La Europa de la Troika

  • 09-07-2013

En el maletín, los llamados “hombres de negro”, llevan un compendio de medidas estándar como son bajar los salarios, aumentar la edad de jubilación, potenciar los contratos basuras, agilizar el despido libre, elevar el IVA y seguir la senda de las privatizaciones. Un recetario completo implantado de forma indiscriminada en la zona Euro. En su conjunto, el paquete se conoce como “políticas de austeridad” cuyo fin sería  disminuir el déficit fiscal, hacer frente a la recesión y estimular el crecimiento económico. Medidas consideradas el factótum para sortear  la crisis que enfrenta el capitalismo transnacional,  sea cual sea la situación y circunstancia. Sus forjadores, el Fondo Monetario, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo, están  convencidos de su eficacia  y las defienden a ultranza. Nada parece indicar que  vayan a entrar en barbecho o sean cuestionadas.  Por el contrario, se profundiza en ellas a pesar de su estrepitoso fracaso.

El último informe de la Troika ha subrayado el error de cálculo que conlleva su puesta en práctica en Grecia. Los objetivos  no se han logrado, provocando un efecto bumerán, más pobreza, aumento de la desigualdad y un recorte sustantivo de los derechos políticos, sociales y económicos. El colofón, el cierre de la televisión pública, un ataque directo a la libertad de información.  Ninguna de las medidas apuntadas por los “tecnócratas y expertos”, privatizaciones, despido de funcionarios,  recortes en sanidad, educación,  bajada de sueldos y salarios, han revertido la situación. Uno de los firmantes del informe,   el Fondo Monetario, advierte que la deuda pública en relación con el PIB, en la actualidad del 186%, sólo bajará al 130% en 2030. Y por si fuera poco, los ingresos obtenidos por la venta de las empresas públicas no han cubierto las expectativas, situándose  en   46.000 mil millones de euros, es decir 20.000 millones  menos que los presupuestados.

Pero eso no es todo, Según la OCDE, entre 2009 y 2011 Grecia ha reducido su déficit público estructural desde el 12,8%  hasta el 1,8%, es decir seis puntos anuales. En un año, explica Sebastián Dullan, del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores: “Grecia  ha reducido su déficit el doble de lo que Alemania hizo en cinco años”. Y la situación no es muy distinta en España y Portugal. En el primer caso en 2009 se bajo del 9,5 al 1,2 en 2012 y en el segundo, pasó del 9,5 en 2010 al 2,2 en 2012.  Algo similar ocurre con los salarios reales,  En Grecia han caído un 13% entre 2009 y 2011 y en Portugal y España un 10% y un 7% respectivamente en tres años.  El problema no ha sido la negligencia a la hora de aplicar  las políticas de recortes y de austeridad. Sino todo lo contrario, la celeridad en su puesta en práctica acelera y profundiza la crisis.

Con las cifras encima de la mesa, los economistas y funcionarios de la Troika sentencian, tras más de un lustro de  austeridad.  “Hubo fracasos notables. La confianza del mercado no fue restablecida (…) y la economía se enfrentó a una recesión bastante más fuerte de lo previsto”. Este mea culpa de los responsables haría pensar en un cambio de rumbo. Borrón y cuenta nueva. Pero no ha sido el caso. Perseveran y apostillan: “el programa era necesario, pese a los errores de cálculo del Fondo con respecto a la sustentabilidad de la deuda”.

En un libro de reciente aparición, tal vez el más claro sobre los efectos que generan las políticas de austeridad y los recortes en toda Europa, El coste Humano de las políticas de recorte. Por qué la austeridad mata,  sus autores,  David Stuckler y Sanjay Basu,  apuntalan, para España lo mismo que sucede en Grecia: ” La austeridad no ha dado resultado. Tanto el ejecutivo de zapatero como el de Rajoy manifestaron que el principal objetivo de las medidas de austeridad era reducir la deuda y, con ello incrementar el crecimiento económico. Pero en vez de disminuir, la deuda de España pasó del 37% del PIB en 2007  hasta el 85% en marzo de 2013, y el gobierno prevé que seguirá creciendo hasta el 91,4 % a finales de año”.

La Troika pretende  disminuir  el déficit público adelgazando el Estado  y equiparando las condiciones de trabajo de los países europeos a la existente en los países emergentes, donde se sitúan a niveles de cuasi-esclavitud. De acuerdo a sus economistas, de esta forma se combatiría la crisis, haciendo bajar las tasas de paro juvenil y desempleo, incentivando la contratación vía bajada de salarios. En Alemania, por ejemplo, de acuerdo a  los autores del libro: La quinta Alemania. Un modelo hacia el fracaso europeo:  “el sector de salarios bajos que en 1995 implicaba el 15% de los trabajadores emplea hoy al 25% y se ha expandido tres veces más rápido que el sector tradicional. El 42% de ex-empleados del sector tradicional que han perdido su trabajo encuentran empleo en el sector de salarios bajos. Sólo un 15% de los parados de larga duración fueron contratados en 2011 en el sector tradicional. Hay ocho millones de empleados a tiempo parcial, con contrato limitado, minijobs.”

Como era previsible, los bajos salarios, el aumento del desempleo, la privatización de la sanidad y la educación, es decir los recortes, son el detonante de una catástrofe social  sin precedente en Europa. No hay capacidad de ahorro,  de compra, ni  acceso al crédito. La exclusión social, la marginalidad, y sobre todo la pobreza infantil, muestran su cara más alarmante.  En Grecia, los autores de la Austeridad Mata,  subrayan: “…el VIH aumentó en un 224% entre los consumidores de drogas por vía intravenosa, en un momento en que la austeridad estaba provocando un aumento aún mayor del desempleo y la pérdida de la vivienda entre los jóvenes, al tiempo que los recortes eliminaban programas cruciales de prevención de enfermedades. A fin de cumplir con los objetivos de reducción del déficit marcados por la Troika, el presupuesto griego en sanidad se ha reducido en un 40% desde 2008. Ese programa de austeridad fue como encender una cerilla en una situación de por si explosiva, que incrementó el índice de desempleo entre los jóvenes hasta el 50%, y el índice de personas sin hogar en más de un 25%. A medida que crecía el consumo de heroína, y que se recortaban los programas de prevención contra las drogas, los nuevos casos de infección por VIH aumentaron en más del 200%, debido al consumo por vía intravenosa. Como consecuencia del recorte de los programas de fumigación contra los mosquitos, Grecia sufrió su primera epidemia de malaria en muchas décadas. Además, en ese país, la austeridad ha eliminado 35.000 puestos de médicos y personal d enfermería, y se ha informado del agotamiento de las existencias de más de 200 medicamentos debido a la reducción de los presupuestos farmacéuticos. También  se ha producido un aumento del 50% del número de personas que no pueden acceder a la atención médica, puesto que algunos ciudadanos griegos quedaron excluidos debido a los recortes presupuestarios. La mortalidad infantil en Grecia ha aumentado en más del 40%.”.

En Alemania, país estrella, “la devaluación del trabajo determina una devaluación del consumo y también de la recaudación fiscal con grandes consecuencias para el bienestar. Entre 1995 y 2010, la cuota de mercado de las ventas de productos baratos y de baja calidad en el mercado minorista de alimentos ha pasado del 29,2% al 43,6%. Paralelamente, alrededor del 50% de los hogares alemanes no pagan impuestos sobre la renta porque ganan demasiado poco para hacerlo. La sociología ha acuñado un concepto para definir el fenómeno: economía del baratillo”.  Lo anterior coincide con una política de impuestos regresiva en toda regla. La agenda 2010, programa de Merkel, rebajó los impuestos 11 puntos, desde el 53% al 42%. Si en 1070 el 10% de los alemanes de la RFA poseía el 44% de la riqueza neta total, en 2011 poseía el 66% y los impuestos sobre el consumo, IRPF e IVA aportan el 80% de la recaudación fiscal, mientras que los impuestos a empresas y beneficios representan el 12%.

El cuadro es desolador, pero la Troika insiste en continuar aplicando  las políticas de austeridad y   los recortes sociales, como única  salida a la recesión.  Si  la crisis sacó  a la luz  las hipotecas basura,  la especulación inmobiliaria y el acceso al crédito fácil, también conllevó la implantación de  un modelo tendente a la concentración de la riqueza, bajo el paraguas  de la desregulación y la economía de libre mercado. En la Unión Europea ya hay 115 millones de personas en riesgo de pobreza, el 23% de la población, según las estadísticas oficiales de los 27. A lo que hay que sumar otros 150 millones al borde de esta situación. Y en el informe de la OCDE de 2012 ¿Por qué la desigualdad sigue aumentando?, se señala que en la zona Euro las desigualdades fueron superiores a los 1,4 puntos en términos del coeficiente de Gini. Subrayando que los ingresos medios del 10% más rico es ahora cerca de nueve veces más elevado que el más pobre.     Alemania no presenta un cuadro muy  diferente de lo que sucede en Grecia, Portugal, Irlanda, España, Italia o Chipre.  El informe bianual sobre pobreza y riqueza elaborado por el Ministerio de Trabajo alemán para 2013, pone de relieve que  al 50% más pobre de la población le corresponde el 1% de la riqueza, y al 10% más rico el 53%.  En 2003, al cincuenta por ciento  le correspondía el 3%. La desigualdad avanza y el hambre  se extiende.

El Euro buque insignia  de la Unión Europea se sostiene bajo una falacia,  las políticas de austeridad. En su conjunto, la Europa Comunitaria ha saltado por los aires. El proyecto inicial, crear una unidad política que  fortaleciera la idea, de ser Europa una razón cultural donde los valores democráticos y la defensa de los derechos humanos, eran sus estandartes, han pasado a mejor vida. Comienza a emergen, lo queramos o no,  una Europa profundamente xenófoba, racista donde el fascismo se expande. Baste comprobarlo en Grecia con el partido amanecer Dorado y la profunda crisis de representatividad de la socialdemocracia.  No son pocos  quienes reniegan de la democracia como régimen  político   y se decantan por formulas autoritarias donde el poder se concentre en las oligarquías financieras y empresariales. Las tecno-burocracias se han adueñado del terreno político, desplazando a la ciudadanía en beneficio de los grandes conglomerados trasnacionales,   donde la Europa de los pueblos, de los ciudadanos, ha dado lugar al nacimiento de la Europa de los mercaderes, profundamente desigual.

El futuro de Europa se encuentra en manos de una oligarquía  que ha decidido acabar para siempre con el Estado del Bienestar keynesiano.   Las políticas públicas de carácter social e incluyente ceden lugar  a políticas  de seguridad cuyo único fin es criminalizar los movimientos sociales de protesta y de paso imponer un orden excluyente y represivo que garantice el control social y sobre todo, la sobreexplotación de la clase trabajadora y la reproducción del capital. Demos la bienvenida a la Europa de los mercaderes.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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