The Afghan Whigs: Potencia noventera desapercibida en Santiago

La noche de domingo tuvo su sorpresa sobre escenario, con el grupo The Afghan Whigs desplegando su calidad en el Club Amanda. Un espectáculo sólido e íntimo, ante apenas unas 300 personas que se atrevieron y obtuvieron una valiosa recompensa musical.

La noche de domingo tuvo su sorpresa sobre escenario, con el grupo The Afghan Whigs desplegando su calidad en el Club Amanda. Un espectáculo sólido e íntimo, ante apenas unas 300 personas que se atrevieron y obtuvieron una valiosa recompensa musical.

Ya se volvió un lugar común hablar de todas las bandas que se presentan en Santiago, una cartelera que se muestra inabarcable y podría explicar la baja asistencia en la presentación de The Afghan Whigs en Santiago, la noche del domingo en Club Amanda. Explicar a medias, porque este grupo tiene argumentos que ameritan un público mayor.

Pasadas las 21.30, el sexteto sube a escena y la apertura de Rick Nelson al violín otorga el toque solemne. Greg Dulli es la figura que atrae la atención, su despliegue vocal permite matizar el repertorio, además de tomar sus pausas, bromear con el público y cautivar, ante todo. El tipo se mueve con tranquilidad, secundado fielmente por John Curley y un bajo aplicadísimo, más la energía de Cully Symington en batería, el engranaje de este armatoste.

En las guitarras, Dave Rosser es seguridad absoluta, pero un escondido Jon Skibic es quien se lleva los premios entre pedales y arreglos a su cargo que suman cada detalle para que las canciones escapen de una etiqueta facilista, más aún con el trabajo del multiinstrumental Rick Nelson.

De los Afghan Whigs se habló mucho de cómo buscaron escapar de la etiqueta grunge en los noventa, más aun militando en el sello Sub Pop. Con los años, su trabajo adquiere mayores ribetes y esto es la esencia del rock norteamericano. En el sonido, potencia en tres guitarras y un intento por “orquestar” un ímpetu que oscila desde el hard rock hasta cortes más nostálgicos, además de un toque pop en cada guiño a otras bandas y los covers que le destacan. En la actitud, la banda no titubea a la hora de mostrar su trabajo y sorprender en seguridad y ejecución.

Más allá de Debonair, Gentlemen, Algiers o Miles Iz Ded, los hits subyacen ante la solidez de un todo, de un concierto conciso que sabe explotar la energía y calidad de una banda con años al ruedo. Un lujo para los cerca de 300 asistentes que supieron elegir entre tanta cartelera. Quizá como dice el viejo adagio: “Que los árboles no te impidan ver el bosque”.

Texto: Juan San Cristóbal

Fotos: Rodrigo Alarcón





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