Son varios años los que el Doctor del Colegio de México, Rafael Sagredo, lleva estudiando la historia chilena desde diversas perspectivas que le permitan hacer un panorama de la identidad nacional.
Sus estudios reflexionan acerca de las características de la clase media y de la educación y salud del país; pero sobre todo, cuestiona los “mitos heroicos” en los que se ha construido la historia nacional y que han permitido situaciones tan dramáticas y desestabilizadoras como la dictadura de Augusto Pinochet.
El “acontecer histórico ha estado desde siempre, aunque conscientemente desde la época de la organización de la República, asociado a la epopeya, (…) siempre centrada en un héroe, individual o colectivo, cuyas hazañas merecen conocerse, recordarse, transformarse en patrimonio de la comunidad, en historia, la historia de Chile. Una historia plagada de mitos, todos muy útiles para cohesionar la nación”, dice el libro que el académico de la Pontificia Universidad Católica acaba de publicar junto con editorial Turner.
Historia mínima de Chile hace un recorrido desde los primeros habitantes de lo que hoy es el territorio nacional hasta el regreso a la democracia y las expectativas de una sociedad crítica.
Ordenados y violentos
El texto es “una interpretación de los hechos que han dado forma a Chile. Es una historia que pretende mostrar a los sujetos concretos que formamos esta nación”, explica el autor, quien afirma que en el país se encuentran dos vertientes. La primera, es la historia ligada a lo oficial o a La copia feliz del edén y el asilo contra la opresión como dice el himno; y la segunda, lo que han vivido los coterráneos en esta catastrófica geografía.
Es aquella diferencia cuando se desmoronan los mitos, pues “no coinciden con la vida material de los chilenos. Entonces, mientras se celebra la República, las Fiestas Patrias, la gente sufre, la sociedad reclama otras formas, y demuestra a través de la historia que es posible dar un giro, a pesar de los grupos establecidos, o la resistencia de las elites”.
El ámbito de la educación y la salud son las materias donde, mayormente, se ha demostrado “la precariedad, marginalidad, desigualdad y poco compromiso del Estado con los suyos. Y eso se sigue manifestando”, define el autor en el libro.
En ese contexto, caracteriza a la sociedad chilena como “gente partidaria del orden, jerárquica, clasista y desigual lo que se refleja en la tendencia a la violencia en la vida privada”. No obstante, es enfático en destacar que “el pasado tiene futuro y éste explica y condiciona nuestra situación actual”, por eso la importancia de conservar la memoria y “desconstruir la mitología de la nación, ya que no sirvió para evitar que nos matáramos en dictadura”.