En mayo la muerte de colmenas completas de abejas de Quillón y Liucura Alto, cerca del río Itata en la Región del Biobío, fue un fenómeno que preocupó a los cultivadores. Entonces, surgieron varias posibilidades hasta que un estudio de la Universidad de Maryland y el Departamento de Agricultura de Estados Unidos sostuvo que la causa sería la mezcla extraña de pesticidas y fungicidas que contaminan el polen que las abejas recolectan para alimentar sus colmenas.
Además, identificó la presencia de químicos llamados neonicotinoides, presentes en los insecticidas que en abril de este año se prohibieron en la Unión Europea, donde la las poblaciones de colmenas también se han desplomado.
Sobre esto se refirió Lucía Sepúlveda de la Red de Acción en Plaguicidas RAP-Chile, quien declaró que “tres insecticidas más letales son producidos por importantes laboratorios como Bayer, se llaman Gaucho, Poncho y Cruyser, pero sus efectos son letales. Esto viene de estudios de hace cinco años, pero las presiones de la industria han sido tremendas, pese a los efectos demostrados”.
Estos insecticidas tiene un modo de acción común que afecta el sistema nervioso de los insectos causando parálisis y muerte, además, tiene fuertes efectos en las colmenas y puede incluso afectar a las larvas. Estos elementos pueden estar en los residuos de néctar y polen plantas tratadas previamente con estas sustancias. Además, podrían también contaminar a las aves.
También afectarían las fumigaciones que realizan las grandes forestales del sector, un 80% de las cuales son de CELCO y las restantes, del senador Hosaín Sabag. También afectaría a las abejas el consumo de transgénicos, cuando las flores de maíz son una especie de atracción fatal para ellas. Todos estos aspectos podrían incidir en lo que está ocurriendo en la zona.
Ante esto el Servicio Agrícola Ganadero (SAG), informó que en septiembre realizará un estudio clínico de las colmenas de 39 de los 64 apicultores registrados en este Servicio, con el objeto de determinar con certeza la o las causas de la mortandad de abejas y cuantificar la dimensión del problema sanitario.
Sin embargo, Juan Carlos Abarzúa, presidente del Comité Apícola de Quillón, que se constituyó para enfrentar esta emergencia afirmó que la medida es insuficiente, ya que “nosotros vemos que es absurdo que se haga un estudio en septiembre, pese a que los pesticidas tienen duración de 45 días, entonces no quedará rastro que analizar. Esto demuestra el poco interés que hay en esto”.
El apicultor indicó que el SAG tiene plenas atribuciones para tomar medidas preventivas, como prohibir temporalmente estos productos, sin embargo se está actuando de forma reactiva, poniendo en riesgo la economía campesina, cuando las abejas son claves: Su papel no es sólo la producción de miel, sino que cumplen un rol fundamental en la polinización y sin polinización escasean los alimentos.