Lo que la primera vuelta nos dejó

  • 21-11-2013

Será la incertidumbre que introduce el voto voluntario (del cual varios se arrepienten tras haberlo negociado en su momento, a cambio de la inscripción automática); un exceso de confianza en las cuestionadas encuestas que indujeron a proyecciones erradas; o los efectos de la soberbia de la misma cultura política que terminó distanciándose de la sociedad civil durante toda la transición, pero los resultados de la primera vuelta electoral estuvieron lejos de ser predecibles. Tanto, que no fueron suficientes para elegir Presidente/a en una única instancia, tal como viene ocurriendo sucesivamente luego de que Frei ganara en primera vuelta en 1993.

En la segunda vuelta presidencial, la candidata oficialista intentará acercarse al centro político moderando su discurso. Sin embargo, tras su operación contra Parisi durante la campaña electoral, se dificulta la posibilidad de que crezca a costa del 10,1% del candidato outsider.

Por su parte, la candidata opositora seguramente mantendrá su discurso dada la irremontable distancia que le suma a su contendora, pero no serán pocas las tensiones entre liberales económicos y progresistas, conservadores y liberales valóricos al interior de su comando, que buscarán llevar la campaña hacia su molino ideológico.

Ya definido el Parlamento del 2014, se vislumbra un nuevo mapa político en el que se incorporan nuevos actores al Congreso (como los dirigentes estudiantiles). Fuerzas políticas con importante representación en el Congreso –como la UDI y la DC- no sólo pierden nombres y cirscunscripciones emblemáticas, sino sintonía con las nuevas demandas ciudadanas especialmente en materias valóricas, que los alejan de la sensación térmica del país.

La primera vuelta dejó interesantes resultados que se constituyen en señales para indagar en posibles tendencias.

– Error político y comunicacional: al plantearse la soberbia meta de ganar en primera vuelta, el Comando de Bachelet generó que el contundente 46,9% alcanzado por la candidata opositora (con casi 22 puntos de diferencia con su contendora), tuviera más sabor a desazón y fracaso que a triunfo.

Por el contrario, al apostar insistentemente por la segunda vuelta, Evelyn Matthei con apenas 25% de los votos (muy lejos del piso histórico de la derecha de 40%) y con una fuga importante de votos hacia Parisi, logró dar vuelta la sensación de derrota que ha acompañado su campaña y, de paso, dejar en entredicho la capacidad predictiva de las encuestas, dada la incertidumbre que introduce el voto voluntario y la subdeclaración de la derecha, avergonzada de sus propias ideas en un momento político en que el centro se corrió a la izquierda.

– La tercera fuerza: aunque los separan apenas una décimas (56 mil votos), el valor simbólico de constituirse en la tercera fuerza electoral le significó a Marco Enríquez-Ominami imponerse a Parisi y constituirse en un actor al cual la Nueva Mayoría apelará en segunda vuelta. Mientras Parisi descartó llamar a votar por Matthei en segunda vuelta por considerarla “una persona mala” y anunció que tampoco ejercerá su derecho a voto, MEO dio una señal política al manifestar que “no votaré por el duopolio. Mi candidata es la Asamblea Constituyente”.

– Discurso político a la izquierda: aunque se viene anunciado hace un tiempo el giro a la izquierda de la Concertación, hoy Nueva Mayoría, fue en las elecciones presidenciales cuando se hizo patente que la mayoría de las ofertas programáticas de los y las candidatas se ubican en ese espectro ideológico. Es así que un 18% de los electores se ubicaron a la izquierda de Bachelet, al optar por candidaturas como la de MEO, Claude, Miranda y Sfeir y en la campaña electoral se debatieron temáticas hasta hace un tiempo impensadas, tales como nacionalización de los recursos naturales, Nueva Constitución, reforma tributaria o gratuidad de la educación.

En segunda vuelta, conservadores valóricos y liberales económicos de la Nueva Mayoría  seguramente tratarán de llevar a la candidata opositora a moderar su discurso para conquistar el centro político (tal como lo intentará la candidata oficialista). Sin embargo, los temas en debate sobre el modelo económico y político heredados de la dictadura que operan hasta hoy, se ubican a la izquierda.

– Alta abstención: ni los pronósticos más pesimistas proyectaron que en estas elecciones presidenciales, además de senadores, diputados y COREs, el universo de votantes apenas llegaría a los 6,6 millones. Paradojalmente, aunque en 2013 el total de electores se empina a 13 millones 500 mil electores que se incorporaron al padrón electoral vía inscripción automática, en estas elecciones votaron menos personas que en 1989. El 46% de abstención alerta sobre la elitización de las elecciones.

Si bien en las municipales se evidenció que con voto voluntario se movilizaron menos sectores identificados con la derecha, en la primera vuelta presidencial se visibilizó que la no obligatoriedad del voto profundiza la brecha social e informativa entre ricos y pobres. Tras estos resultados y el cambio de opinión de Bachelet sobre el voto voluntario, se vislumbra un debate sobre la reposición del voto obligatorio, el cual no apunta al tema de fondo (la falta de confianza en la clase política) si no va acompañado de reformas políticas integrales que apunten a mejorar la calidad de la política: límite a la reelección, transparencia en la relación dinero y política; nuevos mecanismos para que la ciudadanía presente proyectos de ley, como iniciativa popular de ley; revocación de mandato, etc. Si bien el voto obligatorio no resolverá la desafección política, mantenerlo voluntario ahonda las diferencias de clase.

– Reordenamiento de fuerzas en el Congreso: aunque no alcanzó los 4/7 a los que aspiraba la Nueva Mayoría para cambiar las leyes de quórum calificado, logró 10 doblajes en la Cámara de Diputados y uno en el Senado, alcanzando la mayoría en ambas cámaras. Y  se proyecta la posibilidad de negociar con independientes que podrían apoyar las reformas clave del programa de Bachelet. Entrarán al Parlamento 40 nuevos/as parlamentarios/as (entre ellos el emblemático líder social de Aysén, Iván Fuentes) que pueden contribuir a la renovación de una de las instituciones con mayor rechazo ciudadano, aunque la mayoría de los incumbentes que respostularon a sus escaños fueron reelectos y la UDI sigue siendo la bancada más numerosa.

– Bancada estudiantil: varios de los jóvenes líderes estudiantiles que lideraron las movilizaciones el 2011 y este año apostaron por institucionalizar sus reivindicaciones en el Congreso -como Camila Vallejo, Karol Cariola, Giorgio Jackson y el magallánico Gabriel Boric (que logró doblarle la mano al binominal)-, ganaron su apuesta y a partir de marzo constituirán la nueva “bancada estudiantil”, la que seguramente empujará con mayor fuerza los proyectos de ley necesarios para avanzar hacia educación pública gratuita y de calidad.

– Bancada comunista: el pragmatismo del Partido Comunista al aliarse a la Nueva Mayoría le trajo sus frutos, al aumentar a 6 diputados su representación parlamentaria. Con la elección de Camila Vallejo en La Florida, Carol Kariola en Recoleta y Daniel Núñez en Coquimbo, y  la reelección de Tellier, Gutiérrez y Carmona, el Partido Comunista dobló su presencia en el Congreso. Tal como probablemente ocurra con los cargos que logren en el próximo gobierno, lo comunistas tendrán un pie en la calle y otro en la institucionalidad, lo que podría augurar más de algún conflicto con sus nuevos aliados de la Nueva Mayoría cuando se reactive la movilización social.

– Caída de Ia UDI y reordenamiento de la derecha: aunque salieron electas figuras gremialistas como la ex alcaldesa de Concepción, Jacqueline van Ryselbergue, Ena von Baer o Iván Moreira, la UDI bajó su presencia en la Cámara de 38 a 29 diputados. Perdió candidaturas emblemáticas como la de Golborne y Zalaquet, este último en Santiago Poniente, la circunscripción emblemática de la UDI, la de Jaime Guzmán, quedándose sin  senadores en Santiago. Por otra parte, los electos Allamand y Ossandón de Renovación Nacional redibujan la supremacía de su partido en la capital frente a los gremialistas y harán más difíciles las pretensiones de Piñera de volver a La Moneda el 2017.

– Golpe a la DC: si bien la Democracia Cristiana incluso subió la cantidad de diputados de 19 a 22, la pérdida de la senadora Soledad Alvear constituye un duro golpe para la falange, al que se suma el bochornoso resultado del conservador candidato Claudio Orrego en las primarias de la Concertación. Por extensión, la salida de la senadora y ex ministra también afecta a su marido, el conservador Gutenberg Martínez, que ha ido perdiendo influencia persistentemente en los últimos años por no estar en sintonía con la agenda cultural que se impone en el nuevo ciclo político. Este resultado vuelve a visibilizar la pugna interna entre el sector conservador y el ala más progresista de la DC, y debería darle más influencia a este último al interior de la Nueva Mayoría, en desmedro del primero.

– Asamblea Constituyente: el movimiento ciudadano Marca tu Voto fue uno de los grandes ganadores de la jornada electoral al contabilizar un 8% (160 mil votos) de las 800 mesas (de un total de 40 mil) escrutadas, cifra que puede ser muy superior si se proyecta al resto de las mesas que no contaron con observadores ciudadanos. Con su campaña lograron apaciguar los temores de anular el voto marcando la sigla AC, que fueron despejados por el nuevo Presidente del Servel, Patricio Santa María, que aclaró que los votos marcados son válidos. Durante la segunda vuelta es proyectable que aumente considerablemente el número de votos marcados, como forma de expresar pacíficamente el anhelo de un número importante de ciudadanos de construir una Nueva Constitución a través de una Asamblea Constituyente.

– Subrepresentación de mujeres: aunque experimentaron una leve alza en el Congreso en estas elecciones, pasando del 13% al 18% en el Senado y de 15% a 15,8% en la Cámara de Diputados, las mujeres siguen estando subrepresentadas en el Poder Legislativo (por debajo del promedio regional), principalmente porque las cúpulas partidarias instalan el principio de “el que tiene, mantiene” en la conformación de listas de candidaturas, imponiendo barreras a la entrada de nuevos actores. Ello, a pesar de la alta elegibilidad de las mujeres y de que constituyen la base de la militancia de los partidos políticos y de organizaciones sociales.

– Rápidos resultados: a pesar del accidentado debut del Servicio Electoral durante las elecciones municipales con su nuevo rol según la ley de inscripción automática y voto voluntario -que le valieron críticas del mundo académico por el padrón electoral desactualizado, falta de información sobre recuento de votos y deficiencias del sistema en línea-, en las elecciones presidenciales, parlamentarias y de COREs el Servel pasó la prueba, entregando un rápido recuento de votos vía on line. Salvo en el caso de la circunscripción 17 de Los Lagos, que por problemas en la base de datos del Servel vinculó la votación senatorial a Los Ríos, tensionando el triunfo de Iván Moreira, que fue impugnado por su contendor Gabriel Ascencio.

Sin embargo, en el padrón electoral subsisten más de 45 mil muertos, ya que sólo se depuraron 12 mil casos y el Tribunal Constitucional rechazó un proyecto de ley que buscaba eliminar del registro a personas sobre 85 años que no hubieran renovado su carné de identidad en los últimos 15 años.

– Voto en el exterior: la masiva participación en la votación simbólica de chilenos en el exterior, convocada por Fundación Democracia y Desarrollo, y Voto Ciudadano, evidenció una vez más la necesidad de que Chile no siga haciendo discriminadoras distinciones entre chilenos que habitan en el territorio y los que, por diversas razones, se encuentran fuera de él. Ésta debiera ser la última elección presidencial sin la participación de los chilenos en el exterior.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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