El violento motín iniciado el domingo en una cárcel del sur de Brasil, que finalizó ayer luego de las negociaciones con las autoridades, dejó un saldo de cinco personas muertas -dos de ellas decapitadas- y otras 25 heridas.
Después de 45 horas de negociación, las autoridades lograron que los presos de la cárcel estatal de Cascavel, una ciudad en el sur de Brasil, pusieran fin a la revuelta donde exigían mejores condiciones de vida, luego de denunciar que eran alimentados con comida podrida y se les restringían las visitas.
Los brasileños estuvieron pendientes de esta noticia debido a la especial de violencia con que se desarrolló y a que los motines carcelarios violentos han escrito episodios traumáticos en la historia reciente del país.
Dos personas fueron decapitadas y otros dos presos murieron después de que el comando que lideró la protesta los lanzara desde el tejado de la prisión, a unos 15 metros de altura.
Las cárceles brasileñas son consideradas como unas de las peores de América Latina, y grupos de defensa de los derechos humanos reclaman que se necesitan 200 mil plazas suplementarias para dar cabida al total de la población carcelaria, que supera el medio millón.