Santiago en febrero: bienestar aparente

  • 07-03-2014

Santiago se hace mas y mejor ciudad en el mes febrero. Pero, no es efectivo que la razón sea el hecho que hay menos gente, ya que no son tantos los santiaguinos que tienen el privilegio de vacacionar fuera de la ciudad. Lo que realmente hace la diferencia es la disminución de los automóviles circulando por las calles, ya que pese a ser una minoría, los que veranean fuera de la ciudad tienen alta densidad de posesión de automóviles.

Por lo tanto, con menos automóviles Santiago se vuelve mejor ciudad, incluso en lo que se refiere a la disminución de algunos aspectos de la segregación, ya que la gente que reside en la periferia se demora menos en llegar al centro de la ciudad.

Pero, pese a este solaz de civilización, la ciudad en este mes, silenciosamente, se sigue desarrollando, con las mismas características, marcada por la desigualdad social y territorial y por el lucro inmobiliario, la dotación irrestricta de automóviles, como los únicos agentes del desarrollo urbano.

Es así que los principales medios de comunicación, con particular dedicación, se hicieron eco del “clamor ciudadano” por derogar el impuesto especifico a los combustibles, que es el único progresivo que tiene nuestro país, ya que lo pagan los sectores de mas altos ingresos. El 80% del impuesto lo pagan los automovilistas y el 80% de los propietarios de automóviles pertenecen al 20% mas rico de la población.

Sin duda que detrás de esta campaña están los intereses de la industria de importación de automóviles, quienes además de la derogación de impuestos, exigen eliminar la restricción a la circulación de vehículos motorizados, argumentan contra el transporte publico y promueven las autopistas urbanas concesionadas.

También durante el dulce febrero continua el arrasamiento del patrimonio de la ciudad. Es así que en la calle San Martin comenzó a demolerse el mítico teatro El Trolley, lugar emblemático de la cultura durante la dictadura. También, pese a los llamados de la alcaldesa,  se amenaza con demoler una joya arquitectónica de Santiago que es el edificio ubicado en la esquina sur poniente de las calles Rosas y Morandé, lugar donde se pretende construir un edificio de 33 pisos.

Es decir, en los hechos, inmobiliarios e importadores de automóviles, son los únicos  planificadores del desarrollo de la ciudad, y nunca descansan, tampoco en febrero. Cabe preguntarse ¿qué hacen, mientras tanto, las autoridades publicas? Por razones legales, institucionales, constitucionales y, muchas veces, por franca indolencia o corrupción, no pueden hacer nada. Mientras la ciudad se contamina, congestiona y segrega.

Una pregunta final: Por tercera vez pregunto , ¿Sabia usted que,  pese a las opiniones de la alcaldesa de Santiago,  de los especialistas en patrimonio y a que existen los resguardos legales, será demolido el magnifico edificio, una verdadera joya arquitectónica, ubicado en la esquina sur poniente de las calles Morandé y Rosas? ¿Nadie puede hacer nada al respecto?

El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor y no refleja necesariamente la posición de Diario y Radio Universidad de Chile.

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