China: a días de su primer impago

  • 27-01-2014

Es bien sabido que los gobiernos, por lo general, no tienen la capacidad, voluntad, poder o disposición de dejar quebrar a los bancos cuando aquellos caen en impagos por haber asumido riesgos desmedidos en sus créditos, con miras a mayores ganancias. “Demasiado grande para caer” es un aforismo de uso corriente en la banca internacional y desde los 90 impera entre sus ejecutivos la idea de que no hay riesgo, pues siempre los gobiernos saldrán al rescate. Y, en efecto, a contar de la quiebra de Lehman Brothers, los gobiernos han salido sistemáticamente a salvar al sistema financiero, sin tomar en cuenta sus efectos sobre la economía real, afirmando que se les rescata para evitar las pérdidas a millones de pequeños ahorristas que confiaron en ellos.

Pero a contar del 31 de enero próximo esta percepción podría cambiar. China ha iniciado una serie de reformas estructurales con las que busca limpiar su sistema financiero. Y aquellas pueden implicar el primer gran default del gigante asiático, lo que contagiaría, sin dudas, a una parte del sistema financiero mundial.

En efecto, una empresa minera del sector carbón que desapareció tras las reformas ambientales aprobadas por Beijing, realizó un inversión de 3 mil millones de yuanes (unos US$ 500 millones) con dinero prestado, en momentos en que el sector carbón se ve fuertemente impactado por los esfuerzos chinos de reducir la contaminación. La inversión fue gestionada por China Credit Trust Company y comercializada por la banca, ofreciendo un rendimiento anual del 10%, aunque el valor de activos de la firma minera se desvanecía. Toda una magia realizada por la llamada “banca en la sombra”.

Desde el estallido de la crisis, la “banca en la sombra” ha ofrecido préstamos a empresas o personas con problemas para conseguirlos en la banca tradicional. Dichos créditos se envasan y se venden en paquetes a inversionistas que buscan mayor rentabilidad, sin pensar en los riesgos. En el caso chino, estas inversiones podrían llegar hasta el 60% del PIB, aun cuando la opacidad del sector hace imposible un cálculo exacto, según los medios económicos.

El vencimiento de los US$ 500 millones es el próximo 31 de enero, pero el gobierno chino ha dicho que no habrá rescate. Sería la primera vez que China protagoniza un default, hecho que podría marcar un punto de inflexión para el flujo de las inversiones. Un impago podría demostrar el compromiso de Beijing de que las fuerzas del mercado desempeñen un papel más relevante en la asignación de recursos, recuperando la máxima de que “alta rentabilidad conlleva alto riesgo”. Por otro lado, un default frenaría la expansión de la “banca en la sombra”, que en China ha crecido desproporcionadamente, razón por la que las autoridades temen que termine minando el crecimiento y generándole a China un colapso similar al de Occidente, tras la quiebra de Lehman, en septiembre de 2008.

Europa, en cambio, está siguiendo el camino inverso. La inestabilidad económica de la zona euro, alto desempleo, deuda pública y deflación en curso, forman parte de un escenario muy riesgoso para el Central Europeo. Las medidas aplicadas por Mario Draghi de reducir tasas de interés e inyectar dinero a la banca y gobiernos, no han dado resultados satisfactorios. El dinero no fluye hacia la economía real y la contracción del crédito está en niveles históricos. Los bancos prefieren depositar el dinero en el BCE y apostar a la seguridad de esos intereses, en vez de invertirlos en proyectos que generen empleo. Es decir, toman el dinero barato de las inyecciones del Central y lo depositan a una tasa de interés superior, generando utilidades fáciles que van a “tapar sus hoyos” de una década de créditos de alto riesgo, ahora sin correr riesgos, pero sin activar la economía.

Pero aunque pareciera que el BCE ha agotado sus medidas de política, podría seguir bajando la tasa de interés y llevarla a terreno negativo, desincentivando el ahorro general, especialmente ahora que no existen riegos de inflación. De allí que el BCE quiera penalizar los flujos de dinero que vuelven como depósitos al BCE y los abultados saldos en efectivo que mantiene la banca.
Las eventuales medidas de fuerza del BCE buscan generar un poco de inflación en la economía dado que la deflación es peor. Pero obligar a los bancos a prestar dinero y no a guardarlo es una medida que podría empeorar el resultado de sus balances financieros en los test de fin de año.

Así, mientras Europa impulsa modos más riesgosos de salir del pantano, un impago chino el 31 de enero generaría un pánico que no solo minará la confianza, sino también tendrá un impacto negativo en el corto plazo para la reputación del sistema financiero chino, según advierte The Economist. Sin embargo, también podría ser una decisión positiva para un posterior desarrollo saludable del sistema financiero y una mejor oportunidad para educar a los inversionistas, depurando el mercado. Si China aplica un default selectivo, Occidente podría animarse a replicar la lección.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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