La situación política de Italia en la actualidad es compleja. No es novedad lo que estoy narrando empero llama la atención que a pesar de los cambios de gobierno y coalición la situación no parece mejorar, sino que todo lo contrario. Las pasadas elecciones europeas fueron un ejemplo de ello, el denominado Movimiento cinco estrellas de Beppe Grillo ha promovido su campaña de retirar el euro como moneda y volver a la lira italiana. El Presidente del Consejo de Ministros, o primer ministro, Mateo Renzi ha pedido en cambio una unidad europea y que apoye una política del crecimiento , sin dejar de lado los problemas que aquejan a los italianos, inmigración y cesantía.
Seguramente él no estaba pensando en el escenario actual, cuando hace unos meses el presidente de Italia, Giorgio Napolitano, pidió a Matteo Renzi, quien hasta hace poco era el alcalde de Florencia, formar un nuevo gobierno en medio de una crisis política que se viene arrastrando hace años y cuya solución no pasa al parecer por cambios de gobierno en el convulsionado Parlamento de la península. Este caso se suma a la lamentable lista de primeros ministros que no han terminado su mandato en Italia y demuestra lo débil del sistema parlamentario de gobierno, las rencillas políticas que sufren las coaliciones gobernantes y también la cada vez importante influencia de las regiones del país en las decisiones de gobierno.
Por ejemplo, desde los inicios del siglo XX que la zona lombarda, que comprende Milán quiere la independencia pues acusa a la zona sur de la península, incluyendo la capital Roma, de hacerla retroceder económicamente y para ello ha utilizado a sus partidos políticos para que logren ese objetivo, uno de los líderes de esa idea es Silvio Berlusconi.
Además el país enfrenta problemas con la inmigración ilegal, casos de xenofobia en algunas ciudades, donde incluso han resultado extranjeros muertos por la violencia, principalmente personas provenientes del Argelia y Libia. Al margen de lo anterior, cabe destacar que Italia es un país cuya historia es compleja de entender, en el pasado eran reinos independientes entre sí y que en 1871 logró su unificación tras una serie de campañas militares lideradas por Garibaldi y sus camisas rojas. Para complicar las cosas en 1946 cambió su sistema de gobierno, pasando de una monarquía a un régimen parlamentario, algo que para muchos fue un error tomando en cuenta que la sociedad italiana es compleja en materia política y se decepcionan rápidamente de un gobernante cuando no cumple sus promesas de campaña. Cabe destacar que Enrico Letta es el tercer gobernante que es designado y no electo por la ciudadanía, lo que provoca un mal precedente para el inestable sistema político italiano.