En relación al anuncio realizado por la Presidenta Michelle Bachelet respecto de la decisión de impugnar al Tribunal Internacional de La Haya, creemos que ha cometido un grave error al negarle competencia a este tribunal como árbitro en el conflicto con Bolivia. Un error que no ha sido sólo de ella, sino también del canciller, de los expresidentes de la república y de los presidentes de los partidos políticos a los que consultó.
El Tribunal Internacional de La Haya es el resultado de un acuerdo internacional del cual Chile es firmante y como tal se ha comprometido a respetarlo. Es un acuerdo de arbitraje en el que si una de las partes lo rechaza, queda anulado en su autoridad por ese sólo hecho. Los acuerdos son acuerdos, mientras así lo queremos. Impugnarlo puede llevar a un éxito de corto plazo “y salirme con la mía”, pero con esa acción no hemos resuelto nada y postergamos un problema que se nos vendrá encima en el futuro cercano o lejano y que se nos puede volver en contra cuando cambie la relación de fuerzas. Esto es algo perfectamente posible ya que el contexto internacional de Estados Unidos o Brasil pueden variar y éstos u otros países pueden tener y buscar imponer intereses geopolíticos distintos a los de hoy. ¿En ese momento podremos recurrir a los acuerdos internacionales para velar por la justicia?
Esta decisión de la presidenta es un mal ejemplo para los chilenos que necesitamos modificar los acuerdos internos tomados al amparo de la violencia y de la ilegitimidad; necesitamos reformar la educación, el sistema económico y la Constitución a pesar de haberlos avalado con anterioridad. Imponer el inmovilismo que reclama la presidenta por el tratado de 1904, es presionar la historia y forzarla. Esto no lleva a nada bueno.
Mala señal también la que da Chile al mundo. Una vez más nuestro país busca apartarse de los caminos de diálogo y de acuerdo jurídico, apareciendo ante el mundo como poco proclive al fortalecimiento de las relaciones con sus países vecinos. En un mundo que avanza hacia la integración regional no son buenas estas reacciones que nos aíslan cada día más.
Este tema no afecta sólo a los gobiernos, afecta a los conceptos éticos de los habitantes. Así como actúa el gobierno con sus vecinos, actuarán los vecinos con sus vecinos. ¿Acaso impugnaremos una autoridad consensuada cada vez que una de las partes se siente perjudicada?
Queremos resaltar la importancia de contar con Instituciones Internacionales como el Tribunal de La Haya ya que son justamente estos acuerdos los que permiten la resolución de conflictos entre países en forma razonable a través de caminos jurídicos y no con el uso de la violencia como sucedía habitualmente.
Este error puede ser sólo compensado si se inicia una política de diálogo proactivo con Bolivia y con Perú, para llegar a una solución consensuada, definitiva y plebiscitada por los pueblos. Esto es un llamado, no al gobierno, que al fin y al cabo es sólo un síntoma de nuestra conciencia social, es un llamado a la conciencia moral de los chilenos. Un llamado a reflexionar sobre como se resuelven conflictos entre hermanos, entre vecinos, entre seres humanos.
Firmamos esta breve reflexión a título personal, no como representantes de las instituciones a las que pertenecemos.
Tomás Hirsch Darío Ergas
Santiago, 8 Julio 2014