmente Santiago, son lugares con altos niveles de seguridad, en que las elites pueden vivir y realizar sus actividades sin necesidad de un ejército privado de seguridad. Cuestión que es única en Latinoamérica.

En un reciente programa de televisión, en que se trataba el tema de la desigualdad y la discriminación, el senador Carlos Larraín, presidente del partido Renovación Nacional, y uno de los políticos más conservadores del país, sostuvo que el mercado no puede ser el único actor de la ciudad, incluso mencionó el nefasto papel que las empresas constructoras han desempeñado en la generación de desigualdad y discriminación en nuestras ciudades.

Dos preguntas finales:

Se están demoliendo antiguas edificaciones en la intersección de las calles Bandera y Catedral, que debe ser una de las esquinas más ricas patrimonialmente de Santiago, ya que está frente a la Catedral y al ex Congreso Nacional, al lado del Palacio Fernández Concha, de la academia diplomática (palacio Edwards) y cerca de la plazoleta de los Tribunales de Justicia, cabe preguntarse ¿Cuales autoridades a nivel nacional, regional o comunal están supervisando para que no se construya en esa esquina un adefesio, o se dejara esta decisión al libre juego de las empresas inmobiliarias y constructoras involucradas?

 

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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