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Año XVI, 28 de marzo de 2024


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Patricio González, candidato a Rector:

“La Universidad debe proponer ideas para el progreso de Chile y el mundo”

Pensar en metas ambiciosas, como obtener un Premio Nobel en un futuro cercano o ser el crisol de los adelantos científicos y de investigación del país, son algunas de las propuestas de la candidatura a la Rectoría de la Universidad de Chile de Patricio González, médico cirujano de nuestra casa de estudios, especialista en Cardiología Nuclear de la Universidad de Illinois, Estados Unidos, y Jefe del Centro de Medicina Nuclear del Hospital Clínico José Joaquín Aguirre.

Sohad Houssein

  Miércoles 9 de abril 2014 12:49 hrs. 
patricio gonzalez

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El profesor titular de nuestro plantel ve con buenos ojos las iniciativas de autogestión de las facultades al interior de la Universidad, pero aclara que el aporte del Estado debe ser acorde al carácter estatal y público de la institución.

Hace algunos días se retomó la discusión pública acerca del rol de las universidades estatales y las universidades privadas, luego que el ministro de Educación Nicolás Eyzaguirre aclarara que el Estado tendrá un trato preferencial, en términos de aportes basales, con las universidades públicas ¿Qué opina de esta discusión?
– No es una buena discusión porque tiende a dividir lo que son las entidades universitarias. Creo que teniendo claras las definiciones debemos acoger lo que se está realizando por parte Gobierno en educación superior. Existen hace mucho tiempo la universidades estatales, que debieran recibir su presupuesto primordialmente del Estado, esto en el tiempo ha sido bastante variable y actualmente es reducido el porcentaje que recibe, por ejemplo la Universidad de Chile, del Estado propiamente tal. Entonces, debiéramos como Universidad tender a mejorar en este sentido.

La Universidad de Chile, a su vez, es pública porque por definición está trabajando para el país, produciendo ideas, creando conocimientos, con fines públicos. Tiene un rol nacional, que puede ser visto en términos de su infraestructura, que está centralizada en la Región Metropolitana, pero basta ver acontecimientos como el reciente terremoto para darse cuenta que la presencia de la Universidad de Chile ha sido esencial en el manejo de información y en la toma de decisiones, como el Departamento de Sismología y Geofísica.

Creo que la Universidad de Chile debe exigir que su rol estatal le sea retribuido por el Estado, pero entrar en pugna con las otras universidades, creo que es una discusión que no tiene mucho sentido. Preocupémonos de mirar hacia adelante, de resolver nuestros problemas y de buscar nuestro camino, ya sea en conjunto con las otras universidades o individualmente al o interior de la nuestra. Fortalecer el Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (Cruch) es importante y trabajar en conjunto con otras entidades universitarias también.

Sin embargo, nos encontramos con un problema de “privatización” de la Universidad de Chile, considerando que solo el diez por ciento de su financiamiento proviene de aportes directos del Estado y que desde 1981 la autogestión forzada ha hecho surgir facultades “ricas” y “pobres” dentro del plantel ¿Cómo enfrentará otras demandas de transparencia o justicia buscan terminar con las diferencias en los salarios de los académicos y personal administrativo?
– Creo que es fundamental trabajar por resolver la inequidades al interior de nuestra Universidad: de trabajo, de género, entre facultades que tienen mayores capacidades de generar recursos. Ha faltado una visión de conjunto. Como digo en mi programa, existen archipiélagos de facultades, y se las ha dejado un poco a su suerte. Creo que es bueno que las distintas unidades de la Universidad busquen generar sus recursos propios, sin embargo, debemos generar una forma de aportar a las facultades que no tienen esas capacidades. Creo que una forma es que cuando provengan recursos estatales, una forma de distribuirlos es que tengan un desvío a aquellas facultades que están carentes y no seguir entregando recursos a aquellas que generan recursos propios, creo que esa es una manera bastante inteligente de resolver el problema. La otra forma es una discusión interna en la Universidad donde se pueda compensar los presupuestos de las distintas unidades en un plano interno, es decir, aquellas facultades que tengan una mayor productividad generen un apoyo a las demás.

¿Entregar los recursos provenientes del Estado a las facultades que no pueden generarlos, en desmedro de las que sí lo hacen, no produciría, a la larga, un desapego de estas últimas con la administración central?
– Es un riesgo y puede ocurrir esa tendencia y, de hecho, hasta me parece advertirlo en el momento actual. Estaría muy atento a ver cómo va a ser votación dentro de las facultades. Tengo la idea de que se están creando grupos de interés dentro de la Universidad, en el sentido de, por ejemplo, tener un apoyo muy importante de académicos de una facultad con candidatos que pertenecen a esa misma facultad, eso estaría indicando que se están creando subunidades que buscan cierta autonomía en la Universidad.

Si a la Universidad la vemos como una entidad global y esto se norma a través del Senado y el Consejo Universitario, esos problemas pueden ser controlados, creo que el diálogo al interior de la Universidad puede perfectamente controlar el problema, pero sí, hay que estar atentos a que esto ocurre.

¿Qué diagnóstico hace de la Universidad, qué padece y cuáles son sus fortalezas?
– Creo que mirando el periodo de las últimas rectorías, desde el rector Lavados hasta ahora, veo en la curva del desarrollo, o una curva plana o con ligera tendencia a declinar, no veo una pendiente que nos esté llevando hacia niveles superiores. Ello ocurre de distinta forma; hay ciertas áreas de la Universidad que han alcanzado un desarrollo relativamente adecuado, por ejemplo, la Facultad de Ingeniería que se está desarrollando con nuevos edificios e infraestructura, corresponde a las facultades “ricas” que se autofinancian y eso lo apoyo, creo que es adecuado. Hay unas facultades, sin embargo, que tienen un desarrollo mucho menor, es una mezcla, nuestra Universidad tiene un desarrollo heterogéneo.

El conjunto, la sumatoria, a mí me da una visión de que nuestra Universidad ha perdido liderazgo hacia el país, esa es una razón que me ha llevado a presentarme a esta candidatura. No veo, debo ser bien sincero, en las otras candidaturas, que vayan a cambiar mucho lo que se ha venido haciendo, no veo propuestas innovadoras respecto a las anteriores rectorías. Si no hay cambios de fondo importantes en la manera de ver la Universidad va a seguir en la curva que mencionaba.

Se ha planteado que la Universidad de Chile se está quedando atrás en relación con el sistema de instituciones de educación superior en el país, por distintas razones, entre ellas, por una consecuencia de las trabas de financiamiento y administrativas que se le imponen, pero también por la cultura organizacional que se ha generado en su interior, ¿Cómo enfrentará esto? ¿Cómo se propone revitalizarla?
– Lo esencial es el aporte de nuevos proyectos y que sean acogidos, discutidos y puestos en práctica. Por ejemplo, postulaba que estas elecciones de Rector fueran hechas totalmente electrónicas, eso lo planteé hace tres años. No he escuchado hasta ahora que eso haya sido concretado y ni siquiera se me contestó la idea. Si nosotros tuviésemos ese sistema podemos proyectarlo al país, y si se lo propone al Estado estoy seguro que tendríamos una enorme cantidad de recursos y eso ayudaría mucho a la Universidad.

¿Ha escuchado a algún Rector que diga ‘vamos a ganarnos un Premio Nobel en los próximos diez o veinte años’? La Universidad actualmente, en lo que es investigación, deja al libre albedrío de los académicos los proyectos, lo que es fundamental, pero debemos tener propuestas de investigación como institución. Tenemos que proponer cierta investigación generada desde la institución, por ejemplo, en mi área, el cáncer, que es una de las causas de muerte principales en nuestro país, eso va a generar nuevos proyectos, nuevo conocimiento y, a lo largo de varios años puede ser perfectamente motivo de reconocimiento internacional. Si usted no piensa que se puede ganar un premio de la envergadura del Premio Nobel, nunca lo va a ganar porque no está trabajando para ello. Nosotros debemos trabajar para implementar nuevas ideas, no sólo que venga por azar sino que sentarse a pensar sobre qué podemos hacer y qué área podemos progresar para Chile y para el mundo.

Es decir, que exista un pensamiento centralizado desde la administración de la Universidad que determina hacia qué áreas debiera apuntar la investigación y el desarrollo científico que se realiza ¿Eso no sería muy complejo de determinar considerando la enorme diversidad de áreas en las que están involucrados los académicos, funcionarios y estudiantes?
– Es difícil porque hay numeroso aspectos que solucionar. Una cosa simple, es que no nos podemos poner de acuerdo en que vaya un solo programa a la Rectoría. No es fácil tampoco hacer una propuesta de líneas de trabajo, de proyectos de futuro, pero ahí está la posibilidad de mirar al país, al conocimiento que existe, mirar las áreas trascendentes para una Nación y, como institución estatal podemos enfocarnos. La educación, por ejemplo, quién diría que es una propuesta equivocada trabajar en un gran proyecto para mejorar la educación en nuestro país.

Recientemente el Senado de la Universidad de Chile aprobó la idea de legislar para modificar el Estatuto de nuestra casa de estudios, lo que, entre otros cambios, profundizaría la democracia en la elección de rector y decanos, haciéndola triestamental, es decir, podrían votar profesores, funcionarios y alumnos. Para que esta iniciativa prospere debe ser aprobada por el Senado y luego ratificada por un plebiscito. ¿Cuál es su postura frente a este tema y qué cómo evalúa la factibilidad de que se generen estos cambios?
– Personalmente no me parece a mí que la democratización de la Universidad sea algo muy bueno, la Universidad es un conjunto de profesionales de elite. Las universidades son elitistas, recogen a los mejores académicos y a los mejores estudiantes, y eso es lo que mueve el desarrollo en el mundo, si nos apartamos de eso, claro, vamos a estar todos muy contentos, pero ¡cuidado! porque estamos hipotecando lo que puede ser la productividad propia. Estoy consciente que la Universidad tiene sus unidades de manejo interno, el Rector, el Consejo Universitario y el Senado, con sus capacidades normativas. Si el Senado toma una decisión en el sentido de perfeccionar la forma de elegir las autoridades, es válido y hay que acogerlo, pero es esencial someterlo a un referéndum.

Nuestra carrera académica tiene cinco niveles en lo sustancial, junto a profesor adjunto, pero es: ayudante, instructor, profesor asistente, profesor asociado y titular. Los niveles de titular y asociado son niveles culmines, cuando el académico ha alcanzado la madures, por lo tanto, si tengo un grupo de profesores de ese nivel, es un cuerpo académico al que puedo hacerle consultas de alto nivel, por lo tanto, los pensamientos de ese cuerpo son sustanciales a la Universidad. Cuando bajamos en el nivel académico o cuando vamos a los estudiantes y a los funcionarios por supuesto que son interesantes las ideas, pero en un nivel que tenemos que saber ponderar adecuadamente.

Usted mencionaba que la Universidad es en esencia una institución elitista, sin embargo, se ha criticado mucho esto en términos de clases sociales de los estudiantes que ingresan a la Universidad. Debido al sistema de selección de ingreso y a las deficiencias que se arrastran desde los años de escolaridad sólo pueden acceder a ella los alumnos provenientes de los sectores con mayores recursos. ¿Cuáles son sus propuestas para democratizar el acceso a una educación de excelencia? Hay iniciativas que se han intentado implementar, pero que no tienen un buen diagnóstico, ¿Qué opina de ellas?
– Estudié en una época donde no tenía problemas económicos para ingresar a la Universidad y sólo debía tener un buen rendimiento, inteligencia y responder a la evaluación que uno tenía al ingresar. Junto con decir que la Universidad debe acoger a los mejores, señalo que no debería existir ninguna restricción de otro orden que no sea la capacidad de ese individuo. No debiera existir ninguna restricción económica, porque eso no es aceptable. Eso se arrastra hace muchos años, los niveles socioeconómicos tienen un problema que se genera desde la infancia, la educación en el hogar y los distintos niveles de acceso a la educación, por lo tanto, los recursos que se están contemplando en la Reforma Tributaria para la Reforma Educacional deben contemplar todos estos factores porque entonces, así, a lo largo de diez, veinte o treinta años, la productividad de esas medidas va a ser la máxima. No vamos a tener buenos médicos, abogados, ingenieros si no elegimos a las personas más inteligentes para que desarrollen esas disciplinas. El Estado y la sociedad debe darle las facilidades a todos los habitantes del país para que tengan igualdad de oportunidades.

¿Cree que la Universidad de Chile tiene un rol específico en esta materia?
– A la Universidad de Chile se le puede exigir más porque su rol estatal, público y nacional es el más importante del país. El Estado le debe exigir más. En el proyecto de Educación que está en discusión en la Universidad, que también hay que resolverlo por un referéndum, el rol de la Universidad en distintos niveles. Tienen que formarse profesores de una calidad tal que va a trascender a los niveles de educación básico, medio y superior, si existen facultades o institutos de nuestra Universidad que pueden, en otro nivel, aportar al engrandecimiento de la Educación, hay que buscar proyectos, la Universidad debe buscar qué propuestas puede ofrecerle al país, es una institución tremendamente capaz de generar muchas cosas, no nos quejemos tanto del Estado, reclamemos nuestra justa retribución al Estado, pero paralelamente busquemos otras alternativas. Los recursos son limitados, no es que vaya a venir un gobierno a darnos millones de dólares para nuestros proyectos.

Usted mencionaba el proyecto de la Rectoría para el desarrollo del área de educación y formación de profesores en la Universidad de Chile, pero se ha generado un debate acerca de la forma en que se debiera implementar esto, si siguiendo el modelo actual, que es a través de la obtención de licenciaturas, por ejemplo en Filosofía, Arte o Matemáticas, y luego el estudio del área pedagógica, o si se debiera derechamente abrir un Instituto o una Facultad de Pedagogía.
– La idea de una Facultad de Pedagogía me parece bastante buena, en lo personal, pero otra cosa es lo que se vaya a decidir al interior de la Universidad. En mi programa planteo que frente a temas trascendentes siempre tenemos que hacer consultas a los distintos niveles de la comunidad y actuar en base a eso. Referéndums vinculantes para temas trascendentes. No estamos politizando, estamos simplemente diciendo qué es lo que piensan los académicos o los niveles en que hagamos la consulta.

La situación del Hospital Clínico José Joaquín Aguirre captó la atención de la opinión pública a nivel nacional durante los últimos meses del 2013, no sólo por el rol que cumple en la comunidad, también por el prestigio que ha alcanzado. Se había planteado la posibilidad de hacer una operación de lease back para solventar la deuda de 46 mil millones de pesos que la aqueja, pero esta opción fue desechada por el Senado universitario, pues ponía en riesgo la propiedad del hospital. ¿Cómo se resuelve la deuda? ¿Cree usted que el Hospital debe seguir siendo administrado por la Universidad, debe pasar a manos del Estado o se debe privatizar? ¿Qué rol le cabe al Estado, qué esperan del gobierno de Michelle Bachelet?
– El Hospital Clínico es de la Universidad de Chile va a seguir siendo un hospital universitario, estatal, público y con alcances nacionales. Eso no está en discusión. No creo que se pueda o se deba privatizar, siempre va a tener un rol dentro de la Universidad de Chile, y en trabajo muy estrecho con su Facultad de Medicina. Yo entré a Primero de Medicina el año 67, terminé mi carrera el año 74 y de ahí no he salido hasta hoy, soy un testigo de lo que ha pasado en todos estos años. Hay dos grandes problemas que tiene hoy el Hospital. Uno es de gobierno, que está manejado por la Rectoría, desde 1987 el Rector nombra al direct6or del Hospital, lo que no es una buena idea. Le he preguntado a los rectores si quieren cambiar esto, pero ninguno ha dicho que sí porque es muy bueno tener poder sobre una institución que tiene un presupuesto de 90 mil millones de pesos al año, ningún político lo hace. Yo soy más bien académico y creo que el gobierno del Hospital tiene que ser visto por el conjunto de sus académicos. Los médicos somos los que sabemos qué ocurre en el Hospital. Segundo, la parte económica es más compleja y multifactorial, uno de ellos es conseguir recursos del Estado, pero ya que tenemos un nuevo gobierno afín a las políticas públicas ¿Cuántos recursos van a ser derivados hacia el Hospital? Me atrevo a pensar que muy poco.

Hay que tener una nueva relación Facultad- Hospital. Los candidatos que son de Medicina quieren cambiar la nominación de las autoridades desde la Rectoría al Decanato, no es ninguna solución porque es lo mismo, la única soluciones que el Hospital tenga un manejo semiautónomo, que trabaje en conjunto con la Facultad. Por ejemplo, en el área de postgrados, la docencia se imparte en el Hospital Clínico y los recursos se quedan en la Facultad, y eso ha sido por años así. Recién ahora que surgen candidaturas surge una suerte de generosidad de parte de la Facultad hacia el Hospital, pero eso no va a ocurrir si la dependencia del Hospital pasa a la Facultad, los recursos se van a ir para allá y no van a quedar en el Hospital, que es el que está trabajando.

Otro punto importante es la asociación con terceros, tanto el ministerio de Salud como con privados, pero no para privatizar sino para que se trabaje el Hospital dentro de su estructura y manejo actual. Es perfectamente posible asociarse a tercero y genera nuevas tecnología. El instrumental y los equipos en Medicina hoy son muy costosos y si la Universidad no tiene los recursos… si el día de mañana el Estado los provee, perfecto, pero si no los provee es malo cruzarse de brazos, no atender a la población como corresponde y no ejercer la docencia de forma adecuada.

Quien asuma como Rector para el periodo 2014-2018 tendrá un rol protagónico en la discusión sobre Reforma Educacional. Además de las opiniones sobre el carácter público o privado de las instituciones, algunos de los contenidos que se han dado a conocer en relación con la educación superior es la gratuidad pata el 70 por ciento de los alumnos en los primeros cuatro años de implementación; el aumento de los aportes basales a las universidades estatales y el llamado a concurso para los fondos de investigación. ¿Qué espera de la reforma educacional anunciada por la Presidenta Michelle Bachelet? ¿Debiera enfocarse sólo en conseguir la gratuidad en un primer momento? ¿Qué papel debe cumplir la Universidad de Chile en el marco de esta reforma?
– Son medidas trascendentes. Se ha dicho que es una de las reformas más importantes de las que se han realizado en el último tiempo. La Universidad de Chile debe participar en los distintos aspectos en los que esta reformara tomará lugar, desde luego en la forma de implementación, posteriormente, cuando se distribuyan los recursos la Universidad debe asegurar calidad y cumplir cabalmente con los compromisos adquiridos. Uno de los temas esenciales en toda la Universidad es el seguimiento de las actividades. Frecuentemente se inician proyectos y posteriormente no se conoce bien cuál fue su trascendencia. Es esencial considerar cómo hacemos un seguimiento de calidad de las actividades realizadas, que los recursos que recibimos efectivamente produzcan para lo que estaban destinados. Esto permite que a futuro los recursos sigan siendo acopiados.

Esto de reclamar un trato especial para las universidades estatales creo que no es una buena estrategia porque inmediatamente discrimina. Ahí vemos la controversia que se ha generado, se está prefiriendo derivar recursos hacia un sector, lo único que debe la Universidad es cambiar un discurso, su forma de argumentar, lo que corresponde es que se den los recursos justos de acuerdo al carácter de la Universidad y su misión que está en los estatutos. He revisado los estatutos varias veces y no figura la forma de financiamiento de la Universidad. Cuando el Senado plantea un cambio de estatutos es importante incorporar estos elementos y buscar la forma de dejarlo establecido, porque cómo podemos exigir que a esta universidad estatal le corresponden recursos si no está definido. Esto es lo que ha generado, con el devenir de los años, las formas distintas con que la Universidad se ha ido tratando de adaptar, lo que no es malo. La reforma si aporta recursos a la Universidad de Chile es una excelente noticia y tendremos que responder con que estén bien utilizados.

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