Movilizar a los indecisos para impedir un empate técnico este domingo entre el centro-derecha y el centro-izquierda. Ese ha sido el propósito fundamental de la canciller Angela Merkel en su último acto de campaña en Berlín. La canciller, que aspira a un tercer mandato de cuatro años, reunió a varios miles de personas en el Tempodrom, una famosa sala de boxeo de la capital, mientras que su principal rival, el socialdemócrata Peer Steinbrück, ha elegido Francfort, la capital financiera de Alemania, para cerrar su campaña.
Según el último sondeo publicado, realizado por el Instituto Emnid, la CDU de Merkel puede alcanzar 39% de los votos y sus socios liberales del FDP 6%. Esa encuesta pronostica 26% de los sufragios para los socialdemócratas del SPD, un 9% para los Verdes y otro 9% para la izquierda no-socialista. A la hora de sumar tan solo un punto separaría una coalición de conservadores y liberales, 45% de los votos, y una coalición roja y verde, 44%.
Pero en la cuerda floja de las previsiones, las sumas y restas se complican. Los socialdemócratas dicen que no quieren alianzas con la izquierda radical y los democratacristianos temen el impacto en su electorado de un partido inédito, la euroescéptica Alternativa por Alemania.
Finalmente esta campaña electoral, que comenzó aburrida y sin grandes debates, concluye con una nota de suspenso inesperada. La cita de 60 millones de alemanes este domingo ante las urnas es más abierta de lo esperado.