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Las búsquedas de la izquierda


Lunes 21 de octubre 2013 9:43 hrs.


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Tal como la derecha, la izquierda se encuentra en búsqueda de respuesta. Si bien la primera requiere un aggiornamento para adecuar su conservadurismo a nuevos retos, la segunda aún no encuentra propuestas alternativas que le entreguen razones para subsistir. Y ante la crisis que sacude a las instituciones a nivel global, se arrastra en un complejo escenario.  Entre recuerdos nostálgicos que dejó una derrota ideológica inocultable y la búsqueda del poder que le de sentido, hasta el rótulo ha desaparecido.  Tal como la palabra pueblo se ha esfumado de su léxico -hoy se habla de “la gente”- su orientación llega a ser presentada sólo como progresista. Son pistas que muestran hacia donde pretende moverse el sector.  O, más dramático, un intento de reinvento marcado por circunstancias ajenas.  Circunstancias determinadas por otros. Por aquellos que desde siempre fueron sus oponentes ideológicos.

En Chile, primero una dictadura marcó a fuego su derrota y luego vino el derrumbe del Muro de Berlín. Y a lo que se podía explicar como la imposición de la barbarie que siempre acompaña al poder, se sumó el desvanecimiento de esquemas ideológicos que le daban sustento. El socialismo comenzó a esfumarse entre pugnas intestinas y la búsqueda de oportunidades para rescatar algo del poder perdido.  Llegó la democracia de los acuerdos, y la otrora sólida izquierda se transformó en comparsa. Se esgrime, no sin algo de razón, que la transición hacia la democracia imponía sacrificios. Pero que los sacrificios llegaran hasta la negación de la razón de ser, no estaba en la mente de nadie.

Sin embargo, hoy el país es señalado como el lugar en que el neoliberalismo ha calado más profundamente en el mundo. Se lo cataloga, incluso, como su laboratorio.  Y todo ello ha sido con el apoyo de parte importante de la antigua izquierda. Tal visión incluye al Partido Comunista. Para no desaparecer tuvo que entrar en negociaciones con la Concertación de Partido por la Democracia, que incluía a sus antiguos aliados, los socialistas.  Ahora forma parte de la coalición que reemplazó a la Concertación, la Nueva Mayoría.

Hoy Chile se acerca a una elección presidencial con nueve aspirantes a ocupar la Primera Magistratura. De ellos, al menos cuatro han militado en la izquierda o han sido cercanos a sus postulados.  Son Michelle Bachelet, Marco Enríquez, Roxana Miranda y Marcel Claude. Este último es el que mayor cercanía muestra con los postulados tradicionales del sector. En sus discursos exhibe una abierta oposición al neoliberalismo. Incluso llega a plantear la necesidad de re nacionalizar el cobre, principal riqueza básica de Chile, hoy mayoritariamente en manos de transnacionales. No explica cómo evitaría que una medida de tal naturaleza genere una reacción brutal similar a la dictadura que se inició  en 1973. Porque por lo visto hasta ahora, las Fuerzas Armadas y Carabineros siguen manteniendo el mismo ideario que los llevó a derrocar al gobierno constitucional del Presidente Salvador Allende.

Los restantes candidatos que se ubican -o ubicaron- en las cercanías de la izquierda, no aportan más que propuestas que maquillarían el sistema.  Pero la base de cada una de ellas sigue siendo neoliberal.

Cierto es que no se puede pedir a la izquierda chilena que sea más creativa que sus congéneres del resto del mundo. La confusión que ha creado en el sector el malestar popular que se vive a nivel global, parece haberlo desestabilizado. Sin ir más lejos, en estos días el socialismo francés enfrenta una de sus peores crisis.  El presidente Francois Hollande firmó la expulsión del país de una escolar gitana de quince años.  Las protestas estudiantiles no se han hecho esperar. Hollande intentó echar pie atrás y ofreció dejar sin efecto la expulsión de la menor.  Pero sólo podría volver a estudiar a Francia sin sus padres ni sus tres hermanos.

Las encuestas de opinión muestran que mayoritariamente la población está por hacer cada vez más difícil la situación de los inmigrantes en suelo francés. Mientras tanto, la derecha sigue creciendo escudada, entre otros, tras argumentos de profundo contenido xenófobo.  Y en el caso de la escolar gitana, apoya la medida de expulsión.  Son los jóvenes estudiantes los que se oponen y, tal vez, los nostálgicos que no olvidan que fue la izquierda la responsable de hacer de los Derechos Humanos un bastión en que debía cimentarse un mundo mejor.

Las respuestas de la izquierda tardan en llegar. Mientras tanto, problemas reales o imaginarios sirven para dar pie a nuevas posturas conservadoras.  Y, lamentablemente, en reiterados casos, de corte fascista, como la xenofobia. Chile no está exento de ese peligro. Han surgido tensiones con inmigrantes en zonas del Norte del país. Se trata de confundir la delincuencia con la inmigración.  Como si todos los extranjeros que llegan a radicarse,  buscando mejores horizontes, fueran malhechores. Según cifras oficiales, sin embargo, en 2012, el 96,8% de los delitos relacionados con la droga en Antofagasta, fue cometido por chilenos.

La izquierda tendrá que enfrentar este problema propio de sociedades que exhiben algún grado de prosperidad. Y lo tendrá que hacer para guardar coherencia con los postulados que le dieron vida. En la pasada administración de Michelle Bachelet, sus posturas frente al problema mapuche no marcaron un camino hacia una reivindicación.

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