La Haya, una gran victoria de chilenos y peruanos

  • 27-01-2014

Mientras, en general, los medios y políticos chilenos han enfatizado su atención en la posición chilena y en su versión sobre la posición peruana, mucha menos espacio se ha dedicado a por qué estamos en esta instancia llamada “Tribunal de La Haya” y cuáles serían las eventuales alternativas a someterse a sus decisiones.

Las consecuencias son evidentes: mientras el fallo produce sus antes, durantes y despueses, miles de peruanos y chilenos integrantes de las Fuerzas Armadas (70 mil en el caso nuestro) han sido desplegados en la frontera en un esfuerzo logístico muy superior, por decir algo, al ejecutado después del pasado terremoto y maremoto del 27 de febrero de 2010. En el caso de los que integran la “carne de cañón”, siempre jóvenes, extraídos de las clases populares y sin derecho a la deliberación, se les ha enfatizado en la sangre fría y en no ser los primeros en apretar el gatillo. También se les ha instruido en qué hacer si suena una bala: disparar hasta vencer o morir.

Esta omisión, digámoslo así, también es la que permite que muchos chilenos se pregunten, respecto al tribunal ¿por qué estos caballeros de otro lado tienen que venir a decidir sobre nuestro territorio? O, más grave aún, es la que hace posible que diputados como Tarud o Moreira planteen la alternativa –que no existe y ellos no pueden no saberlo- de no reconocer el fallo.

En horas en que lo más fácil es girar en torno a la irracionalidad nacionalista, ningún dirigente político está dispuesto a decir que el 27 de enero de 2014 es un día victorioso para ambos pueblos, sin importar cuál sea el fallo. Es, mucho más que eso, un genuino triunfo de la humanidad, cuya institucionalidad construida después de la Segunda Guerra Mundial ha hecho posible otra forma de resolver los conflictos. Es lo que se olvida: la Corte Internacional de Justicia de La Haya existe porque antes hubo una guerra donde, según los cálculos optimistas, murieron 45 millones de personas y, según los pesimistas, 70 millones.

¿Es lo que preferirían los señores Tarud y Moreira? ¿Les tocaría a ellos, viejos y de la casta privilegiada, que dicen defender los altos intereses de Chile, ir a inmolarse por su país? Lo dudo.

Afortunadamente, y aunque esto no garantice en absoluto que no ocurran situaciones lamentables, en esta ocasión se ha producido una disociación entre el pensamiento conservador –surgido del campo y territorial por identidad- y los sectores neoliberales –cuya adhesión a la circulación del capital ve los escrúpulos localistas como obstáculos-. Para los primeros, es la propia patria la que está en juego con la decisión del Tribunal. Para los segundos, basta citar lo que habría dicho el presidente Piñera, según su ex ministro Felipe Morandé: cuestan menos los pescados que se perderían que lo que ha costado su defensa jurídica.

Una derivada de ello, también, es la que confronta a los principales grupos económicos de Chile, según su modelo de negocios. El principal perjudicado por el fallo por su grosera acumulación de las cuotas de pesca en el extremo norte, el grupo Angelini, se ha forjado tal como el Matte, sobre la base de la explotación y la sobreexplotación de recursos naturales. No ocurre lo mismo con los grupos que han ingresado en los últimos años con sus inversiones a un Perú con expectantes y sostenidas cifras macroeconómicas. Para grupos como Paullmann o Solari, a cuyos modelos es cercano el propio Piñera empresario, es mucho más importante la construcción de un vínculo comercial de largo plazo que lo que pudo haber sucedido con este fallo. Los medios, aseguran, de hecho, que en la estrategia del canciller Moreno ha tenido un lugar importante esta consideración.

En ese nuevo esquema de poder, los nacionalistas de lado y lado quedarán fuera de juego. Por eso lo que está en juego no es tanto entre los países como al interior de ellos. Es previsible que en su desesperación los belicistas de ambos países generen incidentes aparentemente casuales que los hagan supuestamente enfrentarse, pero compartiendo la misma necesidad estratégica. Será el momento para decir que la instancia de La Haya es en sí misma la verdadera victoria de ambos pueblos. La posibilidad para un futuro común, donde la patria no sea invocada para enfrentar a los más pobres en favor de las necesidades de algunas élites, como sucedió en la Guerra del Pacífico.

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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