Bacheletismo a todo dar

  • 27-01-2014

Dos hechos marcaron la conformación por Michelle Bachelet del gabinete que la acompañará cuando inicie –el 11 de marzo próximo- su segundo mandato: la búsqueda del equilibrio en todos los frentes internos (¿defecto concertacionista?) y la imposición de su poder ante los siete partidos y los independientes que actúan en la Nueva Mayoría (¿acendramiento del presidencialismo?).

Para enfatizar lo último no invitó a los jefes políticos a la ceremonia en que dio a conocer sus designados y les dio los nombres sólo 15 minutos antes de hacerlos públicos.

Es una apuesta arriesgada la suya, pues si bien ella debe su elección a su ascendiente en la ciudadanía y no a la decisión de las desprestigiadas élites de los partidos, necesitó el apoyo de éstos para una batalla en que los votantes tienden, de todas maneras, a identificarse con las grandes corrientes, aunque ya no tanto con las banderas proselitistas. Además, con sistema presidencial y todo, el Ejecutivo necesita de los votos que los dirigentes más o menos controlan en el Legislativo, para hacer viables los proyectos de ley.

Lo que refuerza las intenciones de prescindencia de los partidos es que muchos parlamentarios elegidos por la Nueva Mayoría son independientes, como Alejandro Guillier y Pedro Araya, ambos con un doblaje en Antofagasta, y los diputados Gabriel Boric y Alejandra Sepúlveda, que lo son al cien por ciento, en tanto que dos jóvenes comunistas muy populares, Camila Vallejo y Karol Cariola, fueron dirigentes estudiantiles, al igual que Giorgio Jackson, quien ganó apoyado por el conjunto de la todavía oposición. Aún más, continúan los acercamientos programáticos con los senadores de Democracia Regional, Antonio Horvath y Carlos Bianchi, y no pueden descartarse entendimientos con parlamentarios renunciados a Renovación Nacional.

La gran pregunta es ¿acuerdos para qué?. Bachelet ha reiterado una y otra vez la necesidad ineludible de realizar las grandes transformaciones estructurales que se incuban bajo los tres ejes reclamados por “un Chile que cambió”: educación universal gratuita y de calidad, reforma tributaria de verdad y una nueva Constitución. Si el poder recaerá en ella –con votos suficientes en el Parlamento por lo menos para los dos primeros ítem- , será entonces la responsable de que el equipo que acaba de armar trabaje inequívocamente en esa dirección.

En cuanto a los equilibrios que buscó, resolvió darle representación adecuada a los tres principales partidos -5 a la DC, otros tantos al PS y 6 al PPD- y 1 para cada uno de los demás, sumando a3 independientes. Paridad de género, adiós, con 14 hombres y 9 mujeres.

Aunque la edad promedio de los designados es 50,91, un poco más que el 49,95promedio de los elencos de su primer mandato, resalta la presencia de los sub 40 o un poco más allá de esa frontera en varios de los puestos más importantes. Estos son clave para la la intención de la Presidenta de recibir savia nueva de su entera confianza y que producirá bajo su égida liderazgos nuevos, plenamente identificados con ella.

Los partidos quedaron notificados e incluso uno que presionó para que su representante en La Moneda no fuese Javiera Blanco, porque ella es simpatizante y no militante, recibió una indirecta pero contundente réplica de la Mandataria electa: designó a la senadora Ximena Rincón. El impasse retrasó la entrega al país de la nómina del jueves al viernes en la tarde, cuando la expectación pública no permitía más postergación.

La respuesta de la futura Jefa de Estado tuvo el sentido de poner a una opositora a la directiva de la DC y que adoptó, desde que fuera candidata presidencial de las primarias internas, posiciones más progresistas que su oponente Claudio Orrego y la mesa que lo apoyaba.

La insistencia de los radicales de hacerse de Educación, una cartera que está en su ADN, también fue desbaratada por la Mandataria, quien designó a su líder José Antonio Gómez en Justicia, de la cual ya fue titular bajo Frei y Lagos, haciéndolo un símbolo del plato repetido. Lo auspicioso en su caso es que, como candidato presidencial, fue un firme promotor de una Asamblea Constituyente para generar la nueva Carta Fundamental. Con él en Justicia, Bachelet tendrá un puntal si fallan los mecanismos institucionales a los que piensa acudir en primera instancia, no descartando la Asamblea para dirimir un cambio que en el Parlamento puede ser inviable, por el alto quórum que allí se exige.

Gómez representa las canas en el nuevo equipo, junto a Heraldo Muñoz, Jorge Burgos, Máximo Pacheco y Nicolás Eyzaguirre. En este último caso, los dirigentes más radicales del estudiantado le achacan su nula experiencia en el ámbito de la Educación, salvo para promover, como ministro de Hacienda de Lagos, el nefasto Crédito con Aval del Estado, su aplicación del modelo neoliberal y su calidad de ex funcionario del FMI. Pero él podría enganchar con los estudiantes por su pasado como joven comunista que participó en el Canto Nuevo con música de contenido social y político, y por lo deslenguado que ha sido siempre, para referirse, por ejemplo, hace pocos días, a sus compañeros del Verbo Divino, entre los cuales hay “ricos idiotas que llegaron a ser empresarios no por meritocracia, sino por redes”.

Fue él mismo y no el PPD, dentro del cual ha tenido fuertes discusiones, quien se promovió para Educación ante su amiga Michelle (“mi querida Gordi”), entablando una apuesta plagada de incógnitas, en la que a favor suyo juegan su carácter firme y su determinismo para corregir errores y dialogar con todos los actores sociales.

Acaso Eyzaguirre personifique, más que los otros ministros, la necesidad de un gobierno que supere la transición eterna y las autolimitaciones y los acomodos –más que las transacciones- a las que la Concertación se rindió, renunciando dentro del conjunto de la clase política, a una mayor participación ciudadana y verdadera justicia social. Y si de “bacheletismo” se trata, la Mandataria tendrá que probar que sus manifiestas buenas intenciones estarán nutridas de capacidades para lograr las grandes transformaciones que la mayoría desea.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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